La Xunta testa la ideación suicida de 4.500 alumnos: “¿Vale la pena vivir?¿Eres infeliz?”

Sanidad y Educación lanzan un proyecto en 78 centros para evaluar la salud mental de los estudiantes hoy y dentro de un año

Objetivo: bajar un 30% la depresión en las aulas

Adolescente en un centro educativo,

Adolescente en un centro educativo, / Patricia Martín

Elena Ocampo

Elena Ocampo

En la versión actual que muestra J.A. Bayona de la tragedia en Los Andes, “La sociedad de la nieve”, la supervivencia individual depende estrechamente del soporte anímico y vital del grupo. Salvando –muchísimo– las distancias, el proyecto piloto que ensaya la Xunta para prevenir el suicidio en las aulas también acentúa la actuación de la comunidad escolar ante esa epidemia silenciosa que se cobró la vida de 340 gallegos en 2022 y ya representa la primera causa de muerte en adolescentes. Galicia registró 16 suicidios de jóvenes menores de 30 años, según los últimos y fríos datos de la memoria del Imelga. Además, la ideación suicida o los intentos autolíticos sumaron 218 ingresos en Unidades de salud mental, 152 de ellos tenían entre 15 y 19 años.

Para no alcanzar ese punto de imposible o muy difícil retorno, hasta 78 centros educativos gallegos, 40 Institutos de Ensino Secundario y 38 colegios privados y concertados, están implantando estas semanas el programa YAM, las siglas de Youth Aware Mental Health –juventud consciente de la salud mental–, importado de Suecia pero que ya funcionó en varios países de la Unión Europea para enseñar a adolescentes de 3º de ESO a identificar situaciones críticas y a buscar ayuda. Pone sobre la mesa factores que están en la antesala de las ideas autolíticas e involucra a las Consellerías de Sanidade y Educación.

“¿Has deseado estar muerto? Por ejemplo, ir a dormir y desear no levantarte”, interroga una de las escalas usadas. “Pensé que ya no valía la pena vivir”, “me sentí miserable o infeliz” o “pensé que mi familia estaría mejor sin mí”, evalúa otro test que realizan estos días hasta 2.200 estudiantes. Pero también se incluyen preguntas de índole más tecnológica: “¿el uso del móvil me ha quitado horas de sueño?” o “tengo molestias asociadas al uso del smartphone”, y otras que miden una posible adicción. Como punto de partida, estos días se palpa a través de estos test el estado de salud mental en el que se encuentra el alumnado: cuestionarios de depresión, ideación suicida –Escala Paykel, Mood and Feelings Questionnaire (MFQ) o SDQ. Mobile–, acoso y ciberacoso, de fortalezas, ansiedad, integración social... Y también de estrategias de búsqueda de ayuda.

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La elección de los centros escolares para poner en marcha este programa parece obvia: se lleva a las aulas porque la idea es llegar al mayor número de estudiantes posible. Para ello, “es fundamental trabajar con la juventud donde está”, destacan desde la Xunta. “Las escuelas son el lugar donde la juventud pasa la mayor parte de su tiempo y donde tienen la mayoría de sus interacciones sociales”. Independientemente de su estado de salud mental, el programa YAM es útil para todos los alumnos. “La esperanza es que esto conduzca a un clima más favorable para toda la escuela”, subrayan.

Esta actividad hace hincapié en el apoyo a compañeros que lo están pasando mal. Los jóvenes que han participado en esta experiencia en otros lugares cuentan que luego se sienten más seguros a la hora de ayudar y que usan las estrategias aprendidas en situaciones difíciles. 

Los estudiantes australianos que participaron en las sesiones YAM mostraron una reducción significativa en cuanto a ideación suicida y crisis depresivas. Los de Estados Unidos mejoraron mucho sus actitudes acerca de la salud mental propia y ajena: estaban más dispuestos a hablar de ella con amigos y adultos, a buscar ayuda cuando la necesitaran, y también mejor preparados para reconocer los síntomas tanto en ellos mismos como en los demás.

Ensayo clínico

La intención es medir así el termómetro de las sensaciones en las últimas dos semanas de un total de 4.525 adolescentes invitados a participar de Galicia, aunque la aceptación final dependerá de sus padres y podría modificar a la baja la cifra. La evaluación se realiza en clase y de forma anónima. Y, el proyecto propiamente dicho arrancará a mediados de febrero. La forma de desarrollarlo es a través un ensayo clínico, que ya ha sido aprobado por el Comité de Ética de Investigación de Pontevedra, Vigo y Ourense. También se están recabando, aseguran fuentes consultadas, los consentimientos informados a los padres. Los test se realizarán antes y después de la intervención –es decir, ahora y pasado un año– para los 2.219 estudiantes con los que tienen previsto trabajar este año el YAM y a otros 2.306 de otros centros, que serán el grupo de control de la investigación. Así, se medirá si ha funcionado (o no) el plan de intervención. Además, recientemente el comité ético decidió que el próximo año, los centros que en estos momentos están sirviendo únicamente como control, sean partícipes también del YAM; es decir, se intervenga directamente sobre sus alumnos.

