Un viaje al pasado gracias a la cultura agraria

O Quinteiro de Temperán, un espacio museístico con mucho que ver y recordar

El Centro de Interpretación de la Cultura Agraria (CICA) no deja de recibir visitas

El chef Javier Olleros y su equipo disfrutaron de las costumbres, la charla y la gastronomía

Manuel Méndez

Manuel Méndez

El Centro de Interpretación de la Cultura Agraria (CICA) O Quinteiro de Temperán, sito en el lugar de Cacheirás (San Vicente de O Grove), permite al visitante viajar al pasado para conocer de cerca las costumbres, tradiciones y modo de vida de la Galicia rural de hace un par de siglos.

Se trata de un gran espacio museístico en el que tanto el mobiliario como cada rincón de la vivienda recrean a la perfección el modo de vida de antaño. Al igual que sucede en su taller, su huerto, las cuadras y su “eira” de mallar.

Visitas concertadas

Un espacio cada vez más visitado por ciudadanos de toda España que acuden tanto a título particular como en grupos, ya que es posible concertar visitas a través del teléfono 639 679 056. 

Javier Olleros en el CICA.

Javier Olleros en el CICA. / FdV

Entre los últimos grupos presentes en el CICA puede destacarse a una treintena de ciudadanos de Palma y al equipo de trabajo del restaurante con “estrella Michelin” Culler de Pau, situado en el lugar de Reboredo, muy cerca de Cacheirás.

El afamado chef Javier Olleros abanderó esta expedición en la que familiarizarse con la cultura agraria y, como no podía ser de otra manera, saborear la gastronomía tradicional, con las empanadas y los chorizos como ingredientes principales.

Este tipo de visitas son solo una parte de la multitud de actividades socioculturales que se llevan a cabo durante todo el año en O Quinteiro de Temperán, donde también se organizan talleres para elaborar esos y otros platos típicos, con motivo de la fiesta de la matanza del cerdo e incluso para plantar patatas, centeno u otros cultivos.

San Vicente

¿Por qué la parroquia de San Vicente siempre fue eminentemente rural mientras O Grove pasa por ser un pueblo marinero? ¿Por qué la puerta de la entrada de la casa se divide en dos partes que se separan por la mitad y se deja la superior abierta? ¿Para qué sirve la artesa o de dónde proviene la palabra chinero?

Son preguntas con respuesta en este pequeño paraíso etnográfico en el que resulta posible elaborar cestos con "vimbios" (mimbre) y aprender a utilizarlos como complemento para los carros de vacas.

Aprender jugando

Incluso se enseña a construir con ellos una especie de cabaña infantil que, en realidad, es la ingeniosa base sobre la que apilar la paja o las plantas del maíz, con lo que antiguamente se conseguía que los niños aprendieran jugando a elaborar ese artilugio que ellos mismos tendrían que emplear cuando fueran mayores.

Un espacio donde mientras los gatos se dedican a la caza de ratones y la "lareira" calienta la cocina, hombres y mujeres apasionados por la cultura tradicional ejercen de atentos guías para explicar al visitante, de forma detallada e individualizada, todo lo que necesita saber para descubrir cómo se vivía antaño.

En O Quinteiro de Temperán también es posible elaborar pan de centeno para llevárselo a casa o hacer chorizos cuando es tiempo de matanza, además de destilar orujo o conocer la plantas que en generaciones pasadas se utilizaban para alimentación o con fines medicinales.

Se trata, como se explicó en otras ocasiones, de la recreación de una vivienda propia del rural, con su cuadra, su galliñero y su "poleiro" -que no son lo mismo-, su alpendre y todo lo que uno pueda imaginar.

Las hojas del maíz

Durante la estancia en esta casa agraria del siglo XVIII restaurada y adaptada a usos etnográficos, culturales, didácticos y turísticos, los visitantes también pueden aprender a desgranar el maíz.

Para ello, primero conocen el "desfollador" con el que sacan las hojas que rodean la espiga; las mismas hojas, por cierto, que los dejan admirados cuando comprueban que son el relleno perfecto con el que hacer los colchones empleados en la vivienda.

No menos sorprendentes resultan la vajilla del chinero, las tazas y todo tipo de útiles expuestos en la cocina, los aperos de labranza e incluso los cuadros, candelabros, el cabezal de la cama, la artesa e infinidad de objetos más se antojan piezas de coleccionista capaces de emocionar a los más veteranos y despertar la curiosidad de los jóvenes.

En definitiva, que el recorrido por O Quinteiro de Temperán, con guías ataviados con las ropas propias de hace un par de siglos, permite al visitante sumergirse en un mundo casi de fantasía.

El mismo que se complementa en fechas puntuales con la organización de los antes citados talleres y demás actividades destinadas a todos los públicos, que sirven para complementar la formación adquirida en materia de cultura agraria durante la visita al museo.

Un reclamo turístico en el que invitan a reflexionar sobre cómo se vivía hace ya mucho tiempo y cómo es la existencia en la actualidad, cuando los teléfonos móviles de última generación y las tabletas electrónicas nada tienen que ver con el "peletre" y tantos otros entretenimientos igualmente presentes en el CICA y convertidos en parte de la historia de pueblos como el meco.