Entrevista | Rodrigo Cuevas Artista

“Tenemos un problema si preferimos al que calla porque no molesta que al que se expone debatiendo”

El revolucionario músico asturiano, Premio Nacional de las Músicas Actuales 2023, es el autor de Manual de Romería, elegido por muchos medios especializados entre los mejores trabajos realizados en 2023

El músico asturiano Rodrigo Cuevas.

El músico asturiano Rodrigo Cuevas. / L.O.

Ángel H. Sopena

Rodrigo Cuevas es un artista que traspasa géneros y es capaz de afrontar todo lo que se le ponga por delante. Con su gira La Romería está arrasando. Icono de la vanguardia musical en España, publicó uno de los álbumes de 2023, Manual de Romería, producido por Eduardo Cabra, ganador de varios Latin Grammy con los legendarios Calle 13. Se trata de un ejercicio de fusión, códigos e innovación que ha hecho merecedor del Premio Nacional de las Músicas Actuales 2023 a un creador respetuoso de la tradición, ya no solo asturiana, sino atlántica, pero que la ha elevado a otro nivel, honrando sus raíces y mirando curioso al futuro con el lenguaje del presente.

–El Premio Nacional a las Músicas Actuales destaca sobre todo su compromiso con la diversidad. ¿Cómo le pilló la concesión?

–En casa, haciendo maletas para irme de viaje. Un poco liado con tanta llamada aquel día, que fue una locura. Andaba yo como pollo sin cabeza, pero muy contento.

–Este premio lo han conseguido también antes Sílvia Pérez Cruz, Rozalén, Mala Rodríguez… ¿Cómo encaja ahí su nombre?

–Fíjate que el año pasado fue a Sílvia y este año a mí. Está muy bien que los premios de Músicas Actuales ahora mismo se los estén llevando gente que trabaja mucho con la tradición. Otra vez la parte tradicional está ocupando puestos muy protagonistas. Me encanta.

–Parece que lo tradicional ha pasado de considerarse rancio a ser lo más cool, a estar de moda… ¿Qué está cambiando? ¿Nos acercamos al folclore desde un punto de vista más desprejuiciado?

–Yo creo que sí. Estamos acercándonos al folclore con menos miedo; tenemos como una relación mucho más cercana, y de respeto y de admiración.

–¿Cuándo le atrapó el folclore?

–No lo tengo claro, fue poco a poco. Sí hubo varios momentos de epifanía: un taller de pandereta al que fui de alumno y luego el haberme ido a Galicia y haber conocido a gente que se dedicaba a tocar y a cantar, eso fue muy importante.

–¿A Mercedes Peón y gente así?

–No, mis vecinas de allí donde vivía en Galicia. A Mercedes ya la conocía, pero para mí la epifanía fue conocer a gente que no se dedica a ello profesionalmente.

–Rockdelux eligió hace unos días su Manual de Romería como el Mejor Disco Nacional de 2023. ¿Le ha supuesto algún vuelco que una revista tan exquisita, tan cool, se haya fijado en su disco?

–Fíjate, Rockdelux... Tendría que pasar a llamarse Folkdelux. Es llamativo que no esté solamente en su circuito, sino ocupando lugares de protagonismo.

–Ha trabajado con productores de renombre, como Raúl Refree, pero Manual de Romería ha querido producirlo junto al portorriqueño Eduardo Cabra, de Calle 13. ¿Cómo contactaron?

–A través de una persona que teníamos en común. Le propuse hacer una videollamada, contarle lo que quería hacer con él. Le envié el anterior disco, y en aquella videollamada ya me dijo: “Sí, sí, esto vamos p’alante con ello”.

–Y se lo trajo a Asturias.

–Sí. Estuvimos viajando por Asturias, León... Fue muy divertido.

–¿Ha habido cambios significativos en cuanto al sonido de Manual de cortejo (2019)? Parece que ha ido de lo experimental a lo más popular.

–Es que la romería es muy popular. El cortejo es más íntimo, personal. La romería la compartes con los demás, hay unos códigos compartidos, y así lo quise reflejar.

–En las romerías también hay cortejo, ¿no?

–Hombre, el cortejo está siempre en todo.

