Mejor con literatura

Terror a primera vista

¿Por qué nos sentimos tan atraídos por los géneros relacionados con el miedo y el suspense?, ¿es cierto que los buscamos más durante la adolescencia?

Portada de la Novela ‘El Instituto’,de Stephen King.

Portada de la Novela ‘El Instituto’,de Stephen King. / PLAZA&JANES

María Bueno

María Bueno

Luke Ellis tiene doce años cuando le raptan para llevarle a ‘El Instituto’, la siniestra institución que protagoniza y da título a una de las últimas novelas de Stephen King

Digamos que este “no es el tipo de libro” de la profesora Magdalena Mariño, pero a sus alumnas “les chifla” y es que, aunque la existencia de millones de ensayos niegue aquello de que “sobre gustos no hay nada escrito”, de lo que tampoco hay duda es de que cada uno tiene los suyos.

“¿Estáis locas?” Recuerda que les respondió el curso pasado cuando le propusieron cada una de las nada más y nada menos que 624 páginas del maestro del thriller como próximo título del Club de lectura escolar. ¿Pero tú te lo leíste?, le preguntamos. “Qué remedio”, responde y sonríe para reconocer que “están muy bien escritos”.

“Nos gusta mucho a la mayoría”, describe Alicia, en 1º de la ESO, que se declara una auténtica fan de este género en general y de Stephen King en particular; “un gran autor cuando no se le pira”, en palabras de Ánxela, alumna de 4º de la ESO, cuyas categorías literarias favoritas son la fantasía y la ciencia ficción, pero también aficionada al suspense. 

Solo una muestra de esa especie de paradoja que nos lleva a sentirnos atraídos por los contenidos que nos generan miedo, pero, ¿por qué nos gustan tanto? y, más aún, ¿es cierto que los buscamos especialmente durante los años de adolescencia? 

“Las personas somos seres emocionales y, como tal, buscamos sentir emociones”, responde en este sentido el psicólogo especializado en adolescentes y orientador escolar Román Marín, que explica que, además, “el miedo genera algunas hormonas que, como la adrenalina, también se relacionan con el placer bajo determinadas circunstancias”.

Y ahí está la clave porque “para que estas hormonas resulten placenteras”, añade el experto, “hemos de sentir que tenemos el control, saber que no existe un peligro real” y eso es precisamente lo que ocurre durante el visionado de una película o la lectura de un libro: “Tenemos la opción de apagar la tele o cerrar el libro, bajarnos de la atracción”. 

La teoría del Proceso oponente

Otra “teoría chula” que según Marín podría explicar este fenómeno es la del ‘Proceso oponente’, que parte de la premisa de que el cuerpo humano tiende a la autorregulación, por lo que “si tienes una emoción A, esta vendría seguida de una emoción B del signo contrario”. “Es decir, que si un libro nos provoca miedo, después nos provocará tranquilidad, lo que, sumado a la sensación de control, generará en nosotros una sensación placentera”. 

El refuerzo intermitente

Otra hipótesis interesante para Marín en este contexto es la idea del refuerzo intermitente, que sirve para explicar por qué nos engancha la incertidumbre. “A todos nos gusta leer libros o ver películas que generan esa excitación de ‘¿qué va a pasar?’ y, en este sentido, el miedo es un género que sabe construir muy bien ese ambiente dopaminérgico de intriga, de expectativas de placer, de espera de la recompensa”. 

Hasta aquí, por qué nos atrae el miedo, pero ¿es cierto que buscamos este género especialmente durante los años de adolescencia? Aunque no le consta, para Marín tiene sentido que así sea por dos motivos fundamentales: “A estas edades, el cerebro, por su propia configuración, tiene más activada la búsqueda de sensaciones y emociones intensas; pero además se trata de una época de exploración de la propia identidad, en la que es común que nos retemos a nosotros mismos”.

La técnica del #Knolling llega a la literatura

— ¿Un libro?, “Otro mundo”;¿El club de lectura?, “Grandes amigos y buenas conversaciones”;¿Magdalena como profe?, “Genial porque puedes hablar mucho con ella sobre literatura”. 

Sara cursa actualmente 2º de Bachillerato y lleva en este club de lectura desde que este empezó. Otras compis lo han ido dejando, pero, nos dice: “No sé, a mí me gusta leer y para mí no es demasiado trabajo seguir haciéndolo”. 

Si Sara es la mayor, Alicia es de las más jóvenes, está en 1º de la ESO y cuenta que le gusta coincidir con compañeros más mayores que le ayuden a “ampliar sus horizontes de lectura”: “Cuando estoy leyendo, es como si me fuese a otra realidad; simplemente leo, disfruto de la historia y aprendo de ella”.

Si bien son más o menos comunes en la etapa de Primaria, no parece haber muchos clubes de lectura que sobrevivan hasta los años de la ESO y puede que el éxito de Capítulo Uno, del colegio Carmelitas Vigo, resida precisamente en su bidireccionalidad.

Y es que no solo la profe Magda Mariño abre las puertas a sus alumnas a autores universales como George Orwell o Agata Christie, sino que también así lo hacen sus alumnas con ella a nuevos géneros como la fantasía o la ciencia ficción.

Un punto de encuentro en el que los doce componentes del equipo (once chicas y un chico de edades comprendidas entre los 12 y los 18 años) disfrutan de un buen rato, charlan, dialogan, comparten sus inquietudes y aprenden en torno al placer universal de la lectura. 

Con Alicia, Sara, Magda y el resto de los integrantes de Capítulo Uno descubrimos precisamente hace unos días las posibilidades que ofrece la técnica del “Knolling” aplicado a la literatura. 

Si el “Knolling” es una técnica fotográfica que consiste en ordenar objetos de manera geométrica y organizada para crear una composición visual atractiva, el “Knolling literario” hace lo propio, pero con el objetivo de representar un libro. 

El escudo de Jale, una máquina de escribir, una cámara y un lápiz fueron así los elementos elegidos por el club de lectura Capítulo Uno, del colegio Carmelitas de Vigo, para poner en común sus impresiones sobre “Amarilla”, de Rebecca F. Kuang, la última obra que compartieron.