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Enrique López Veiga

Cerrar el mercado de productos pesqueros a Noruega y otros

El "Lodairo", amarrado en Vigo en una foto de archivo. Marta G. Brea

La Unión Europea debe de ser generosa con los países económicamente débiles, pero no está en absoluto obligado a serlo con los países ricos y desarrollados. Como europeos aspiramos a un mundo de mercados abiertos y equilibrados mediante un comercio justo. No se trata de propiciar un mercado salvajemente liberalizado, sino un mercado regido por los principios de un Level Playing Field y no me cansaré de repetirlo. Con los países en vías de desarrollo se trata de establecer un comercio que tenga en cuenta el desnivel económico y la desventaja de los países menos desfavorecidos: esto se resume en que hemos de aceptar que el mercado de la Unión Europea se les abra lo máximo posible, pero también hemos de aceptar que estos países impongan a los más ricos algunas restricciones para que su economía no se desequilibre y esto ha de hacerse de acuerdo con lo previsto en la legislación internacional. Sin embargo, es intolerable que países con un nivel de riqueza enorme tengan políticas expansionistas en lo territorial y proteccionistas en lo mercantil.

Noruega practica un intolerable proteccionismo a las inversiones europeas en ese país, es decir, un empresario noruego tiene toda la libertad de establecerse en cualquier país de la Unión Europea y establecer por ejemplo una empresa pesquera, pescar de las cuotas de ese Estado miembro sin sufrir discriminación alguna con respecto a los ciudadanos europeos. No es este el caso de un empresario europeo que desee establecerse en Noruega en pesca, eso está reservado para ciudadanos noruegos.

Además, el nivel de subvenciones que reciben los operadores noruegos mediante ayudas estatales nunca suficientemente estudiadas por la Comisión, es bastante elevado y notablemente lo es en el caso de la acuicultura. Así, como los consumidores pueden comprobar cada vez es más fuerte la presencia de productos pesqueros noruegos en nuestros mercados y grandes superficies: el famoso bacalao SKREI es una muestra y un ejemplo de producto con denominación de origen de la que están excluidos los empresarios europeos. Esto en términos económicos significa que los noruegos están distorsionando la competencia a su favor y en indecoroso detrimento de los productores europeos. Pero no solo con estas prácticas, sino que a ello se unen esas pretensiones neoimperialistas sobre Svalbard, Jan Mayen y quizá otros territorios buscando restringir al máximo el acceso de los buques de la Unión Europea y aumentar al máximo la presencia noruega. Y esto lo hace con inmenso descaro un país que ha renunciado dos veces a ingresar en la UE, pero que permanece astutamente en el Espacio Económico Europeo para aprovecharse al máximo de un mercado europeo sin el que no pueden vivir.

Noruega es un país rico y por ello esto es inaceptable y más inaceptable aún es que no pague las pensiones a nuestros marineros que se han dejado la piel para hacer de Noruega un país próspero. Hay que cortar de raíz, ¡y ya!, esta situación y entenderse si hace falta con los rusos que tienen una visión sobre estos temas de soberanía más en línea con el derecho internacional. La Unión Europea tiene que dejar de comportarse como una potencia tontorrona que solo se preocupa de hacerles la vida más difícil a sus pescadores poniéndoles cámaras de televisión hasta en la ropa de aguas. Hay que decirle a Noruega que, o bien ofrece las mismas condiciones a los empresarios europeos y abre sus mercados o si no se le cierra radicalmente el mercado de los productos pesqueros europeos y pasamos a consumir pescado de otros países más razonables que nos lo agradecerán y les servirá para su desarrollo económico. Y sirva esto de aviso a navegantes para Islandia y quizá para algún movimiento inquietante que se empieza a observar en Malvinas.

Enrique César López Veiga es exconselleiro de Pesca

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