Augas Santas-Armea, probablemente los 3 km más fascinantes del patrimonio gallego

Una corta ruta circular permite viajar por milenios de historia de Galicia a través de un conjunto de fabulosos elementos nucleados en torno a la leyenda de Santa Mariña

Son solo poco más de 3,2 kilómetros, se podrían completar en 45 minutos sin apurar el paso. Pero, ¿cómo no perderse horas en la riqueza histórico-artística, en la fascinante mitología y en el encanto paisajístico de la ruta que conecta Santa Mariña de Augas Santas con la cibdá de Armea? Esta parroquia de Allariz permite realizar a pie un viaje milenario, desde el presente al tránsito de lo castrexo a la romanización, con parada inevitable en la Edad Media.

La ruta está llena de elementos singulares que por sí solos merecerían una visita. Abarcan épocas diversas —una iglesia románica, una ciudad romana, otra basílica medieval a medio construir que esconde una sauna de la Edad del Hierro...—, pero hay un nexo común que permite ir colocando las piezas de un puzle que los investigadores continúan armando.

La piedra es elocuente y el registro arqueológico abundante, pero para intentar comprender es preciso comenzar por la fusión de las mitologías pagana y cristiana. La santa Mariña del topónimo es, junto con santa Liberata, la mártir de la Gallaecia romana más conocida de la cristiandad. Nació en el siglo II en lo que hoy es A Limia y, tras morir su madre en el parto, quedó al cargo de una aya que la introdujo en el cristianismo.

Un día, ya quinceañera, cuando en se encontraba pastoreando en los accesos a la cibdá de Armea, el joven prefecto romano Olibrio la vio y quiso convertirla en su esposa, concubina o esclava. La chica rechazó las insistentes pretensiones del mandatario, hasta que este decidió vengarse acusándola de profesar la fe cristiana. Eso implicaba la muerte, a no ser que renunciase a Jesucristo.

Ahí empezó su martirio: la encerró, la colgó, la hirió con peines de hierro, la arrojó a un estanque. Pero Mariña no cedía y, a los tres días, sanaba milagrosamente de todas sus heridas. El penúltimo recurso fue quemarla en un horno, pero San Pedro apareció providencial para salvarla y dejarla en una pila próxima. Finalmente, Olibrio la mandó decapitar y su cabeza rebotó tres veces; en esos puntos surgieron tres manantiales de aguas cristalinas.

Con estas pinceladas de la historia, ya es momento de echarse a andar. La ruta, que es circular, comienza en la iglesia de Santa Mariña. En las inmediaciones, sin necesidad de entrar en el núcleo, hay dos zonas de aparcamiento habilitadas.

1.- Conjunto de Santa Mariña de Augas Santas

En el acceso más habitual al núcleo, el visitante se encuentra con una amplia plaza con la cabecera en triple ábside la imponente iglesia románica (siglo XII, con modificaciones en el XVI y en el XVIII), de unas proporciones que hablan por sí solas de la relevancia religiosa del lugar. Todo el entorno está declarado Monumento Histórico-Artístico, y es que no tiene desperdicio. La arquitectura del templo muestra un románico muy depurado, sobrio y elegante tanto en el exterior como en el interior, pero no exento de interesantes detalles decorativos (rosetones, canecillos...). Dentro se encuentra el camarín de la Santa, que protege el que sería el sepulcro en el que fue enterrada.

En este entorno se encuentran el estanque en el que se decapitó a Mariña y los tres manantiales que brotaron con cada uno de los golpes de su cabeza contra el suelo. Sobre uno de ellos se edificó la conocida como Fuente de la Santa, el otro está bajo el suelo de la pequeña capilla contigua de Santo Tomé, y el tercero hay que buscarlo en la casa de un vecino. Al norte de la iglesia se levanta la casa parroquial, un edificio del siglo XVII en el que veraneaba el obispo de Ourense. Todo el núcleo conserva la arquitectura tradicional del rural gallego.

2.- Basílica de la Asunción y el Horno de la Santa

Tras admirar la fachada occidental, con sus curiosos torreones barrocos, hay que dar atrás las casas y adentrarse por una corredoira enlosada que se adentra en un bello bosque autóctono. En el camino aparecerá una roca con una curiosa formada erosionada, conocida como Asiento de la Santa. Y en las mediaciones, muros en ruinas, a priori extemporáneos en un entorno plenamente natural. Son los restos de la basílica de la Asunción, una iglesia mandada levantar en el siglo XIII y que quedó a medio construir.

Interior de la cripta, con la sauna castrexa, conocida como el Horno de la Santa

La cripta de la basílica, construida sobre una sauna de la Edad del Hierro / Iñaki Osorio / Fernando Casanova / Brais Lorenzo

Pero si sorprendente es toparse con este edificio inconcluso, más lo es visitar lo que hay en su subsuelo: una cripta que protege una sauna con origen en la Edad del Hierro y con posteriores modificaciones en época altomedieval. Es el Horno de la Santa, donde Olibrio intentó quemar a Santa Mariña; una muestra perfecta de como el cristianismo se imbrica en las tradiciones prerromanas. Allí se encuentra la piedra formosa. La estancia, abovedada, es perfectamente visitable, con un poco de cuidado y mejor una linterna.

3.- Cibdá de Armea

Al salir del recinto se yergue el enorme Penedo da Moura y un poco más adelante las Pioucas da Santa, donde llegar la procesión dedicada a Santa Mariña. La zona está vinculada, cómo no, a aguas milagrosas y hay restos de lo que parece ser un lagar romano. Ya estamos en las inmediaciones del impresionante asentamiento de Armea, excavado en los años 50 y luego relativamente olvidado durante décadas, hasta que se retomaron en 2011 en sucesivas campañas que no dejan de arrojar resultados espectaculares. Tras el último verano de trabajos se confirmó una hipótesis que parecía cantada: el origen castrexo del poblado, levantado en un otero con vistas panorámicas a Ourense.

Pero, de momento, han emergido sobre todo estructuras de grandes domus romanas, con sus correspondientes huellas urbanísticas, que dan a entender que se trataba de un enclave rural de suma importancia en las rutas que conectaban la Gallaecia con el resto de la península. El primer excavador, Francisco Conde Balvís, encontró numerosos elementos de gran valor que llevó al Museo Arqueolóxico de Ourense; sin embargo, otros de sus hallazgos los dejó enterrados y han aparecido en los últimos años. Son bases, capiteles y fustes de columnas, varias partes de molinos y una roseta, que han pasado a conocerse como 'el tesoro de Balvís'.

4.- Yacimiento del Monte do Señoriño

De la cibdá se puede salir por los restos de la antigua calzada romana, luego reutilizada como vía de peregrinación a Santiago de Compsotela. A unos 200 metros del asentamiento un vecino a la parroquia descubrió, en 2011, un nuevo yacimiento. Aunque en un principio se propuso la hipótesis de un santuario castrexo, parece haberse impuesto la interpretación como una villa romana, al encontrarse restos atribuibles a lagares y almacenes. También se identificó una cocina y hasta una forja.

Siguiendo unos centenares de metros vuelven a aparecer las casas de hoy en día. Allí, en el muro de una finca, aguarda todavía una sorpresa: uno de los sillares muestra un petroglifo datado en la Edad del Bronce. Luego queda atravesar de nuevo una carballeira para llegar al punto de partida. Probablemente, con ganas de volver a adentrarse en una ruta inigualable.