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Mujeres fuera de serie

La pintora que dialoga con la ciudad

Lula Goce realiza extraordinarios murales por todo el mundo y participa en las ferias y festivales más importantes de arte contemporáneo. La baionesa reivindica el papel de las mujeres en el Street Art, que no reciben el mismo reconocimiento que sus compañeros

La pintora Lula Goce, en su nuevo estudio en Nigrán ALBA VILLAR

Sus impresionantes murales iluminan calles de su Galicia natal, pero también de toda España y de Estados Unidos, Alemania, Irlanda, Bélgica, Suecia, Italia, Austria, Francia, Portugal o Azerbaiyán. Lula Goce, aquella niña a la que sus padres regalaban pinturas siempre que podían es hoy lo que siempre soñó: una reconocida artista urbana que enlaza un trabajo tras otro y disfruta, en las alturas de la grúa, de la realización de cada uno de ellos.

La pintora baionesa tiene genética marinera. Su abuelo y después su padre trabajaron en barcos de pesca y su madre vendía el pescado en Vigo. Fue en el taller de ebanistería de uno de sus tíos, donde Lula pasaba muchas horas, donde descubrió su talento para trabajar con las manos. Aunque si mira más atrás en su árbol genealógico, nos descubre que no es ella la primera artista de la saga. “La familia de mi tatarabuelo eran titiriteros valencianos y tenían una compañía de teatro con la que iban de gira por toda España. Una de ellas, durante las guerras carlistas, les pilló en Galicia y decidieron quedarse aquí”, relata.

Con esa peculiar mezcla por sus venas, Lula fue creciendo y la artista se fue forjando. Con solo 5 años sufrió la pérdida de su padre, que falleció repentinamente de tétanos. “Tengo imágenes de él; le encantaba leer y sé que hacía grandes esfuerzos, junto a mi madre, por darnos lo mejor a mi hermano y a mí”, afirma. Fueron sus padres los que vieron que a la niña se le daba muy bien pintar, pero en aquellos momentos no era habitual acudir a clases de pintura, así que Lula fue aprendiendo de forma autodidacta y mostraba sus avances -sus dibujos pero también sus escritos- en la revista del colegio, que primero fue el Fontes Baíña de Baiona y después el Divino Salvador de Vigo.

Cuenta Lula que no era buena estudiante y, tras repetir lo que era entonces 7º de EGB, decidió seguir los pasos de su hermano, -“que era mi gran referente”- y estudiar FP de Administración.

Fue durante una excursión que realizó con el instituto a Salamanca cuando descubrió aquel bullicioso y motivador ambiente universitario y soñó en voz alta con ser una de aquellos alumnos. “Tuve dos grandes profesores en esos años y fueron ellos los que me animaron a dar un paso que a mí me parecía imposible: cursar el COU y matricularme en Bellas Artes en Salamanca. Y así fue y se abrió todo un mundo de posibilidades para mí”, asegura.

Con 18 años, Lula comenzó en Salamanca una etapa dura pero repleta de experiencias. “Mi madre hizo un gran esfuerzo para que pudiera estudiar fuera y me sentía muy afortunada”, agradece.

La pintora Lula Goce, en su nuevo estudio en Nigrán ALBA VILLAR

Lula admite que convenció a su madre con el argumento de que al finalizar la carrera “prepararía una oposición y sería profesora, algo que en aquellos tiempos era sinónimo de estabilidad y tranquilidad”. Sin embargo, muy pronto se dio cuenta de que su creatividad no encajaba en los límites de un aula.

Ya mientras estaba en el instituto, Lula disfrutaba pintando paredes. “Lo hacía con pincel y pintura y muy pocas veces en plan ilegal, más bien realizaba encargos para bares y cosas así. Nunca sentí esa necesidad de descargar adrenalina que sí tenían otros chicos que pintaban grafiti”, advierte.

Lo que realmente fascinaba a la artista de este tipo de pintura era el hecho de interactuar en un espacio público “en el que la obra interviene en el día a día de las personas que habitan ese espacio”.

Ya durante la carrera, Lula participó en diversas exposiciones, logró diversas becas y recibió premios. Saltaba a la vista que había encontrado su lugar.

Lula Goce en Córdoba Cedida

De Salamanca se trasladó a Barcelona, en principio para estudiar el CAP -requisito que se exigía para impartir clases- y realizó sus prácticas en un colegio y más tarde en una escuela de moda y en Publicidad. “Barcelona era una ciudad complicada y convulsa. Trabajé en un taller de serigrafía y entré en contacto con el circuito grafitero de la ciudad. Salíamos a pintar, participaba en exposiciones en antiguas fábricas del Poblenou con artistas de todo el mundo… Había mucha precariedad, pero el ambiente era increíble”, recuerda.

Fue mientras residía en la ciudad condal, en 2015, cuando Lula dio el salto al mural de grandes dimensiones al proponerle la escultora belga Anne Quinze una intervención en una pieza de contenedores en el festival North West Walls. “Fue una odisea porque acababa de tener a mi segundo hijo y me asustaban esas enormes dimensiones, pero no quería perder aquella oportunidad. Finalmente vinieron mi madre y mis hijos a Bélgica conmigo y me bajaba de la grúa para dar al bebé de mamar y a seguir. ¡Fue una experiencia catártica y me atrapó ese mundo!”, recuerda.

