Fandicosta cambia de planes y urge el apoyo de banca y Xunta: “No voy a vender”

Martínez Varela pedirá inyección de capital y acceso a financiación y sopesa cerrar la planta de elaborados si no lo logra

“Ha sido un golpe muy duro pero he tomado esta decisión”

Martínez Varela (drcha.), ayer con el ministro Luis Planas.

Martínez Varela (drcha.), ayer con el ministro Luis Planas. / Marta G. Brea

Lara Graña

Lara Graña

El pasado sábado, al teléfono, el presidente de Grupo Fandicosta se resignaba a tener que desprenderse de la cabecera del grupo. Era el propio Ángel Martínez Varela, en una conversación con FARO, quien prácticamente anticipaba la venta de la factoría de Moaña como el único camino para poder sostener el resto del grupo. La hoja de ruta estaba, en definitiva, bastante despejada: traspasar la planta –con sala de elaborados y frigorífico–, apagar fuegos con proveedores y renegociar deuda restante para preservar la actividad de Casa Botas (fundada por su abuelo en 1904), Peixemar y Bonfrig.

No asomaban más opciones, ni de sus palabras ni en los corrillos de la feria Conxemar. Pero el empresario ha redirigido por completo su estrategia, y así se lo ha trasladado el equipo de Deloitte y Garrigues que lo guía en esta reestructuración, y también a este periódico. “No voy a vender”.

–¿Puede resolver los problemas sin vender Fandicosta?

–Puedo resolver sin vender.

Martínez Varela sí acudió este miércoles al recinto ferial de Vigo (Ifevi), donde recibió a clientes, algunos bancos –no todos– y saludó al ministro de Pesca, Luis Planas. “Cuando recibes un golpe de este tipo es necesario reflexionar, reposar, recuperarte. Y ahora sí estoy en condiciones de pensar: lo he asimilado y veo la salida”. Sin vender Fandicosta. Su nuevo plan es el siguiente: reunir al consejo de administración (el próximo lunes), pedir una contribución de la Xunta y lograr desbloquear el grifo del crédito de los bancos.

El Gobierno gallego, a través de Sodiga, es titular de un 12,15% del accionariado de la compañía. “El presidente [en referencia a Alfonso Rueda] nos ha preguntado cuál es el problema y por cuánto se arregla. Yo tengo consejo el lunes, a ver qué pasa”. El presidente de la pesquera está dispuesto a abandonar la actividad de elaboración en Moaña y mantener únicamente la de logística de frío. “No es lo que quiero, para mí no es una solución. Sería tristísimo tener que sacrificar la fábrica, que crea valor, es rentable”. Lo que no acepta es venderla, al menos a la compañía que formalizó una oferta y que abordaba ya la operación con la banca: la joven Worldwide Fishing Company (Wofco).

Martínez Varela expondrá en ese consejo casi como credencial el hecho de haber reconstruido la planta “a pulso” tras el incendio de 2016, “sin ninguna ayuda a fondo perdido”. Ahora necesita inyección de capital para equilibrar el balance, porque será el único modo de recomponer el fondo de maniobra negativo y restituir los flujos de tesorería. Con el torniquete en la liquidez, solo puede satisfacer pagos al contado. Aflora en este punto el caso Campofrío, cuyas instalaciones quedaron consumidas por otro fuego pero que percibió subvenciones directas: fondos del programa de desarrollo rural de Europa Feader, ayudas para pagar nóminas o exenciones fiscales. A este ejemplo recurrirá previsiblemente el presidente del grupo pesquero gallego en la reunión, quinto de España por volumen de negocio. “No estoy arrepentido de lo que he hecho, de reconstruir. Con cero ayudas a fondo perdido, y lo digo orgulloso y con la cabeza alta”.

El empresario asegura, por otra parte, que su posición de deuda financiera dista mucho de la que presentaba en 2019, cuando culminó los trabajos de reconstrucción en Domaio y procedió a una reestructuración con los bancos. “De una a largo plazo de más de 30 millones, ahora es de 12,5 millones, aproximadamente. Se consiguió en estos cuatro años, no está mal”. Incide en que suma 14 millones que Fandicosta adeuda a otras empresas del grupo, además de “27-28 millones de clientes y unos 35 millones en stock”. Es esto, el stock, lo que está permitiendo que las líneas de elaborados continúen trabajando a día de hoy en Moaña.

Cuando se tensiona la tesorería de una empresa, lo habitual es que se alarguen los periodos de pago a proveedores, por ejemplo, lo que eleva la calificación de riesgo y puede provocar el repliegue de la banca. Esto es, según Martínez Varela, lo que ha enfrentado en las últimas semanas. “En un momento se cierra [el grifo] y yo me quedo colgado. Al principio te quedas no queado, pues sí. Me dolería mucho cerrar”, repite. Para su grupo trabajan en Galicia, sin contar con los picos de producción y la demanda asociada de empresas de trabajo temporal, unas 350 personas. En la planta de Domaio, sin las ETT, en torno a 180. No está descartado un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE).

Las negociaciones

Hasta qué punto la propiedad de Fandicosta puede mantener este órdago dependerá de la respuesta que reciba del Ejecutivo gallego y los bancos, porque Ángel Martínez está poniendo sobre la mesa nada menos que el cierre de una sala nueva de elaborados, con capacidad para 35.000 toneladas anuales, si no recibe la ayuda de Sodiga y con el convencimiento de que está en disposición de descartar la oferta de Wofco, que incluye también la asunción de parte del pasivo. “A ver, si me llega una oferta increíble...”, especula el empresario. “Que, con la que está cayendo, no va a llegar”, se responde a sí mismo.

El grupo que dirigen Alberto Barreiro y Borja Tenorio no dispone de instalaciones para la elaboración, que aspiraba a levantar en los terrenos de la antigua Aucosa en un proyecto ralentizado por las tramitaciones administrativas. El resto de las operadoras gallegas que podrían tener pulmón financiero para ejecutar esta compra –teniendo en cuenta ya el actual escenario de tipos y repliegue bancario– ya tienen sala para elaboración en la provincia: la tiene Iberconsa (en Bouzas), Profand (Vilagarcía) o Pereira (O Berbés). Nadie en el sector atisba el interés de un grupo extranjero en Fandicosta.

“Si vendo, la gente mía no va a quedar bien. Para mí es una razón más por la que no voy a vender; no los voy a dejar tirados”.

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