Una casa gallega de premio que no necesita calefacción

“La situación del planeta nos obliga moralmente a cuidar nuestro entorno”, defiende Quico Jorreto, galardonado por el proyecto de esta ‘passivhaus’ de Celanova, con consumo energético casi nulo

La casa tiene una gran capa aislante y los espacios se orientan al sur para mejorar el soleamiento.

La casa tiene una gran capa aislante y los espacios se orientan al sur para mejorar el soleamiento. / Héctor Santos-Díez

Javier Fraiz

Javier Fraiz

Dijo Le Corbusier, uno de los arquitectos más influyentes del siglo XX, uno de los padres del diseño moderno, que una casa debe proyectarse con la aspiración de que se convierta en un “estuche de la vida” y en “una máquina de la felicidad”. La diferencia entre una construcción y un hogar reside, por lo tanto, en los detalles. El factor hospitalario es el elemento diferencial.

“La arquitectura y la construcción tienen hoy un papel fundamental en la sostenibilidad, a través de la realización de edificios que tengan el menor consumo energético posible, tanto en su construcción como durante su vida útil”, defiende el arquitecto Manuel Jorreto Díaz, Quico. El proyecto de una ‘passivhaus’ en Celanova, la primera de sus características finalizada en la provincia de Ourense según ese estándar y certificación constructivos, le depara galardones.

En 2022, Jorreto fue reconocido en los premios Gran de Area por esta iniciativa. Hace unas semanas, recibió el reconocimiento en la categoría de sostenibilidad de los Premios de Arquitectura e Rehabilitación de Galicia. “La situación actual del planeta nos obliga moralmente a volver a cuidar nuestro entorno, a pensar en cómo dañar lo menos posible el medio que nos rodea”, sostiene.

Las habitaciones de la vivienda son espacios polivalentes.

Las habitaciones de la vivienda son espacios polivalentes. / Héctor Santos-Díez

Una temperatura que no baja de 19º en invierno

La casa de Celanova, de líneas rectangulares, desarrollada en una planta baja e integrada en el paisaje –como si la naturaleza le diese abrigo–, tiene un consumo energético casi nulo y no necesita calefacción, gracias a un sistema de ventilación controlada que recupera el calor y permite que la temperatura no baje en invierno de los 20 o 19 grados, ni suba en verano de los 25. En cinco años se recupera, por el ahorro energético, el sobrecoste de apenas un 5% con respecto a una vivienda convencional.

La cubierta es ajardinada y la vivienda se integra en el paisaje del lugar.

La cubierta es ajardinada y la vivienda se integra en el paisaje del lugar. / Héctor Santos-Díez

Todos los espacios vivideros se orientan al sur, para mejorar el soleamiento. Las aperturas tienen un sistema de contraventanas practicables y un pequeño alero para la protección solar. La fachada norte que da al vial de acceso está prácticamente cerrada por completo”, describe el autor.

Brais Lamela expone en la novela-ensayo ‘Ninguén queda’, reconocida con el Premio Nacional de la Crítica en lengua gallega de 2022, que la cuestión que caracteriza a una casa es “se xurdiu como un descanso no camiño ou como un espazo onde quedar; se os lugares existen para marchar deles ou para retornar”.

La arquitectura popular como modelo

En proyectos como el de Celanova, en un entorno rural, donde la despoblación amenaza, Quico Jorreto se ha inspirado en parte en la arquitectura popular, la que caracterizaba las aldeas. “Era un ejemplo de sostenibilidad, con el uso de materiales del lugar y estrategias pasivas, como la búsqueda del correcto soleamiento y el aprovechamiento de las inercias térmicas, mediante galerías o solainas, por ejemplo”.

El arquitecto lamenta que “la técnica mal interpretada de la segunda mitad del siglo XX dio lugar en Galicia al abandono de todos estos criterios lógicos y de sentido común de la arquitectura popular”.

El proyecto galardonado de Celanova, que quedó rematado a finales de 2021, “podría definirse a nivel conceptual como un pequeño y amable contenedor de madera y vidrio, envuelto por otro contenedor blanco y vegetal incrustado en el terreno, como si fuera parte de este”, subraya Quico Jorreto. La cubierta de la casa es ajardinada, casi como una prolongación vegetal de la propia parcela, que la fusiona con el territorio.

La integración de la vivienda en el entorno.

La integración de la vivienda en el entorno. / Héctor Santos-Díez

Diseño del interior.

Diseño del interior. / Héctor Santos-Díez

Así se configura la vivienda

“Se plantea un garaje o espacio polivalente abierto, situado en la zona oeste de la parcela y semienterrado, fuera de la envolvente energética”. Dentro de la misma “y superaislada”, continúa el arquitecto –hay 20 centímetros de material de aislamiento–, “se sitúa la vivienda, con el salón cocina en la parte sur, proyectado con vistas hacia la villa de Celanova y hacia la parcela. Las habitaciones también se abren al sur y al interior de la parcela y se plantean como espacios polivalentes y transformables”, finaliza.

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