Arte urbano

Los muros también son para ellas

Artistas de talla internacional como Lula Goce, Sax o Vanesa Álvarez rompen barreras: de los  problemas a los que se tuvieron que enfrentar cuando empezaron a pintar en la calle hasta convertirse en figuras referentes en su disciplina

M. González

M. González

El grafiti, el muralismo y el arte urbano también tiene nombre femenino. Aunque desde sus inicios (en Galicia empieza a cobrar cierta relevancia a partir de los años 80) ha estado marcado por una fuerte presencia masculina, el sector femenino ha ido, poco a poco, abriéndose paso para dejar de estar invisibilizadas. Artistas de la talla de Lula Goce, Vanesa Álvarez, Sax, Lidia Cao, Doa Oa o Xoana Almar, por mencionar algunas, son un claro ejemplo de que los muros también son para ellas.

“Que haya tantas mujeres trabajando con una calidad tan incuestionable ayuda a que no sea tan fácil decir que no hay mujeres que pintan, como nos llegaron a decir en 2016 en un encuentro profesional al que acudimos para hablar de nuestra cooperativa cultural 7H”, indica Clara Rodríguez, comisaria, junto a Amabel González, de la exposición “1984. Unha xenealoxía feminista da arte urbana galega”, que está abierta hasta noviembre en el Auditorio de Galicia, en Santiago. “En aquel encuentro no había imágenes de obras creadas en la calle por mujeres”, prosigue Rodríguez. Tras preguntar al respecto, obtuvieron por respuesta el típico: “No las pusimos porque no las hay”. No se quedaron satisfechas, por supuesto, con esa contestación.

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Clara Rodríguez y Amabel González, en la inauguración de la exposición. / Cedida

De este modo, junto a NANA, “que ha trabajado en la producción y puesta en marcha del festival ‘Desordes Creativas’ –cuya primera edición se celebró en 2008, en Ordes–, el primer festival de muralismo que tenemos en Galicia y uno de los primeros de España”, crearon el proyecto ‘Elas tamén pintan’, un programa artístico-educativo que en 2018 ganó el premio “Begoña Caamaño” a la acción cultural por la igualdad de género.

“No nos llegaba con estudiar a las artistas y quisimos facilitar que pudieran crear en las calles en condiciones de profesionalidad”, prosigue Rodríguez para hablar de la puesta en marcha del ‘Delas Fest’, en 2019, primer festival feminista de arte urbano y contextual de Europa.

La Universidade da Coruña editó este año el libro “Cando elas toman os muros. Feminismo e arte urbana en Galicia”, de 7H Cooperativa Cultural y, fruto de esta publicación se llevó a cabo la exposición “1984. Unha xenaloxía feminista da arte urbana galega”, primera muestra de arte urbano en un espacio público en Galicia, en la que cobra vital importancia el dato que descubrió Amabel González durante su trabajo de investigación para su tesis doctoral: el primer grafiti en Galicia data de 1984 y es obra de Seor, una joven que, entonces, tenía 13 años. “Ahora está totalmente desvinculada del grafiti. Yo la había localizado hacía años, pero no tenía autorización para hablar de ella más allá de círculos académicos, pero a raíz de la exposición nos dejó material y el mundo pudo conocer quién era”, explica.

“El mundo del grafiti, la cultura urbana, siempre fue un círculo muy machista, en el que las mujeres siempre tenían un papel más de exhibición”

“El mundo del grafiti, la cultura urbana, siempre fue un círculo muy machista, en el que las mujeres siempre tenían un papel más de exhibición”, dice González. “Había mujeres que también pintaban, pero como no las admitían en los grupos de los chicos la mayoría empezó a pintar por su cuenta y riesgo, por diferentes espacios”, prosigue. “Lo tuvieron muy difícil para poder avanzar”, destaca. De ahí, que ese carácter reivindicativo “vaya innato” en todas sus obras. “Casi todas tienen que ver con lo social, hablan de la experiencia vital de ser mujer, de las diferentes miradas a lo largo de la vida de una mujer”, analiza. “Algunas sufrían un acoso constante por el hecho de ser mujer, les tiraban piedras, recibían insultos... Otras tuvieron que escapar de violaciones”, relata. “En el arte urbano influye mucho el hecho de que estás pintando en la calle y eso siempre es un factor negativo más porque en las calles suceden muchas violencias a las que las mujeres están más expuestas”, dice Clara Rodríguez. También habla de los “estereotipos de género” a los que se enfrentan, a los que la gente que mira las obras “tampoco es ajena”: “Es bastante habitual que piense, automáticamente, que lo que está viendo ha sido pintado por un hombre”.

