La bomba colocada frente a la sede del Partido Popular de Meis tenía la potencia suficiente para causar víctimas humanas, según ha trascendido de fuentes próximas a la investigación. El artefacto explosivo estaba en el interior de una olla a presión, de las que se utilizan en cocina, y contenía entre tres y cuatro kilos y medio de explosivo. Aparentemente era pólvora prensada, si bien los técnicos todavía están analizando la sustancia en el laboratorio. Por el momento nadie ha reivindicado la autoría del atentado frustrado.

La bomba estaba en una esquina de la puerta de la sede del PP de Meis, que ocupa uno de los bajos de un edificio de dos pisos de altura, situado a las afueras del casco urbano de Mosteiro, y en el que también hay una tienda de cosméticos, la consulta de un dentista y varias viviendas habitadas. En los pisos viven más de media docena de personas, incluidos niños. Los artificieros de la Guardia Civil se encargaron de detonar la bomba mediante una explosión controlada, y al final no hubo que lamentar daños personales ni materiales.

Si bien nadie ha reivindicado todavía la autoría del ataque, fuentes próximas al caso indican que la actuación y el material empleado tienen muchas similitudes con los utilizados en atentados anteriores atribuidos a grupos del independentismo radical gallego, como Resistencia Galega. La bomba carecía de metralla, pero tenía de todos modos potencia suficiente para causar daños estructurales en el edificio –de piedra– e incluso provocar víctimas mortales. De hecho, el artefacto no era de fabricación casera y tenía una cierta complejidad técnica.

El explosivo contaba con un temporizador, pero por el momento no se puede determinar para qué hora estaba programado para estallar ni si el dispositivo falló, pues algunas fuentes apuntan a que la bomba tenía que estallar a las tres de la madrugada del domingo para el lunes. El artefacto fue localizado sobre las diez de la mañana por un pintor que iba a trabajar en el edificio donde está la sede del PP. Le pareció extraño ver la olla a la puerta de la sede de un partido político, y se puso en contacto con un hermano suyo, que es propietario de algunos de los pisos de dicho edificio. Entre ambos llamaron a la Guardia Civil y avisaron a un funcionario municipal de Meis que pasaba por allí, de modo que hacia las 10,30 horas ya había llegado la primera patrulla.

Lo primero que hicieron los agentes fue acordonar la calle donde había aparecido el artefacto, la avenida Médico Paz. Así, se dispuso un cordón justo en el cruce de esta vía con la carretera general de Pontevedra a Vilagarcía, y otro en el centro mismo de Mosteiro, a la altura de la esquina donde está la sucursal de Novagalicia Banco. Asimismo, se avisó a los vecinos del edificio afectado y de los colindantes para que se quedaran en casa y que abriesen las ventanas.

Poco después de las 11 horas llegaron los artificieros del TEDAX de la Guardia Civil con un perro adiestrado para la detección de explosivos. Sobre las 12.15 horas de la mañana el animal se aproximó a la olla y se sentó, prueba de que el artefacto contenía en efecto explosivos. Por ello, el operativo entró en su fase más delicada.

La Guardia Civil mandó a los vecinos de las casas próximas que las abandonasen o que se refugiasen en las zonas más alejadas de la calle, mientras un robot desplazaba la olla a un descampado, al lado de una casa abandonada. Inicialmente se barajó la posibilidad de llevar a cabo una explosión controlada en el interior del campo de fútbol de Mosteiro, que se encuentra prácticamente frente a la sede del PP, pero al final se descartó esta posibilidad al existir una rampa de acceso a la acera del recinto deportivo, lo que podría dificultar la actuación del robot.

Mientras, docenas de vecinos y curiosos se congregaban a ambos extremos del cordón policial, pues la zona acotada tenía una longitud aproximada de un kilómetro. Entre ellos se encontraba el propio alcalde de Meis, José Luis Pérez, del PP, que admite que al principio pensó que se trataría de una broma. Posteriormente, condenó sin paliativos la acción, apelando a los graves daños personales que la bomba pudo haber provocado.

También se movilizó una ambulancia medicalizada del 061 de Pontevedra, por lo que pudiese ocurrir, mientras voluntarios de Protección Civil de Meis acotaban las pistas secundarias que desembocan en la avenida Médico Paz, una calle de las afueras del casco urbano de Mosteiro donde además de la sede del PP y del campo de fútbol hay varias casas unifamiliares y edificios de viviendas, y negocios como un estanco, un supermercado, un bazar, un bar y hasta un concesionario de automóviles.

La explosión controlada de la tapa de la olla tuvo lugar sobre la una menos cuarto. Una vez realizada ésta el explosivo quedó inutilizado. La detonación se escuchó como un pequeño fuego artificial, y dejó en la zona un fuerte olor a pólvora. Asimismo, los agentes peinaron la zona en busca de alguna señal o escrito que pudiesen haber dejado los autores del atentado para reivindicar la acción, pero no había nada.

Una docena de ataques similares en toda Galicia

En los últimos meses se han registrado en Galicia atentados similares en sedes de partidos políticos, sindicatos, oficinas bancarias, maquinaria de grandes obras públicas y urbanizaciones en construcción, sin que hubiese que lamentar víctimas mortales aunque sí cuantiosos desperfectos materiales.

Un informe de la Oficina Europea de Policía (Europol), al que alude la agencia de noticias Europa Press, indica en su edición de 2011 que el movimiento independentista gallego llevó a cabo ese año una docena de ataques, de los cuales cuatro serían atribuidos a Resistencia Galega –el grupo más sólido–, y los demás a personas o grupos más pequeños. Así, entre noviembre y diciembre pasados fueron detenidas un total de seis personas relacionadas con el independentismo radical gallego. Las operaciones se desarrollaron entre Vigo, Santiago y Lugo, y en los registros aparecieron algunos artefactos de fabricación casera.

Algunos de los lugares donde hubo ataques de este tipo fueron un cajero de Novagalicia Banco de Vigo, las sedes del PSOE de Negreira, Betanzos y Teo (A Coruña), así como las de A Estrada, Salceda o Salvaterra de Miño, en Pontevedra. En cuanto al PP sufrieron ataques sus oficinas de Nigrán y Gondomar, en Pontevedra. También hubo un atentado en la casa natal de Manuel Fraga en Vilalba.