Entrevista | Xosé Castro Roig Traductor y lingüista

“Las redes sociales ya son las que marcan la pauta en el lenguaje”

“Las incorporaciones del lenguaje inclusivo y del no binario al diccionario de la Real Academia implicarían cambios radicales en la gramática española”

Xosé Castro Roig.

Xosé Castro Roig. / kazadosphoto

Salvador Rodríguez

Salvador Rodríguez

Xosé Castro Roig (A Coruña, 1968) trabaja como traductor de inglés y corrector de estilo por cuenta propia, tareas que compagina con la de profesor de redacción y corrección. Ha participado en docenas de traducciones de programas informáticos para los principales fabricantes de varios sectores industriales y traducido y adaptado material publicitario, multimedia y vídeos educativos para la población hispana de los Estados Unidos y para el mercado hispanohablante en general. También ha traducido un gran número de series y películas para cine y televisión, tanto para doblaje como subtitulación, especialmente destinadas al mercado europeo (Spider-Man, Matrix…), y colaborado, entre otros, en el programa televisivo Palabra por palabra.

-Aunque cultiva usted varias facetas, la que más le ocupa profesionalmente es la de traductor. ¿Cómo le surgió esta vocación?

-Fue en Mera, un pueblecito de A Coruña, donde yo pasaba los veranos de niño, y del que muchas familias emigraron a Estados Unidos, sobre todo a Nueva York y Nueva Jersey. Cuando volvían, me relacionaba mucho con sus hijos, que hablaban en inglés, y ahí me percaté del valor, y el poder, que suponía saber idiomas en una época en la que en España apenas se hablaban lenguas extranjeras. Así que empecé a leer libros en inglés, a traducir letras de canciones que me gustaban... y me asombré del conocimiento que se adquiere a través de traducción.

-Sin embargo eligió la carrera de Geografía e Historia en Santiago.

-Sí, y confieso que no era la que más me satisfacía. De hecho, no terminé la carrera y me mudé a Madrid, y aquella curiosamente era una época, años 90, en la que se abrían varios canales privados de televisión y se doblaban muchísimas películas y series, casi todas extranjeras, mayoritariamente norteamericanas y, por lo tanto, en idioma inglés. Así que me puse las pilas, estudié Filología inglesa por mi cuenta, y ahí fue donde pude empezar a desarrollar mi gran pasión.

Xosé retrato sofá sentado primer plano

Xosé retrato sofá sentado primer plano / Cedida

-Entre los lectores de literatura alguien se estila la frase “Traducir es siempre traicionar”. Sus especialidades son la traducción audiovisual y la técnica. ¿Hasta qué punto es aplicable esta frase a esas facetas de la traducción? ¿Le queda un margen para la creatividad?

-En el ámbito de la traducción audiovisual, por supuesto que sí. Quienes traducimos películas y series lo que hacemos, sobre todo, es traducir emociones, no palabras. Por ejemplo, si yo tengo una escena cómica en una película, lo que tengo que lograr es que el espectador hispanohablante se ría también. Por lo tanto, lo que yo no puedo hacer es traducir literalmente sobre asuntos que no son conocidos aquí, pues lógicamente la gente no se va a reír, de manera que a veces no tenemos más remedio que “traicionar” el texto original para transmitir la misma emoción. Ese es el gran pilar de la traducción audiovisual, que por cierto compartimos con la literaria: en ambas debemos tener muy en cuenta los culturemas, es decir, las referencias culturales.

-¿Y en qué género le resulta más difícil?

-En las comedias, sin duda, porque los chistes no se pueden traducir, sino adaptar. Esa es la mayor dificultad pero, a la vez, es lo que resulta más atractivo de la traducción audiovisual, y eso lo que la distingue de la traducción técnica, en la que sí que estás obligado a ser lo más literal posible.

-Para traducir de un idioma a otro es preciso conocer bien ambos idiomas. ¿Y, en su caso, qué más?

-Por encima de todo, tener muy en cuenta siempre al destinatario, que en este caso es el hispano hablante, que es quien te ve a leer, al que le importan muy poco los problemas que vayas a tener, y que, aspecto muy importante, has de procurar que no note que lo que lees está traducido. Por eso el gran reto de un traductor es pasar inadvertido, al punto de que solo nos hacemos visibles cuando lo hacemos mal. Por eso debemos poner especial hincapié en la cultura y el contexto social de origen. ¿Tú te imaginas, en caso contrario, como traducir al inglés “esto se hace en un santiamén”? Pues imagínate eso, pero a la inversa. Por lo tanto, además de ser bilingüe, necesitas ser biculto. Y, dicho esto, también estar atento a las mudanzas de la lengua, porque constantemente aparecen nuevas expresiones, nuevos contextos…

-En estos tiempos de Internet, si hablamos del español, los anglicismos están a la orden del día. ¿Son tan inevitables o habría que detenerse más en este aspecto?

-Es evitable pero, claro, la realidad dicta que lengua básica del mundo occidental es el inglés. Hace años, los anglicismos entraban con más lentitud, tenían que atravesar un proceso, pero hoy en día, aparte de que la gente sabe más inglés, accede más rápidamente a la tecnología y a los conceptos, y encima cunde el síndrome del novato en el sentido de que hay quienes, incluso sin saber inglés, incorporan esas palabras, y muchas veces mal pronunciadas y desconociendo lo que realmente significan.

