El ICES aconseja bajar la cuota de bacalao por tercer año en plena crisis con Noruega

Los científicos recomiendan un recorte del 20% en aguas de Svalbard de cara a 2024 | La penalización es doble para la flota española por el recorte unilateral que ejerce Oslo

La cubierta de uno de los bacaladeros vigueses, ayer en el caladero de Svalbard.   | // J.L.O.

La cubierta de uno de los bacaladeros vigueses, ayer en el caladero de Svalbard. | // J.L.O. / Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

Los armadores bacaladeros, los pocos que quedan ya en España, llevan desde 2021 viviendo prácticamente en incertidumbre. Utilizan barcos arrastreros, lo que ya de por sí es una actividad demonizada hasta por la propia Comisión Europea, pero a mayores trabajan en aguas de Noruega, país que lleva años actuando a su antojo con ciertas pesquerías ante la pasividad. Lo hacer con la caballa, autoasignándose más cuota de la debida, y lo hace con el bacalao, en especial en aguas de Svalbard, archipiélago bajo su control, pero en el que debe dejar pescar a la flota comunitaria de forma equitativa. Sin embargo, desde la salida de Reino Unido de la UE el Gobierno noruego ha decidido recortar de forma unilateral el cupo de los pesqueros de los Veintisiete, lo que ejerce una importante presión sobre la actividad de los bacaladeros que operan en Vigo al reducir las posibilidades de pesca. Una reducción que será doble para 2024 de consumarse la recomendación de los científicos, que por tercer año seguido apuestan por rebajar el total admisible de capturas (TAC) un 20%.

El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES, por sus siglas en inglés) publicó su advice sobre la especie en la zona de Svalbard. En él aconsejan que el máximo que se puede capturar el próximo año no exceda 453.427 toneladas, 113.357 menos que el TAC acordado para este año. Sin embargo, pese a lo importante de la cifra, cabe recortar que el grueso se lo reparten prácticamente a partes iguales la propio Noruega y Rusia, dejando una pequeña porción para Reino Unido por un lado y para la UE por otro.

En concreto, a los países comunitarios les corresponde el 2,8% del total, si bien con la excusa del Brexit Oslo decidió detraer un 0,8%. “De 2021 quedó una deuda de 5.000 toneladas, de las que 3.000 corresponden a España”, recuerda el presidente de la asociación bacaladera Agarba, integrada en la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI), Iván López.

El año pasado, la UE dispuso de una cuota de 19.636 toneladas de bacalao en aguas de Svalbard, de las que a España le corresponde casi la mitad, un 49,3%. Este cupo es explotado por cuatro grandes buques cuya base de operaciones está en Vigo. En estos momentos las cuatro unidades están ya trabajando sobre la zona.

Ante lo infructuoso de las reuniones entre Bruselas y Oslo desde finales del año pasado, la flota ha optado por “completar” el cupo al que deberían tener acceso pescando el bacalao en aguas internacionales. Lo que se temen es que para el año que viene la situación será igual. “Confiamos todo a un golpe encima de la mesa de la UE para defender sus derechos, pero viendo los antecedentes...”, lamenta el propio López.

Exportaciones

Y mientras, Noruega sigue sacando tajada de su política. Según el Consejo Noruego de Productos del Mar (NSC), en lo que va de año, las exportaciones de pescado del país acumulan 94.400 millones de coronas noruegas (unos 8.400 millones de euros), lo que supone un aumento del 16% respecto a los siete primeros meses del año pasado.

En solo un mes, en julio, las exportaciones de bacalao fresco aumentaron un 18% en volumen (2.950 toneladas) para lograr 147 millones de coronas noruegas (13,1 millones de euros) en julio de 2023. A ello se sumaron las 3.289 toneladas de bacalao congelado por valor de 206 millones de coronas noruegas (18 millones de euros), un 18% menos.

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La organización Marine Stewardship Council (MSC), conocida por su sello de pesca sostenible, ha alertado del perjuicio que el calentamiento de las aguas del Atlántico nororiental causa a pesquerías “emblemáticas” como la caballa (o xarda) o la bacaladilla.

“El efecto combinado de la ola de calor marina sin precedentes que sufre el Atlántico Norte y el calentamiento de los mares, unido a la aceleración del cambio climático, podrían afectar significativamente a especies emblemáticas de peces pelágicos del Atlántico nororiental”, ha subrayado en un comunicado.

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