–¿Qué ha incorporado nuevo a Manual de Romería?

–Mucho baile. Pero, sobre todo, incorporé la composición: hay muchas letras y canciones completamente mías, y aunque suenen a tradicional y tengan los códigos de escritura de la música popular, son mías, y era algo que tenía muchas ganas de hacer: escribir mucho.

–Romería la coescribe con Guille Galván, de Vetusta Morla.

–Sí. Se vino unos días también a Asturias y estuvimos trabajando en las letras. Yo estaba muy inseguro y quería que alguien me ayudara, y apareció él por arte de magia.

–Ahora que se ha abierto el debate sobre las lenguas de España, parece importante para usted usar el asturiano en gran parte del disco.

–Mucho. Al final es la lengua en la que pensaban y pensamos y hablamos mucha gente en Asturias y en León. Es muy importante que la utilicemos porque está muy desprestigiada, en una situación crítica, porque no hay un reconocimiento formal por parte de las instituciones. La política lingüística en Asturias es del pleistoceno, y está acabando con una lengua milenaria.

Cómo ye?! habla de Piloña, de sus lugares, sus gentes... con un ritmo muy atractivo. ¿Con la tradición puede jugar sin límites?

–Yo creo que sí, no hay límites éticos para jugar con la tradición. Más bien son estéticos. Para mí, siempre que funcione a nivel estético, está bien jugar con la tradición. Otra cosa es hacer una cosa fea, pero si lo haces guapo…

–¿Cómo se inspira?

–En mucha gente que canta muy bien, que tiene mucho gusto para contar las cosas, para recitar… Y del paisaje del lugar donde vivo, que es excepcional. Y me gusta intentar coger no solo lo que se dice de forma tradicional, sino la forma en que se dice. Todas esas vueltas, esos recursos literarios orales que tiene la gente mayor, me gusta muchísimo cómo se utilizan. Yo tengo un trabajo muy grande de intentar interiorizarlos, de hacerlos míos.

–En una entrevista decía que las personas y las causas que están en los márgenes tienden a apoyarse. ¿Canta también al movimiento queer, a la defensa del asturiano, del gallego, al ecologismo…?

–Sí, le canto a todo eso.

–Y todo el mundo tiene clara su función como performer. Le encanta el escenario. ¿Se pueden disociar música y performance?

–No. Todo lo que se propone sobre el escenario es una performance, hasta lo del que sube y no propone nada. Es como que todo es político en la vida: hasta el que pretende hacer algo neutral o no mojarse políticamente también está eligiendo una opción política. O el que se sube al escenario de pantalón vaquero y camiseta: ¿Cómo no lo va a ser? Es una propuesta muy clara de decir: “Renuncio a salirme del canon o a proponer algo diferente; quiero que te fijes en la música solamente”. Todo es una propuesta, y todo es performativo una vez que te subes a una tarima o que captas la atención de los que están a tu alrededor, en un corro o reunión.

–Volviendo a su disco, ha traído a artistas de lugares muy lejanos de tu tierra. ¿Qué labor y valor pueden aportar otras culturas a la cultura local?

–Las culturas locales siempre fueron muy abiertas: en cuanto entraba una melodía, toque o instrumento nuevo, a la gente siempre le llamaba la atención y lo quería incorporar, porque eso era lo que le distinguiría del resto. Las culturas pequeñas y populares siempre es fácil que se entiendan entre ellas.

En el alto de la sierra la canta Josefa Diebra, de la zona sanabresa, y también voces asturianas. ¿Cómo da con esas personas?

–Me ayudaron dos folcloristas muy importantes: David Omaya y Don Guti, de León y Zamora, respectivamente. David me ayuda a contactar con Nieves, y Guti me ayudó a contactar con Evelio y con Josefa. Yo allí no conozco a gente tan mayor que siga cantando, y ellos me ayudaron y me abrieron las puertas, y me llevaron a conocer junto con Eduardo Cabra a estas personas, que fueron una muy buena referencia. El sentido de que estén en el disco es dar a la gente la referencia de dónde vienen las cosas, y que entiendan que está muy bien que hagamos cosas en el escenario, pero lo importante es que sigamos cantando en casa, que sigamos transmitiendo oralmente, sin un afán artístico ‘profesional’.

