“Todos cayeron al mar, los niños también...”

Una ofrenda floral y el estreno de un documental recuerdan el naufragio de febrero de 1940 en el que murieron 23 vecinos de la parroquia de Vilalonga, en Sanxenxo

Concepción Dadín, que perdió a su padre y a su hermana, y Maximino González, testigo del naufragio.   | // RAFA VÁZQUEZ

Concepción Dadín, que perdió a su padre y a su hermana, y Maximino González, testigo del naufragio. | // RAFA VÁZQUEZ / Susana Regueira

El 25 de febrero de 1940 era domingo y 32 vecinos de Vilalonga tomaron el barco de “Os do asento”. Entre los que subieron al galeón a vela estaban el padre y la hermana mayor de Concepción Dadín Méndez, que entonces tenía 6 años. “Lo recuerdo, recuerdo aquel momento como la niña que era, aunque después fuimos hablando y al entender todo lo que pasó ya todo fue más serio, pero en aquel momento no sabía, era muy pequeña”, explica a FARO esta vecina que fue ayer una de las protagonistas del homenaje a las víctimas del naufragio que se produjo hace más de 80 años en esa parroquia de Sanxenxo.

El alcalde, Telmo Martín, y el subdirector xeral del Servizo de Gardacostas de Galicia, Lino Sexto, encabezaron el acto de recuerdo, en el que participaron numerosos vecinos que llenaron una carpa instalada en el peirao de Arnosa, en Vilalonga, bajo la que se ofició una misa. Entre los asistentes, Maximino González, que fue testigo de la tragedia y que con Concepción Dadín fue el encargado de llevar hasta el mar un ramo de flores en recuerdo de los 23 fallecidos en el siniestro, en su gran mayoría mujeres y niños.

Las víctimas habían acudido a mariscar berberechos y almejas. “Aprovechaban la marea seca”, recordó el representante vecinal durante el homenaje, para obtener algún ingreso extra con los que “comprar artículos de primera necesidad” en un momento de enorme miseria “en el que aún no había pasado un año de la Guerra Civil, que tanta desventura y hambre provocó” en los hogares de la parroquia.

Concepción Dadín, que perdió a su padre y a su hermana, y Maximino González, testigo del naufragio./ | RV

Numerosos vecinos asistieron al oficio religioso en memoria de las víctimas./ | RAFA VÁZQUEZ / Susana Regueira

Mi padre nunca iba a mariscar, pero aquel día el del barco se ofreció a llevarlos y les dijo que si querían también podían llevar a los niños, para que viesen el barco”, relata Concepción Dadín, cuya hermana tenía 14 años en el momento del naufragio. Éste golpeó a numerosas familias, cuyos apellidos se recordaban ayer en los paneles instalados en la carpa. Con los nombres de las víctimas, las noticias de FARO de ese febrero en las que daba cuenta del siniestro, que por lo demás tuvo escasa presencia en la prensa del momento.

Maximino González lo recuerda vívidamente. Hoy tiene 94 años y asegura que no ha olvidado nada. “Fue sobre mediodía” y él ocupaba un segundo barco con un familiar. Vio a todos los fallecidos, “ya los había visto antes en la marea seca, porque andábamos todos a coger el marisco. Yo venía en otro barco con mi primo y pasamos por detrás; mi primo tuvo la intuición de bajar bastante la vela, casi la mitad, pero el otro no tuvo ese acierto”.

Maximino González recuerda vívidamente el naufragio. Hoy tiene 94 años y asegura que no ha olvidado nada. Ocupaba un segundo barco con un familiar y fue testigo directo de la tragedia: "Fue terrible"

Las fuertes rachas de viento golpearon duro a las dos embarcaciones cuando se dirigían a Arnosa. El primo de Maximino González advirtió en ese momento “que van a embestir en la piedra, que van a embestir en la piedra”, en alusión a la roca contra la que golpeó el velero. “Había una ventolera de esas terribles y con la velocidad que llevaban embistió a la piedra y el barco volcó”, recuerda el testigo. En ese punto “toda la gente se cayó al mar, todos, los niños que iban también, y nadie los pudo ayudar”.