Esta iniciativa, pionera a nivel nacional funcionará desde febrero hasta junio, contemplando cinco sesiones a lo largo de tres semanas en horario escolar. El YAM fue desarrollado por el Instituto Karolinska de Suecia y consiste en juntar a varios jóvenes de una escuela para que conversen sobre temas relacionados con la salud mental durante 50 minutos.

Monitores formados en el método guían la reunión, aunque dejan un gran margen de actuación a los propios estudiantes, porque se trata de crear un contexto deliberadamente informal de manera que se sientan relajados y confiados para expresarse sin miedos. En algunas de las sesiones se utiliza la metodología del “juego de roles”; en otras, la conversación parte de unos materiales repartidos por los adultos: diapositivas, carteles o textos.

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Una veintena de profesionales de la Consellería de Educación y del Servizo Galego de Saúde (Sergas) se formaron durante con expertos suecos para poder guiar las actividades YAM. En el aula estará presente uno de estos instructores y un ayudante –reclutados entre residentes de psicología, psiquiatría o Enfermería de Salud Mental–, que realizaron un entrenamiento más breve. No estarán presentes los profesores ni el personal del centro escolar, ya que se ha comprobado que es difícil para la juventud discutir temas sensibles cuando hay una relación preexistente con un adulto, en especial, con una figura de autoridad.

La Fundación ANAR, que cuenta con el principal teléfono de asistencia para estos casos, destaca en su último informe que las llamadas de jóvenes por ideación suicida o intento de suicidio se han multiplicado por 25 en la última década. Cada vez más, predominan las realizadas por chicas, especialmente entre los 13 y los 17 años.

El psiquiatra y coordinador de programas de promoción de Salud mental en la Xunta, Alexandre García Caballero, es uno de los principales líderes del proyecto– conoce en profundidad la estrategia YAM y su éxito en otros países–: “Los resultados obtenidos demostraron que YAM reduce la ideación y los intentos de suicidio incidentes en un 50% y la sintomatología depresiva en un 30%”. “Compararemos la intervención del YAM tras esas cinco sesiones de grupo, con otros centros de control en los que este año no se haya hecho la intervención”, explica. Así se sabrá cómo mejora el ánimo, la búsqueda de ayuda y la ideación suicida.

Si los resultados son positivos, se extenderá de forma progresiva al resto de estudiantes de 4º de la ESO, hasta llegar a 20.000 participantes en el curso 2026-27, avanzan. “Se ha realizado un muestreo aleatorio de los centros, estratificados por zonas de población”, aclara García, “queríamos que hubiera una distribución en la muestra proporcional a la población de las ciudades, villas y en el rural”. Este proyecto está financiado en un 95% a través del Fondo Social Europeo. 

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“Me vi con la enfermedad de mi madre encima [un cáncer en estado avanzado], sin medios para cuidarla por mi cuenta, dependiendo de mis abuelos con sus exigencias y prejuicios, con una hermana pequeña... hasta que, en mi caso, la situación me llevó a estar hospitalizado en el hospital Álvaro Cunqueiro por un intento autolítico”, expresa Óscar, nombre ficticio de un buen estudiante que, en un momento de su vida, sintió que no podía más. Tenía 21 años entonces. La rápida intervención psicoterapéutica y ser arropado por los suyos le salvó de ahogarse en su pozo de desánimo.

“Queremos adiestrar a los estudiantes a pedir ayuda y veremos también si esa estrategia mejora con la aplicación del YAM”, explica el coordinador en Galicia, Alexandre García. El programa que se implantará a partir de febrero invita a los jóvenes a reflexionar sobre sus emociones y a considerar diferentes enfoques cuando se enfrentan a retos de la vida o a problemas de salud mental. García explica que los temas abarcan desde las relaciones con compañeros o adultos a cambios de humor, sentimientos de tristeza o el abordaje de situaciones estresantes. Se llevar a través de cinco sesiones repartidas en tres semana, que invitan a los jóvenes a dotarse de herramientas de autoconciencia e inteligencia emocional a través de debates, reflexiones grupales y juegos a aprender a evitar los problemas y dilemas del día a día y saber cómo gestionar el estrés que estos les provocan.

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