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¡Basta ya! Que Noruega no nos expolie nuestros derechos pesqueros en Svalbard

Arrastrero bacaladero gallego, en el caladero

Es momento de poner los puntos sobre las íes en Europa y sobre todo con nuestros vecinos que no están en la UE. El proceso del Brexit tiene que abrirnos los ojos a contemplar que se avecina un tiempo nuevo en el que tendremos que defender nuestros derechos pesqueros empezando por nuestros vecinos: Noruega, Faroes, Islandia y el Reino Unido, este último para que vaya tomando nota. La Unión Europea es un gigante que se empeña en no utilizar su enorme fuerza y me recuerda a veces al gigante tonto de la película de Walt Disney de “Mickey y las Habichuelas Mágicas”.

Noruega no se ha portado lealmente con la Unión al mantener conversaciones bilaterales con el Reino Unido en materia de pesca mientras se negociaba el acuerdo del Brexit, si hubiera sido un socio leal debería de haber esperado a que estas negociaciones hubieran rematado: sabía que negociando con el Reino Unido debilitaba la postura negociadora de la Unión. Pues habrá que empezar a practicar otra política con este país (Mickey Mouse) que ha sido una especie de Niño Consentido en sus relaciones con la Unión (El gigante tonto de las habichuelas).

El caladero de las islas Svalbard es de soberanía noruega, pero no porque Adán en su testamento se la hubiera legado sino porque se le otorgó mediante el Tratado de París de 1921 pero bajo condiciones. El archipiélago era Terra nullius antes del Tratado y la soberanía plena le fue concedida a Noruega, pero con una serie de condiciones entre las que estaba que todos los países signatarios tenían igualdad de derechos en materia de pesca. El artículo 2.º del Tratado en su párrafo primero establece que los buques y nacionales de las Altas Partes Contratantes «serán igualmente admitidos el ejercicio del derecho de pesca y caza en las regiones a que se refiere el artículo 1.º y sus aguas territoriales» aunque corresponderá a Noruega «mantener, tomar o dictar las medidas apropiadas para asegurar la conservación y, si hubiese lugar la restitución de la fauna y la flora de dichas regiones y sus aguas territoriales…».

Noruega tiene pues derecho a establecer, pero no de manera unilateral, medidas de conservación que solo pueden adoptarse de acuerdo con los principios de la legislación internacional y con criterios científicos. Pero el acceso debe de hacerse por igual entre todas las partes contratantes que deseen hacerlo es decir un cupo por país de los que componen la Unión Europea. Noruega ha extendido una zona de protección pesquera de 200 millas en torno al archipiélago, pero la postura mayoría internacional es que las condiciones de acceso a la actividad pesquera son las del Tratado de París es decir, igualdad de acceso, de acuerdo con el aforismo de derecho internacional que dice «mare est eius, cuius est terra cui adyacet», por cuyo motivo la soberanía reconocida en el artículo 1.º a los territorios indicados se extiende por imperativo del Derecho Internacional a las aguas que rodean las islas, es decir en igualdad de acceso para todos ellos Noruega incluida.

Pues bien es ya el momento de decir ¡basta! a Noruega. La Comisión Europea tiene que abrir una discusión internacional sobre Svalbard y reivindicar con fuerza que Noruega no tiene derecho a dictar los cupos de pesca para los Estados miembros, salvo en pie de igualdad y para ello y no tiene derecho a apresar buques de otros países en esta zona. La Comisión Europea ha de dejar de tratar a Noruega como un país mimado y dejar de silbar y mirar para arriba, como el gigante tonto de Mickey y las Habichuelas Mágicas. Continuaremos con Noruega.

*Exconselleiro de Pesca

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