La flota bacaladera española ha decidido hacer un alto en el camino en la pesca en aguas de Svalbard, archipiélago situado al norte de Noruega, pero solo para volver con más fuerza. A través de la patronal europea Europêche, los armadores están articulando una demanda contra el Gobierno del país nórdico por el recorte unilateral de la cuota comunitaria de bacalao en casi un 30%.
La reducción, “inasumible” para el sector, vino además acompañada de amenazas en forma de posibles detenciones, lo que lleva a la flota a temer que se reedite un escenario similar al de la Guerra del fletán, por el que un buque gallego (el Estai) fue apresado de forma injusta en el 1995, en aquella ocasión por parte de Canadá en aguas de NAFO. “
Los noruegos nos están acosando con inspecciones semanales; seguimos en el curso de colisión”, lamenta Iván López, presidente de la asociación los bacaladeros de la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI), Agarba.
La decisión del país del norte europeo tiene su origen en la salida de Reino Unido de la UE. Oslo agarró la oportunidad de hacerse fuerte entre la incertidumbre de la desconexión de Londres y tomó dos decisiones críticas para la flota comunitaria: por un lado, la autoasignación de cuota de caballa (más de la que le corresponde), negociada cada año con Bruselas para una mejor gestión pesquera; por otro, el recorte unilateral de las posibilidades de pesca de bacalao de los barcos con pabellón comunitario en aguas de Svalbard.
El gélido archipiélago del Mar de Barents, situado a unos 800 kilómetros al norte del punto más septentrional del país, está bajo el dominio de la corona de Noruega desde la firma en 1920 del Tratado de Svalbard, en París. En el texto se acordó que las partes firmantes podrían tener acceso de forma equitativa a los recursos naturales de la zona, como la pesca, y desde 1986 se reguló el caladero con el establecimiento de totales admisibles de capturas (TAC) para un posterior reparto entre los estados miembros en 1990.
En base a aquel centenario acuerdo y los posteriores en materia pesquera, la UE tenía asignadas un total de 24.645 toneladas de bacalao, pero al entender que la salida de Reino Unido rompía el statu quo, Noruega recortó la cuota hasta las 17.885 toneladas, un 27,4% menos.
La flota, en boca de Europêche, ya alertaba que la cantidad se agotaría a mitad de verano y los armadores valoraban seguir faenando hasta agotar a la cantidad que les correspondía por derecho. La UE intentó negociar con Oslo para que rectificase, pero en las diferentes notas verbales intercambiadas entre ambas partes lo único que quedó claro es que el país nórdico no solo no daría su brazo a torcer, sino que sería beligerante.