Entrevista | Clotilde Vaello Sastra, modista y diseñadora del panorama escénico galego

“Me emociona un reconocimiento así de la gente con la que trabajé tantos años”

La vilagarciana recibirá el premio Marisa Soto por su dedicación al vestuario de escena

La sastra vilagarciana recibirá el 30 de marzo el premio Marisa Soto en A Coruña.

La sastra vilagarciana recibirá el 30 de marzo el premio Marisa Soto en A Coruña. / FDV

Si alguien en el audiovisual gallego sabe lo que se mueve entre bambalinas esa es Clotilde Vaello. Su extensa trayectoria como sastra, modista y encargada de vestuario se verá puesta en valor el próximo 30 de marzo en A Coruña. Allí, con motivo de los Premios de Teatro María Casares recibirá el premio Marisa Soto que reconoce el esfuerzo fundamental de esas profesiones que, siendo imprescindibles para la escena, se desarrollan lejos de los focos y sin el aplauso del público.

– ¿Qué significa para usted recibir el premio Marisa Soto?

– Sobre todo es un reconocimento de la gente con la que trabajé tantos años. Me emociona y me gusta. Quiere decir que la gente me quiere y eso es gratificante. Cuando me lo dijeron quedé un poco indiferente, pero no por nada. Fue porque como ya llevo unos años un poco fuera de la actividad me sorprendió, pero eso no quita que fuese una gran alegria.

– Desde los 13 años lleva metida entre telas. ¿Cómo empezó a introducirse en temas de escena?

– Mi madre era funcionaria, pero cosía muy bien. Yo, se puede decir que casi nací cosiendo. Con 3 años ya cosía cositas. Lo de empezar a coser casi lo decidió más mi madre que yo. Ya cuando tenía 13 años, ella me dijo que tenía que aprender en serio y bien. Entonces me apuntó a la academia de corte y confección de Lucía en Vilagarcía y su marido, Rafael Dopazo, era sastre, el mejor que había en toda la comarca. Allí aprendí a coser bien, pero ya traía una base de mi madre, aunque allí todo era más técnico, más de alta costura. Era la más pequeña entre las alumnas y cosía bien, pero me encantaba ver trabajar a Dopazo como sastre y ver como se hacía la ropa de hombre. Entonces, si me castigaban me mandaban a la sastrería y me portaba mal a propósito. Así veía como hacía el sastre y allí estuve cuatro años. Después, ya con 24 años, mi amigo César Lombera apareció en mi casa y me dijo que ese lunes empezaba a trabajar con él en Santiago en el teatro y para allá me fui.

Clotilde Vaello reside actualmente de vuelta en Vilagarcía.

Clotilde Vaello reside actualmente de vuelta en Vilagarcía. / FDV

– ¿Cómo eran aquellos años finales de los 70 y los 80 en los que el teatro empezaba a profesionalizarse con nombres como los de Roberto Vidal Bolaño o el propio César Lombera?

– Empecé con la compañía Entroido, con Vidal Bolaño. Aunque había dificultades, mi carácter me lleva a tomar todo como un reto. Pongo todo lo que tengo en lo que quiero conseguir. Pongo cuerpo, alma y mente en lo que voy a hacer. Cuando me pedían una cosa complicada, lo intentaba una y otra vez y hasta que quedaba bien no paraba. Aunque leía y me informaba mucho, hay creaciones que no salen en los libros. No se trataba de coser como si tal cosa. En el teatro hay que tener mucho cuidado con todo lo que se hace. Mi sistema era hacer y deshacer las veces que hiciese falta hasta dar con lo que queríamos y que estuviese a gusto de todos.

"Mi sistema era hacer y deshacer las veces que hiciese falta hasta dar con lo que queríamos"

– Sastra, costurera, diseñadora de vestuario y docente… Ha hecho de todo.

– Di cursos en universidades. Trabajé con Roberto Salgueiro 20 años en el Teatro Universitario de Santiago. Estuve muy a gusto y trabajé muy bien. Fue él quien me propuso dar unos cursos cortos. En ellos trataba de dar a conocer que para coser bien hay que saber, entender, leer y estudiar. Tener también un mínimo de inquietud por la cultura, las tendencias, ver, leer… No solo es sentarse y ponerse a coser. También di clases de costura en mi casa a gente que quería aprender, pero fue una etapa corta.