A su reafirmación definitiva hacia el muralismo contribuyó el regreso de Lula a la universidad para estudiar un máster y cursar el doctorado, donde fundamentó teóricamente el significado de la pintura mural urbana: “Fue maravilloso regresar a las aulas con otra mentalidad y bagaje”, considera.

Desde entonces, Lula no ha parado de pintar impresionantes medianeras por todo el mundo, sin renunciar a la obra en lienzo.

La pintora Lula Goce, en su nuevo estudio en Nigrán ALBA VILLAR

Para realizar este tipo de trabajos, Lula precisa estar en buena forma física ya que cuando realiza un mural trabaja entre 8 y 12 horas al día en las alturas y forzando el cuerpo. “Es normal tener contracturas”, advierte. Maneja ella misma la grúa, algo que aún hoy en día sorprende a algunas personas pero a lo que ella resta todo valor. “Es mucho más sencillo manejar una grúa que conducir; tenemos que romper con esos estereotipos”, advierte.

“Me encuentro con libros sobre arte urbano en los que solo destacan trabajos de hombres, cuando hay muchas mujeres que llevan años realizando excelentes trabajos y no se les da el reconocimiento que merecen”

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La artista lamenta la escasa visibilidad que tienen las mujeres muralistas. “Me encuentro con libros sobre arte urbano en los que solo destacan trabajos de hombres, cuando hay muchas mujeres que llevan años realizando excelentes trabajos y no se les da el reconocimiento que merecen”, reivindica. Tampoco está de acuerdo con que se potencie a las mujeres con actividades exclusivas para ellas. “Me parece que hacer un festival solo de mujeres va en nuestra contra, como si fuésemos de segunda división o nos llamaran por ser mujeres y no por la calidad de nuestros trabajos: a mí me gusta el arte, de mujeres y de hombres, y compartir el trabajo es lo que nos enriquece”, considera.

En los trabajos de Goce abundan los personajes femeninos, los niños y la naturaleza. Sin embargo, no quiere encasillarse. “Los niños son para mí una fuente de inspiración y tomaba a mis propios hijos o sobrinos como modelos. Soy mujer y obviamente tengo una visión femenina de la vida y conozco mejor nuestra naturaleza, pero también me encanta pintar hombres”, advierte.

La pintora Lula Goce, en su nuevo estudio en Nigrán ALBA VILLAR

El hogar de Lula Goce continúa en Galicia y acaba de inaugurar su nuevo taller en Nigrán, pero casi todos los meses pasa una semana o 10 días en alguna ciudad del mundo subida a una grúa con sus pinceles.

En su afán por limitar las estancias fuera de casa tienen mucho que ver sus hijos de 7 y 11 años, que ya dan muestra de seguir los pasos de su madre: “El mayor pinta y al pequeño le atrae más la escultura… En casa tengo una pared libre para ellos”, apunta la madre.

La otra pata que hace posible la logística familiar es el padre, Ventura Villar, director de arte y regidor “que lo ha dejado todo para trabajar conmigo y llevar mi representación y toda la gestión”, agradece la artista. A veces la acompaña en los viajes; otras, los cuatro suben al avión. “A los niños les encanta viajar con nosotros y están viviendo experiencias fantásticas”, afirma Goce.

El próximo destino de la muralista es Washington donde estos días desarrollará un proyecto en el hall de la embajada española. También participará a principios de diciembre en la prestigiosa feria de arte contemporáneo Art Basel de Miami; prepara una exposición en la galería Espinasse31 de Madrid y una colectiva en Suecia.

Con una vida tan ajetreada, no es extraño que lo que más le apetezca a Lula cuando descansa es disfrutar de su familia con planes sencillos: pasear por la playa y el monte, leer... Aunque su cabeza nunca deja de imaginar mundos de color. 

Las pioneras: Artemisia Gentileschi, la gran pintora del Barroco

"Autorretrato como alegoría de la pintura", obra de Artemisia Gentileschi

Artemisia Gentileschi (Roma, 1593-Nápoles, 1656) fue una de las grandes pintoras de la historia del arte. La mayor de cuatro hermanos, descubrió su vocación en el taller de su padre, el pintor Orazio Gentileschi, uno de los grandes exponentes de la escuela de Caravaggio. A los 17 años la violó otro pintor, un suceso que denunció y que marcó su vida.

Nada más terminar el juicio se casó con Pietro Antonio Siattesi y se marchó a Florencia para huir del escándalo. Allí nacieron sus cuatro hijos y disfrutó de una fructífera etapa profesional: trabajó para el gran duque Cosme I y fue la primera mujer en ingresar en la Academia del Diseño. También fue una de las elegidas para decorar la Academia Buonarotti.

Su marido, endeudado, la abandonó en Florencia y Artemisia regresó a Roma. Tras un periplo por Europa, se instaló en Inglaterra, donde su padre era pintor cortesano. Cuando Orazio murió, Artemisia regresó a Nápoles. 

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