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La artista viguesa Sax (Silvia Rodríguez Pena), una de las pioneras del grafiti. / FDV

La viguesa Sax (Silvia Rodríguez Pena), que para esta exposición hizo una reinterpretación de aquel primer grafiti de Seor de 1984, está considerada la reina del spray gallego, una de las pioneras que empezó a pintar en las calles en 1998, cuando apenas había más mujeres que lo hacían. “Yo pintaba en la calle porque empezó la moda del hip hop aquí en Vigo y todos hacían algo: unos cantaban, otros bailaban, algunos rapeaban...”, recuerda. “Yo siempre dibujé desde pequeña”, dice para explicar su elección artística.

“Cuando empecé me gustaba que la gente que lo viese en la calle pensase que lo había pintado una chica, así que usaba muñecas, muchos colores rosas, algo muy de chica. Pero, al mismo tiempo, intentaba igualarme a mis amigos, tener el mismo nivel, hacer las letras con el mismo estilo y limpieza”, afirma. Su obra, de carácter totalmente autodidacta, ha adquirido dimensión internacional y ha llegado a pintar en países como Australia, Nueva York, Francia, Alemania... “Cuando llegué en el 2003 a Barcelona la gente me preguntaba si había grafiti en Galicia y, además, se sorprendían de que fuera un chica, porque éramos muy poquitas; hoy en día eso ha cambiado; seguimos siendo menos, pero, poco a poco, va habiendo más”.

“Cuando empecé a pintar eran casi todo chicos, no tenía apenas referentes femeninos”

“Cuando empecé a pintar eran casi todo chicos, no tenía apenas referentes femeninos”, asegura la baionesa Lula Goce, cuya obra se exhibe en medio mundo. “Ahora mismo hay artistas muy buenas. En España, en general, hay un nivelazo y me siento orgullosa porque cada vez hay más mujeres que pintan y, además, muy bien. Es como un ‘efecto llamada’: ves a una mujer que lo hace y quieres hacerlo”. No oculta, sin embargo, que hacerse un hueco en el arte urbano “fue difícil”. “Mis enfados me he agarrado con operarios, con ayuntamientos, con concejales, promotores y con artistas tíos también”, reconoce. “Alguna vez incluso he tenido que escuchar comentarios de la talla de que nos dan más trabajo por ser mujeres”, se lamenta. “Fui a Bélgica con mis dos hijos, uno de cuatro años y otro, de cuatro meses. El esfuerzo fue supremo: cada dos horas me tenía que bajar de la grúa para sacarme la leche y me tenía que pasar la noche con el niño en la teta. Que luego te digan algo así te hace pensar que jamás van a saber el esfuerzo mental y físico que tienes que hacer para estar ahí”. “Igual he tenido que pintar gratis unas cuantas veces o estar en el pie del cartel para poder, algún día, ser cabeza de cartel”, subraya. Por eso, considera “una gran noticia que cada vez haya más mujeres en el muralismo”, aunque “no es debido a la suerte que las cosas han cambiado, ha sido por el trabajo y el esfuerzo de muchísimas mujeres que han perseverado, han sido cabezotas y han sufrido. Gracias a ellas estamos aquí”.

“El avance logrado en los últimos años por las mujeres en el muralismo (al menos en Galicia, que es la realidad que conozco) es enorme”, dice Lorena Arévalo. “No solo por el número de artistas que están en activo, pintando auténticas maravillas con un nivel técnico y conceptual altísimo, sino porque la unidad que hay entre ellas me parece digna de mención. Creo que hay una conciencia de grupo, aunque no nos conozcamos todas, que implica una cierta incondicionalidad en el apoyo, esa cosa de contar unas con otras, de saber que hay una predisposición siempre positiva a la hora de echar un cable con algo, responder una pregunta, facilitar un contacto, delegar un trabajo. Y creo que, para llegar a esto, el papel de la cooperativa 7H, el ‘Delas Fest’ y toda la red que nació y sigue creciendo a partir de esa iniciativa es fundamental”, añade.

