La flota europea intensifica su hemorragia con 38 desguaces y cero pesqueros nuevos

Irlanda, Francia y España lideran la destrucción de buques en lo que va de año; Galicia, el reabanderamiento a terceros países | “Aveneira”, de 2018, última construcción gallega

Lara Graña

Lara Graña

En el puerto de Brest, en la Bretaña francesa, un pesquero luce una pancarta en el costado de estribor. Sommes nous les prochains à la casse? (¿Seremos los siguientes en ir a desguace?) Junto a ella, un monigote colgado por el cuello de un mástil, enfundado en un chubasquero amarillo. Es un escenario extraño: la actividad extractiva se muere en este rincón de Francia mientras se aviva a pocos kilómetros, en Guipavas, donde las instalaciones del astillero Navaleo no dan abasto entre tanto desguace.

Allí han ido a morir unidades como el L’Horizon, Le Phenix I –a quien no le sirvió adoptar este nombre, por el Ave Fénix, el año pasado– o L’Ar Voaleden. Idéntico final que ha tenido el Skellig Light II, de capital vigués con bandera de Irlanda, que consumió sus últimos minutos de vida en las gradas asturianas de DDR Vessels. Solo en lo que va de año, y de acuerdo a los registros oficiales de la Comisión Europea analizados por FARO, la flota comunitaria ha mandado destruir 38 pesqueros de más de veinte metros de eslora. Si a éstos se suman las embarcaciones exportadas fuera del continente, la pérdida alcanza las 44. ¿Y nuevas construcciones de misma envergadura? Cero.

Protestas en los pesqueros franceses

Protestas en los pesqueros franceses / Archives Lionel Le Saux/Le Télégramme

La peor parte se la han llevado, en cuanto a desguaces notificados desde el 1 de enero, las flotas pesqueras de Francia (Bretaña, principalmente) e Irlanda. En ambos casos, por la confluencia de dos golpes imposibles de encajar para la mayor parte de las armadoras: las restricciones impuestas por el Brexit y las sucesivas y limitantes políticas de la Comisión Europea. A sumar, claro, al encarecimiento de los insumos, el fin de las ayudas que se dispensaron para paliar los efectos de la invasión de Ucrania y la enquistada falta de relevo generacional. De promedio, los 38 pesqueros desguazados –de más de esos 20 metros de eslora– fueron entregados en el año 1990, relativamente vetustos pero bastante jóvenes en comparación con la edad media de la flota española (37 años).

Con casos paradigmáticos como el irlandés Catherine R, del año 2003 y que el pasado ejercicio recibió más de 40.000 euros de fondos comunitarios del programa UP1-Sustainable Development of Fisheries. Fue desmembrado igualmente tras haber incorporado una nueva máquina de hielos, sistema de monitorización del aparejo de arrastre y mejoras en su instalación eléctrica.

A diferencia de España –de momento está en fase de análisis, y que defiende el sector–, tanto Dublín como París han puesto en marcha programas de ayuda al desguace. El galo –denominado Plan de sortie de flotte 2023 post Brexit– se ha centrado sobre todo en la Bretaña, con unas 50 unidades. El irlandés es el que benefició a la armadora del Skellig Light I vigués. El hecho es que este adelgazamiento progresivo de la capacidad extractiva no se está compensando con una mayor productividad de los pesqueros activos o con un traspaso de esa capacidad (en unidades GT, de arqueo bruto) a otras empresas. La flota comunitaria está pescando menos, dependiendo más de las importaciones, como ya analizó este periódico, y con políticas severas que otean el horizonte. Como el plan de acción, para eliminar el arrastre en el 30% de las aguas del continente, o la prolongación del veto a las artes de fondo a más de un centenar de áreas del arco atlántico.

En contraposición, esas cero construcciones en el mismo periodo: no se dio de alta ningún nuevo pesquero de más de veinte metros en todos los países de la UE. El último barco entregado hecho en Galicia para una armadora gallega fue el Aveneira, un palangrero de fondo de 32 metros de eslora ensamblado por Armón Burela para Grupo Regal. Es del año 2018.

Y si Francia e Irlanda lideran los desguaces en lo que va de año, la flota gallega es la que más buques ha enviado a otros países, con reabanderamientos en Mauritania (Portomayor, Peixiño Primero), Marruecos (Pino Ladra) y Belice (Novo Airiños). A África también se exportaron barcos desde Francia (a Sudáfrica, el Cap Nord) y Suecia (a Marruecos, el Polar sueco).

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