La explosión del arte urbano en Galicia –con grafitis, murales o stencil (plantillas)– en los últimos años ha dado a conocer a más de una veintena de grandes creadores que dedicándose profesionalmente a muralistas con spray o brocha en mano han logrado dar color, transmitir mensaje y plasmar arte en paredes deprimidas de numerosos pueblos y ciudades. La alta calidad de muchos les ha valido de pasaje para realizar su trabajo fuera de Galicia en otras autonomías o en más de una decena de países.
En estos últimos años, muralistas gallegos han creado obras (de pago) en Estados Unidos, México, Bolivia, Portugal, Francia, Bélgica, Alemania, Grecia, Reino Unido, Italia, Emiratos Árabes Unidos o Marruecos.
Tan reseñable es la calidad de estos creadores que en la última edición del concurso del mejor mural del mundo (iniciativa de Street Art Cities) tres artistas gallegos han logrado que su obra figure en el top 10.
Por un lado, el lucense Diego As (número 1 con su Julio César de Lugo); el ourensano Mon Devane, séptimo con el luthier Germán en Triacastela (Lugo) de la serie de murales de Estrella Galicia para el Camiño de Santiago; y Lula Goce, décima, por una obra en Aranda del Duero (Burgos) con una imagen sobre el cáncer de mama.
La obra de esta baionesa se puede encontrar en diversos puntos de Galicia, incluido Vigo por el programa del Concello de recuperación de medianeras, donde admiramos junto al Mercado das Travesas la imagen de dos jóvenes de larga melena con confidencias al oído.
En Nueva York, Lula Goce presenta varios murales como el que muestra a la actriz Blanca Suárez protegiendo a un cisne de un halcón para denunciar el tráfico de niños.
Tanto Lula Goce como Mon Devane –que también presenta obra en Vigo– viajan todo el año por el globo para pintar muros o paredes. En un vistazo al Instagram del ourensano Mon Devane encontramos un mural sobre un edificio de Grecia, en Patras, “El nuevo Dionisio”.
En él, podemos ver la imagen del actor gallego Chechu Salgado (Premio Goya por su trabajo en “Las leyes de la frontera”) vestido de dios Baco con un peliqueiro tatuado en el brazo. “Chechu es de Sober donde hay una gran tradición de vino y Baco, dios del vino, está asociado al origen del carnaval. Siempre me gusta establecer una conexión entre el lugar donde pinto y Galicia”, explica.
Mon comenzó en el mundo del hip hop y grafiti cuando era adolescente plasmando sus primeras pinturas en un muro en Ourense que se reserva para el arte urbano y que se repinta una y otra vez.
Posteriormente, se formaría en la Escola de Arte Antón Faílde en Ilustración y Diseño Gráfico. “Al principio, explica, no tenía la aspiración a dedicarme a esto (arte urbano), solo lo hacía por hobby pero después descubrí que había muchos concursos y concentraciones de grafiteros en O Porriño, Lugo... Descubrí este mundo de los murales y me empezaron a encargar pequeños trabajos comerciales en Ourense”, recuerda.
El primer salto al extranjero lo dio en 2016 enviando un portfolio a un festival de México para acabar pintando en Monterrey, Ciudad de México y Cancún. Fue en Monterrey, donde pintó un juego de niños donde comían un pimiento de Padrón. “Como dije antes, enfatiza, siempre busco vínculos entre el lugar donde pinto y la cultura gallega. Yo pinté un pimiento de Padrón pero ellos pensaban que era un chile, lo que a su vez retomaba el dicho de ‘pementos de Padrón, uns pican e outros non’”.
Para Devane, el muralismo supone también un “atractivo turístico. Hay artistas que tienen mogollón de seguidores y la gente que ve su trabajo quiere conocer esos pueblos o ciudades donde están los murales”.
Diego As comparte con Mon el gusto en su adolescencia por la cultura hip hop. “Con 14 años empecé a pintar grafitis en la calle, en sitios abandonados. Con mis amigos, íbamos a festivales de arte urbano de Galicia, éramos como una crew. Fui evolucionando, haciendo serigrafías, grabados, diseño gráfico. La gente me veía pintando en la calle y me iba encargando trabajos y poco a poco me di cuenta que podía vivir de esto”, rememora el lucense Diego As.
Reconoce que la distinción del mejor mural de street art del mundo a su Julio César le ha servido de “escaparate” y que tiene amarrados dos proyectos para pintar en el extranjero. Fuera de Galicia podemos ver obra suya en Soria, con una imagen de El Cid o en Pola de Siero en Asturias, con un mural de osos, sin olvidar otro interior en O Porto dedicado al eléctrico amarillo de Portugal. Diego agradece que en Galicia ya no se ve el street art como vandalismo. “El grafiti bien hecho puede ser algo favorable para la ciudad”, recalca.
