El Chuvi trata a más de un centenar de niños con un colirio para frenar la miopía

El tratamiento, pautado desde 2017, tiene entre un 80 y un 90% de eficacia

Cada vez hay más casos y a edades más tempranas del desarrollo

Consulta de oftalmología.

Consulta de oftalmología. / EP

En 2010, el 20% de la población padecía miopía. En la actualidad, la cifra alcanza ya el 28%. Con esta progresión, los estudios apuntan a que en 2050 afectará a la mitad del planeta. Hay un tipo de miopía, la de desarrollo, que aparece en los niños y cada vez a edades más tempranas. Es un momento en el que el ojo está en crecimiento y, por tanto, las posibilidades de que este problema aumente con él son “inmensas”.

El departamento de oftalmología pediátrica del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (CHUVI) pauta desde hace seis años el colirio de atropina, un tratamiento para frenar este avance y que no llegue a superar las seis dioptrías, límite a partir del cual se consideraría una “miopía magna” y se convertiría en un factor de riesgo para patologías oftalmológicas potencialmente graves como atrofias maculares, desprendimientos de retina, cataratas, glaucoma... e incluso, en casos extremos, ceguera. Este tratamiento, que el departamento que dirige la doctora Marta García en el Hospital Meixoeiro ha indicado ya a más de un centenar de pacientes, es eficaz entre el 80 y el 90% de los casos.

La doctora García explica que el aumento de la miopía entre la población se debe a múltiples factores, incluidos los genéticos y étnicos –es más frecuente en Asia Oriental–, pero los que han cambiado son los socioambientales. “Están teniendo un peso importante”, sostiene. “Ha cambiado mucho el tipo de actividad que hacemos y nuestros niños trabajan mucho con pantallas o dentro de casa y salen menos al aire libre”, explica la oftalmóloga, que destaca que la luz natural es un factor de prevención.

La miopía de desarrollo suele aparecer entre los 10 y los 13 años, pero “está empezando cada vez a edades más tempranas”, entre los 4 y los 7. Como el crecimiento del globo ocular no se estabiliza hasta los 18, 19 o 20 años –algo antes en las niñas–, “las posibilidades de aumento de la miopía son inmensas”, según indica la oftalmóloga del CHUVI.

Detalla, así mismo, que las investigaciones de tratamientos con atropina comenzaron en 2002, pero no fue hasta una década después que empiezó a haber “muchos estudios muy serios” sobre el uso de esta sustancia diluida para tener menos efectos secundarios. “Hay una evidencia científica altísima en cuanto a su seguridad y eficacia”, subraya.

La utilizan en concentraciones muy bajas –del 0,01%, 0,025% y 0,05%, según el caso tras un estudio individualizada–, ya que son “las más recomendadas en pediatría y para frenar el avance de la miopía en estas edades”. Porque el objetivo es ese: pararla, no la revierte.

¿Y cómo actúa? “Por medio de mecanismos de acción químicos, que son complejos” logra “disminuir el globo ocular y, como consecuencia, su crecimiento”. Aunque las pautas están cambiando, “se está recomendando últimamente” prolongar el tratamiento hasta que el ojo deja de crecer.

Para los oftalmólogos pediátricos esto supone “un antes y un después”. Antes no tenían nada y no podían hacer otra cosa que graduarlo bien. “Lo único que podíamos hacer era una corrección óptica, siempre con parálisis de acomodación –pupilas dilatadas– para garantizar un buen desarrollo visual de los niños.

Hasta ahora, este tratamiento no estaba comercializado en estas concentraciones y los pacientes tenían que solicitarlo primero a una farmacia de Madrid y, luego, a una de A Coruña, donde realizan esta fórmula magistral, mediante una receta física. Ante la efectividad de la terapia, un laboratorio farmacéutico se ha interesado por ella y se espera que “en breve” esté en las boticas en las tres dosis recomendadas.

En el departamento de oftalmología pediátrica tienen una “sobrecarga” de trabajo por esta y otras muchas patologías, que controlan mediante seguimientos estrechos si hace falta. Son cuatro especialistas con una media de más de un centenar de pacientes a la semana. El 20% padecen miopía y entre dos y cinco están a tratamiento.

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Los controles de la vista en niños sanos deben empezar temprano, a los 4 años, si no hay antecedentes familiares o sospechas que lo motiven incluso antes. Las múltiples patologías oculares –estrabismo, defectos refractarios altos...– “se pueden detectar muy precozmente y tratarlas rápido para garantizar un buen desarrollo visual”, explica la doctora Marta García, que defiende la necesidad de que los realicen oftalmólogos. Explica que la capacidad de acomodación del ojo de un niño es muy alta, por lo que solo se consiguen diagnósticos certeros paralizándola. Es decir, dilatando las pupilas.

Por otra parte, para contribuir a la prevención de la miopía, recomienda al menos tres horas de luz natural al día, al tratarse de un factor de prevención. Y los de riesgo son el trabajo más en interiores, con distancias más cortas, las pantallas, especialmente con imágenes de alto contraste... “Todo suma”. Así es que recomienda a las familias salir más a la calle y, si los alumnos estudian con pantallas, que hagan descanso de 15 minutos para descansar la vista, leer a una distancia correcta, bajar el contraste...

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