– Tanto tiempo rodeada de actores y nunca se atrevió a salir en escena. ¿O sí?

– No, no me gusta nada. Me gusta todo lo que está detrás. Si hay que montar una coreografía se monta, pero no me gusta salir. Es un trabajo dificilísimo y los admiro, pero la escena no es para mí.

“El premio me reconfirma el cariño recibido tantos años”

– ¿Cómo es la dinámica en su trabajo? ¿Diseña en base a unas pautas marcadas y preconcebidas?

– Normalmente, depende de la compañía. Lo normal es hablarlo todo antes de empezar con la obra. Te pasan un libro para que veas de qué época va y te vas haciendo una idea. Luego hay matices. Si la obra tiene un diseñador propio o no. Si lo tiene, él marca lo que se tiene que hacer. En los casos en los que yo ejercí de diseñadora ya decidía todo. Luego el director ve los trabajos que le presentas y tus diseños y, sobre la marcha, se van ajustando cosas. A veces incluso en escena tienes que corregir algunos detalles.

Vaello tiene más de cinco décadas de dedicación al vestuario escénico.

Vaello tiene más de cinco décadas de dedicación al vestuario escénico. / FDV

– Lo que está claro es que usted comienza con la serie, obra o película mucho antes de que se empiece a rodar.

– En el audiovisual, ellos hacen una preproducción y a mi me trasladan lo que hay que hacer. En el teatro también se empieza antes, como dos o tres meses antes. Incluso tengo hecho en el Centro Dramático Galego producciones de cinco meses. Si es una compañía privada, en teoría con menos recursos, pues los plazos se van acortando. Estuve incluso trabajando fuera en obras de drama medieval. Trabajé mucho y con muchísima gente, pero también en temas de danza, ballet o en el Ordo Prophetarum que antes se representaba cada 30 de diciembre en la Catedral de Santiago. – Por último, que le diría a los que han querido reconocer su trayectoria. La Asociación de Actores y Actrices de Galicia.

– Lo primero que me sale de dentro es un enorme agradecimiento a este reconocimiento. Esto hace que me sienta más reconocida, valorada y querida en mi trabajo de más de cinco décadas. El premio me reconfirma todo el cariño recibido a lo largo de tanto tiempo. Siempre me sentí muy querida y ahora un poco más.

“Todo lo asumo como un reto en mi profesión”

– Tiene usted una larga trayectoria, ¿pero si se tiene que quedar con alguna serie o algún trabajo con cuál se quedaría?

– Elegir uno es muy difícil, diría que imposible. Son muchos años de trabajos. He tenido grandes momentos y muchísimos trabajos. Recuerdo mucho la etapa de trabajo con Carlos Alonso, el mejor diseñador que hay en Galicia. Una maravillosa persona y amigo. También trabajé con una diseñadora italiana en el Centro Dramático Galego y también fue muy satisfactorio. Trabajé en una película de animación como “O Apóstolo”. Aquello fue un trabajo muy difícil, pero con un resultado tremendamente satisfactorio porque era hacer cosas en vestidos muy pequeños. Incluso participé con gente que hizo la película “Pinocho” que estuvo en los Óscars. Estuve en “As leis de Celavella” haciendo ropa de los años 20. Allí tuve como jefa de vestuario a Ruth Díaz, que es increíble. Lo mejor es que tengo buena relación con toda la gente con la que trabajo.

– ¿Qué es lo más difícil de su labor?

– Sobre todo, cumplir los tiempos. Hay mucha presión y poco tiempo y eso genera estrés. Lo más difícil de la confección quizá son los grapeados, pero para mí no es difícil nada porque lo asumo todo como un reto. Lo que sí llevo mal es la precariedad en el trabajo o las limitaciones económicas. Trabajé muchísimas horas, a veces incluso sin parar, y la verdad es que no es un trabajo que esté bien pagado. Siempre, cuando hay que recortar presupuesto en la producción, siempre se recorta en la gente que se considera el escalafón más bajo, como es el vestuario y es algo que ni es lógico ni justo.

– ¿Y cuál es el mejor momento en su profesión?

– Cuando ves que la ropa les queda bien, ya estén guapos o feos. La verdad es que echo de menos en el teatro y el audiovisual gallego una obra de mucho lujo (risas), pero mi mayor satisfacción es ver que los actores están cómodos con la ropa que le haces para que solo se centren en la interpretación.

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