Por otra parte, las mujeres son las protagonistas de los murales de Lidia Cao, que que cursó Ciclo Superior de Ilustración en la EASD Pablo Picasso de A Coruña. La compostelana ha elaborado trabajo en Galicia pero también en Portugal, Italia, Francia, Alemania o Grecia.
Cao creció en Ordes y allí con los talleres de muralismo de Mutante Creativo o con el festival de arte urbana Desordes Creativas. Recuerda con la primera obra que realizó se “sintió muy bien” por poder expresarse “públicamente. Pintando siento felicidad pero también responsabilidad porque estás modificando y cambiando un espacio público donde convive gente que vivirá con esa nueva cara muchos años”.
Confiesa que le gusta tratar la emoción como algo metafórico. Emplear pocos elementos para representar un estado anímico o un mundo interior libre de interpretación”.
Los animales también tienen una parte protagonista importante. “Son parte crucial en la vida humana”, subraya para recordar que las personas “no somos las únicas que sentimos”.
En cuanto al universo de sus murales, reconoce que le gusta “tratar temas del subconsciente o de la salud mental pero desde una perspectiva onírica y poética. Lo cierto es que la gente cuando ve una imagen muy evidente sobre un tema digamos incómodo es reacia a aceptar esa imagen. Me parece muy importante tratar el mundo interno y la salud mental a través de imágenes sutiles y aparentemente dóciles”.
Desde su punto de vista, “el mundo está lleno de cosas sorprendentes, unas preciosas y otras no tanto, lo mismo pasa dentro de nosotros mismos, tenemos un universo infinito en nuestra mente difícil de explorar en muchas ocasiones”.
Mensaje también traslada con sus murales la viguesa Vanesa Álvarez que lleva trabajando estos últimos años como muralista en Nueva York y quien desde allí ha notado la evolución de este arte en Galicia donde “hay una cantera espectacular de artistas muralistas como Lula Goce o Mon Devane”.
Vanesa comenzó en el diseño gráfico y las artes plásticas, aunque siempre le gustó pintar. Llegó un día en el que empezó a estar fatigada de trabajar en oficina surgiendo la idea de pintar los primeros murales.
Junto al poeta Marcos de la Fuente llevaba el bar La Fiesta de los Maniquíes en Vigo, un polo de actividades culturales en la zona de Churruca, al tiempo que dirigían el Festival Kerouac de poesía con el que prosiguen desde EEUU.
“Con este certamen empezamos a viajar y en Nueva York (N.Y.) tuve mi primera oportunidad de pintar un mural. Fue en Casa Galicia y dedicado a Rosalía de Castro. Comencé a ver que era posible ejercer esa profesión en N.Y. que había muchísimas oportunidades”, lo que les motivó a hacer la maleta, dejar Vigo y establecerse en la megaurbe, explica.
Destaca que allí “funciona muy bien por convocatorias abiertas y muy transparentes. Envías tu currículo, tus trabajos anteriores y algunos te piden alguna propuesta. Es como muy democrático, está al alcance de todos poder trabajar con las instituciones de la ciudad”, describe.
Además, siente que “el trabajo de artista está muy dignificado aquí (Nueva York) y bien remunerado, aunque en Galicia se está progresando mucho y se está empezando a dignificar”.
Entre los trabajos realizados, figura una colaboración para el New York City Health Hospital por la que pintó un mural dentro de un hospital en el Bronx, procurando siempre plasmar su visión feminista y el empoderamiento de la mujer.
Aunque la muralista compostelana Xoana Almar también considera que ha aumentado mucho la profesionalización de los muralistas en Galicia, cree que en muchos casos se considera un “arte menor. A veces, te encuentras con situaciones donde la gente opina sobre lo que tienes que hacer. Creo también que en Galicia hay una situación mejor para el muralismo en comparación con otros lugares donde no es tan fácil vivir de esto”.
Xoana Almar colabora en ocasiones con el muralista Miguel Peralta en la cooperativa Cestola na Cachola. Ambos realizan principalmente su trabajo en Galicia pero en 2017 les invitaron a intervenir con sus murales en varias aldeas de la Serra da Estrela de Portugal donde trabajaron viviendo con los lugareños y empapándose de su cultura que plasmaron en la obra.
Fascinada e influenciada por Maruja Mallo, Seoane o Isaac Díaz Pardo, reconoce que a la hora de empezar a pintar un mural lo que siente es “presión por los plazos del trabajo y porque quieres que quede bien. Después del primer y segundo día es cuando empiezas a disfrutar del dibujo”.