Opinión

Vivienda unifamiliar preindustrializada

Vigo fabrica coches. Fue un chico listo en la industria. Generaciones de vigueses se reconocen en habilidades, entresijos, azares y fortuna, del montaje de útiles mecánicos ideados para facilitar la vida a las personas. ¿Tocará otra vuelta de tuerca? Podría, en día no lejano ¿A título de qué? Miremos a la calle: Juventud sin vivienda es un disparate tal, que tira del acelerador de la construcción industrializada. No es solución, pero sí parte de ella.

¿Indicios de ajetreo? Cerca, hay señales a interpretar. Pequeñas viviendas unifamiliares, livianas, de cimentación sencilla (no pesan, son puro aislamiento), estructura premontada y construcción en seco, surgen casi de la noche a la mañana. Variadas de forma, lucen un semblante novedoso y, a la vez, próximo al legado del hórreo. Comparten la ligereza y saber estar de una caja climática eficiente flotando sobre el terreno. ¿Hay algo ahí? Puede que sí.

a) El ámbito metropolitano de Vigo, si por algo se caracteriza, es por espabilar ante el problema de la vivienda. En cada época lo hizo. Dado que las Administraciones públicas rehúyen el papel incómodo de casero, se arregló la vida por sí mismo: las periferias urbanas son testimonio fiel, una enciclopedia. Ahora, ante una carencia tan terca, hay indicios de rebeldía entre los jóvenes, voluntad e inteligencia por buscar y encontrar.

b) El ámbito metropolitano de Vigo, si por algo se caracteriza, es por su asiento primigenio sembrado de núcleos legendarios. Su genio territorial son “las afueras”, tanto urbanas como de núcleo rural. Y se da la circunstancia feliz de que hay ahí multitud de parcelas, a rebosar, que cuentan con servicios, directamente edificables para vivienda unifamiliar dentro de delimitaciones urbanísticas. Hay que darse cuenta: oportunidad rápida de alfombra roja a la vivienda.

c) El ámbito metropolitano de Vigo, si por algo se caracteriza, es por la estirpe de maestros constructores, tan tradicional como resiliente. Tribu ejemplar. Engullido el sector de la construcción por el fiasco financiero de 2008, se reinventan día a día, incorporan modales frescos, tecnología. Admirable. Afrontan problemas ¿irresolubles?, escasez de mano de obra, precios disparados, entonando un “mix” de componentes artesanales e industria puntera.

Gropius, en 1927, construyó en Stuttgart dos prototipos de viviendas enteramente prefabricadas para dar respuesta a las necesidades de la familia alemana. Aquello no cuajó, pero timbró pedagogía. Se supo que la prefabricación por sí sola no abarata costes y que, si bien sus alas portan pura dinamita racional, sin aliento social la llama se apaga. Tras vicisitudes penosas, ahora, asistimos a un salto cualitativo ilusionante.

El imperativo de la construcción (lo logrará) es no descolgarse de las bondades económicas, medioambientales y de calidad, que aventuran los actuales procesos industriales, su disciplina de gestión y suficiencia técnica. En sintonía con ello, ya cogió el testigo de la prefabricación, la construcción “off site”. Una manera de preindustrialización que apura al máximo el premontaje en fábrica de componentes edificatorios, de volúmenes acabados “para llevar”.

Y añadamos un paso más. El paso propio, muy conveniente y genuino del país: ensamblar rehabilitación con excelencia industrial. Es decir, sumar premontaje industrial en fábrica y posmontaje artesanal in situ. Una belleza intelectual y un proceder útil que afiance la “integración estética y ambiental” que demandan las normativas y la sensibilidad social. Prever la tangencia entre estas nuevas pequeñas viviendas y la rehabilitación.

Enseguida, nos resultará inconcebible haber vivido sin el vehículo idóneo para la accesibilidad de corta distancia. El patinete eléctrico –¡nadie lo esperaba!– brotó repentino y se extendió como un incendio por todas las ciudades. Cierto, habían madurado las condiciones, hubo causas, y una cosa llama la atención: al igual que la prefabricación hundía sus raíces en cien años atrás. ¿Nos pillará desprevenidos un salto astral en la vivienda?

Un estrago reciente del mercado inmobiliario (curiosamente contrario a sus propios intereses) ofrece a los jóvenes, como ganga, trabajar a cambio de esto: una habitación en vez de una vivienda. ¡Una inmensa nada! Ya no solo hay que defender el derecho a la vivienda sino la vivienda en sí misma. Su real humanidad y geometría. Defender una a una sus habitaciones, espacios comunes, “lar” y servicios, intimidad y espacios “perdidos”. Su ser legal.

Tarea necesaria y hermosa, que el ámbito metropolitano de Vigo puede alumbrar con una miríada de pequeñas viviendas unifamiliares con huerta y jardín (en persa significa paraíso). Erigirse en campus de fusión tecnológica y artesanal. Se dan las condiciones. Al chico listo solo le falta una: el soplo de aliento.

*Arquitecto

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