“El arte urbano es un ámbito tradicionalmente masculino, supongo que porque se asocia con el peligro, la noche, la clandestinidad, la ilegalidad... ¡Como si una mujer no pudiera sentirse cómoda en ese contexto! Pero es que, además, de trata de una visión muy reduccionista, porque es evidente que también hay arte urbano legal, de gran formato, a plena luz del día, financiado e incluso encargado por las instituciones”, destaca. “Es una disciplina artística como otra cualquiera. Pero la cantidad de problemas a los que se tiene que enfrentar una mujer cuando pinta en la calle (limitaciones, insultos, comentarios, “consejos” no solicitados, etc.) evidencian que todavía hay un sector de la población que no entiende, o no quiere entender, que las mujeres también tenemos derecho a estar en la calle y a que nuestro discurso tenga cabida en las paredes. Y ahí es donde entra la forma en la que las mujeres representamos nuestra realidad”.

Precisamente, el proyecto ‘Expostas’ surgió en 2017, como una iniciativa de la viguesa Vanesa Álvarez. “Vanesa contactó con el colectivo Til Diacrítico (hoy desaparecido) para sacar adelante un proyecto de arte urbano con perspectiva de género. El proyecto fue evolucionando y cambiando con el paso del tiempo, pero la base siempre fue una intención clara de devolverles a las mujeres su espacio en la calle, en el debate público. Pensamos que visibilizar a estas mujeres y, con ellas, sus discursos, era una forma de reivindicarlas tanto a ellas a nivel personal (todas las mujeres retratadas tienen nombres, apellidos e historias reales), como a las mujeres en general. Además, consideramos que el hecho de que hubiera mujeres pintando a mujeres permitiría salir de esa mirada masculina tan predominante en el mundo del arte”.

La artista viguesa Sax
(Silvia Rodríguez Pena),
una de las pioneras
del grafiti.

Vanesa Álvarez y Lorena Arévalo, ante uno de los murales del proyecto Expostas / Alba Villar

“Expostas surgió porque éramos muchas menos las mujeres que pintábamos murales que se conocieran y nos apetecía recuperar esos espacios públicos para las mujeres, dignificando la profesión de mujer artista, porque cuando empezamos parecía que los que pintaban en la calle eran solo hombres, con su capucha, agazapados... Ahora ha cambiado mucho y proyectos como éste han ayudado a ese cambio”, dice Vanesa Álvarez, afincada en Brooklyn: “Nuestra primera reivindicación era: somos mujeres, somos artistas, pintamos murales y hacemos este tipo de trabajos”.

“También queríamos poner a la mujer como protagonista en esas grandes piezas y, además, empoderar su papel en la sociedad”, prosigue: “Hemos evolucionado mucho en estos últimos años, pero todavía queda mucho por hacer y en ello estamos”.

“Hay que crear un ambiente más amable y conciliador para que sea una profesión a la que pueda acceder más gente, incluso personas con limitaciones físicas o con otras capacidades. De lo contario, seguirá siendo mayoritariamente una profesión de hombres blancos, heterosexuales y en plenas facultades físicas”, asegura Clara Rodríguez.

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La artista neoyorquina Lady Pink, considerada la primera dama del grafiti mundial, formará parte del jurado de los Premios Xuventude Crea, convocados por la Consellería de Política Social e Xuventude, y estará en Santiago el fin de semana del 20 y 21 de octubre. También impartirá una conferencia durante su estancia en Galicia.

La artista, nacida en Ambato (Ecuador), empezó en el mundo del grafiti a los 15 años, siendo una de las pocas mujeres que lo hacía en aquella época; conoció a Andy Warhol y sus obras han sido expuestas en el Whitney Museum, en el MET, el Tate Modern de Londres o el MoMa de Nueva York. Hoy crea murales en todo el mundo movilizando artistas para crear en comunidades culturalmente desfavorecidas.

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