“No hay ninguna justificación para usar términos en inglés habiendo otros equivalentes en español. Pero la verdad es que cada vez estamos rodeados de más anglicismos”

-Es como una moda, una pose ¿no?

-Pues sí. Hay un poco de postureo por el que parece que si introduces términos ingleses quieres dar la impresión de que eres una persona más enterada, más culta. De todas formas, si recurres a eso y no consigues hacerte entender, es que lo estás haciendo mal, e indica ignorancia por parte del que lo habla o lo escribe. No hay ninguna justificación para usar términos en inglés habiendo otros equivalentes en español. Pero la verdad es que cada vez estamos rodeados de más gente que introduce anglicismos por todas partes.

-A estas alturas ¿influye más el lenguaje de las redes en el lenguaje de la sociedad o la sociedad aún manda en el lenguaje?

-En muchos contextos, y en algunas generaciones, sobre todo en los más jóvenes, quienes marcan las pautas son las redes sociales. La juventud es la que siempre marca el paso en estas cuestiones, son quienes impulsan con más fuerza el uso de nuevos términos. Antiguamente, cuando teníamos el diccionario de autoridades, entendiendo por autoridades a los escritores, a la prensa, a la gente de cierto nivel intelectual, eran ellos los que de alguna manera marcaban la norma. Pero ese paradigma se está transformando por completo. Hoy en día las redes sociales están marcando muchísimo la pauta en cuanto al uso de palabras y expresiones, incluso en cuestiones de semántica y sintaxis. Ya no nos fijamos tanto en la literatura, al punto de que incluso los escritores también están influidos por las redes. Es más, a veces, cuando hablas con alguien de la Real Academia, muchas de las palabras que se están adoptando en los últimos tiempos son términos muy coloquiales que proceden de las redes sociales, y en muchos casos son términos crudos adoptados directamente del inglés.

-Hay divergencia de opiniones sobre cuando una palabra nueva, proveniente de una jerga, del inglés, o de una determinada costumbre se incorpora al Diccionario de la Lengua Española. A pesar de ello ¿no cree que en ocasiones la RAE tarda mucho y en otras que lo hace demasiado pronto?

-Efectivamente, a la Academia se le ha acusado durante muchos años de ser muy lenta y, ahora, paradójicamente, lo que se dice es que es demasiado rápida en iincorporar nuevos términos que incluso casi sabemos que van a pasar de moda en unos pocos años. Yo eso no lo veo mal pero, claro, esto no es matemática pura: ¿Cuánto tiempo tiene que pasar y cuánta gente tiene que usar una palabra para que merezca estar en el diccionario? Es una decisión difícil ¿no? ¿Cómo se mide esto? Yo particularmente soy partidario de incluirlas casi siempre. En otros países, donde no existen academias, se incluyen al muy poco tiempo de su empleo, y si desaparecen, pues no pasa nada. En ese sentido son mucho menos conservadores que nosotros.

Xosé Castro

Xosé Castro / Sebastián Rocast

-¿Los llamados, respectivamente, lenguaje inclusivo y no binario han venido para quedarse?

-Por lo pronto, están ahí, eso es un hecho. Las aplicaciones del lenguaje inclusivo, y del no binario también aunque sea otra cosa, implicaría cambios radicales en la gramática. La norma emana del uso, porque la academia no es la que marca la norma, sino la que la fija, y lo realiza observando qué es lo que hace la gente. Con respecto al lenguaje no binario, de momento no se estima que haya el volumen suficiente de población que utilice ese lenguaje como para que se decida que se va a cambiar la gramática. Y en cuanto al lenguaje inclusivo, por parte de muchos hablantes y de muchos lingüistas se considera ya que el actual es un lenguaje inclusivo en palabras como ellos y ellas o todos y todas… Sin embargo, hay que reconocer que hay cuestiones que continúan masculinizadas.

-Por ejemplo?

-Curiosamente, a los políticos hombres se les identifica por el apellido y, en cambio, a las mujeres con el nombre, eso por lo hablar de los clásicos “la Tatcher”, “la Aguirre” o “la Pantoja”. Se trata de un machismo que un poco tatuado, pero que felizmente percibo que está cambiando. De hecho, en algunos periódicos han modificado sus manuales de estilo para evitar este tipo de tratamiento hacia las mujeres. Y contra eso sí que que hay que luchar porque está bien claro que el papel de la mujer es socialmente más visible. Yo creo que vivimos un tiempo de transición.

-Le he escuchado decir que se puede hablar o escribir mal, y comunicar bien. ¿Qué papel deben jugar los medios de comunicación?

-Cuando afirmo que se puede comunicar bien sin hablar bien quiero decir que no tienes que ser un gran orador ni utilizar una gramática perfecta para comunicar bien una idea, sean políticos, humoristas, presentadores de televisión... Comunicar es una cosa y hablar es otra aunque, evidentemente, si hablas bien y comunicas bien, eso ya es perfecto. Los medios de comunicación tienen una responsabilidad muy grande que yo comparo con la de los padres consus hijos. Los padres tienen que hablar bien porque sus hijos intentan imitarlos, y lo que no puedes hacer es que los adultos hablen como niños, porque entonces estamos dando una referencia equivocada. Y eso vale para los medios, que lo que tienen que aplicar por norma general es un lenguaje bueno y claro.

Suscríbete para seguir leyendo