Ofrenda floral en el pantalán de Arnosa.   | // RAFA VÁZQUEZ

Ofrenda floral en el pantalán de Arnosa. | // RAFA VÁZQUEZ / Susana Regueira

Muchos quedaron bajo la vela. Recuerda que apenas unos minutos después del siniestro “estaba sentado en la proa y pasaban los cuerpos a mi lado, unos iban braceando, otros los llevaba la corriente… Fue terrible, lo tengo aún ahora aquí metido”, explica sin poder evitar la emoción.

La mayoría de las víctimas eran mujeres y niños. Habían acudido a mariscar, aprovechando la marea baja, para poder contribuir a las economías familiares en un escenario de subsistencia

Ésta también definió todo el homenaje, celebrado en un punto desde el que podía verse O Veiró, “la roca contra la que golpeó el barco”, explican los vecinos, a unos metros de la costa. El párroco de Bueu, José Luis Moldes, ofició la misa, enmarcada en una jornada de actividades que buscan “rescatar del olvido un suceso tan trágico que trajo luto y tristeza a nuestra comunidad parroquial”, recordaron la Asociación de Vecinos O Salnés de Vilalonga y Codesevi, organizadoras del encuentro.

Tras expresar su agradecimiento por la ayuda que encontraron en todas las administraciones, a la cabeza el Concello y la Diputación, y en particulares, como el grupo de empresas Cerámicas Campo, destacaron que “con este sagrado acto y con la confección de un documental” se busca recuperar la memoria “sucesos tan trágicos como los que sucedieron a escasos metros de donde hoy estamos y que se cobraron la vida de niños y jóvenes”.

FARO fue uno de los periódicos que se hizo eco del naufragio, por lo demás poco divulgado en la prensa de a época

FARO fue uno de los periódicos que se hizo eco del naufragio, por lo demás poco divulgado en la prensa de a época / RAFA VAZQUEZ

Recordó que “embarcaron en un galeón a vela que los trasladó a los arenales próximos para aprovechar la marea baja” y extraer marisco “para vender o llevar alimento a los que quedaban en casa”. Eran tiempos aciagos, añadió, en los que estas pequeñas aportaciones ayudaban a las precarias economías familiares “a comprar otros artículos como el arroz o otras legumbres que no se daban en nuestras huertas; o también comprar un paño para tapar los remiendos o pagar el recibo de la luz”.

La ovación de los vecinos tras la oración dio paso a la ofrenda floral. Ésta tuvo lugar en el pantalán de Arnosa y rubricó una mañana dedicada a la memoria de un tiempo duro.

La memoria de “Os afogados de Arnosa”, en 27 testimonios

La memoria de “os afogados de Arnosa”, como son conocidas las víctimas del naufragio, es una de las grandes protagonistas de <strong>“O barro da vida</strong>”, el documental del realizador Xan Leira en el que se aborda la tragedia y, con ella, la tradición tejera como motor económico de Vilalonga.

El documental se estrenó en el bar Spa en dos sesiones y en apenas 24 horas se agotaron las entradas, de modo que se repetirán los pases el próximo día 5.

El director explica que “se aborda la tradición tejera y cerámica en Vilalonga, que es antigua y que como explotación minera está muy vinculado al trabajo manual, artesanal”, y que implicaba también a mujeres y niños en un escenario de subsistencia.

El documental se centra en esa historia del trabajo “y en esa escenario surge la desgracia del hundimiento de un galeón aquí frente a la costa de Vilalonga y en el que mueren 23 personas que iban al trabajo del marisco”. Para rescatar esta memoria ha recurrido a los testimonios de 27 vecinos “todos vinculados directamente a la historia del naufragio y del barro, que reconstruyen a través de sus recuerdos”.

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