–Es una forma también de preservar las tradiciones culturales y folclóricas, supongo. El premio de las Músicas Actuales puede actuar en ese sentido.

–Sí, ojalá. Yo creo que ese premio es un poco reconocimiento a todo esto, es como algo colectivo.

"El dinero del Premio Nacional de las Músicas Actuales lo doné. Sentía que no era solo para mí, sino para el colectivo”

–¿Qué ha supuesto para usted? Tiene una dotación económica de 30.000 euros.

–El premio lo doné, porque tengo un proyecto que se llama La Benéfica, y estamos muy faltos de dinero siempre. Yo sentía que el premio no era solo para mí, sino para el colectivo. Todo lo que saco de la canción popular lo obtengo de gente que me lo enseña, como Josefa, Nieves y Mariluz, y al final siempre tengo el conflicto de estar en plan activista aprovechándome de algo que no es mío, sino de todos, y el proyecto de La Benéfica es una forma de limpiar mi conciencia y devolver al pueblo lo que me da.

–¿Qué papel puede jugar La Benéfica en hacer partícipe a la gente que viene por temporadas?

–Bastante. Muchas veces la gente viene a veranear, a pasar unos días, y no acaba de conocer del todo la cultura del lugar y se queda un poco al margen; no porque quieran ellos, sino que no les da tiempo, no encuentran por dónde empezar, no saben cómo, tienen miedo a meter la pata. Creo que puntos de encuentro así, en los que la cultura local tenga un protagonismo, pero que estén abiertos a todo tipo de gente, son necesarios.

–Preocupa la despoblación. ¿Qué haría falta para que la gente volviera a los pueblos? ¿Qué le parecen iniciativas como el Leturalma, de su amiga Rozalén?

–Está muy bien que hagamos cosas en los pueblos, que están faltos de actividad. Nosotros también tenemos un festival en el pueblo, pero sinceramente no creo que esto combata la despoblación: un festival hecho en verano un fin de semana puede ayudar a que la gente conozca más la zona, pero el verano ya está masificadísimo en todos los sitios, y se necesitan cosas como más de fondo, no picos de afluencia de personas. Creo que los festivales, sobre todo cuando los vamos haciendo grandes, no dejan poso en los lugares; muchas veces incluso al contrario: quedan un poco arrasados. Habría que transformar esos festivales, que pueden ser un buen punto de inicio, en cosas más de fondo, que se esté currando durante todo el año para la gente del lugar más que para que venga gente de fuera, porque yo creo que antes de que se haga una transfusión hay que cerrar la herida.

–¿Cómo hace para que la gente no se quiera ir cuando no hay servicios ni carreteras asfaltadas?

–En el pueblo en el que yo vivo, la carretera se abrió en el ‘78, y la luz debió llegar más o menos por ese año. Y, sin embargo, había mucha más población que ahora, que tenemos luz eléctrica, Internet, agua caliente... Evidentemente, las infraestructuras hay que mejorarlas siempre que se pueda, pero no es algo que funcione contra la despoblación; ahí estamos errando también el tiro. Es más de formas de vida, de qué ambiciones le metemos a nuestra gente joven. La gente que se quedó en los pueblos fue mirada como: “Pobres..., no tienen otra cosa que hacer”, el cobarde que no se atreve a buscar otra vida. Ese desdén hacia los pueblos hace mucho más daño que tener un par de baches en la carretera.

–Todo esto acentúa el problema, pero vuelve el “menosprecio de corte y alabanza de aldea”: huir de las ciudades hacia el entorno natural, como propugnaba Thoreau (y otros muchos).

–Sí, la gente tiene que darse cuenta del privilegio de vivir en un entorno natural, que es el lugar natural para el ser humano. Debemos crear una autoestima colectiva, y no de: ”En cuanto pueda me voy, porque soy un pringao si me quedo”.

–Tiene cierta fama de posicionarte mucho en las redes sociales.

–Las personas tenemos que aprender que hay gente que opina diferente y punto, y no la hace peor ni mejor. Deberíamos acostumbrarnos a que nuestros artistas tengan una opinión, porque son personas. Hay gente que valora más al que la calla que al que la dice con educación y naturalidad. Tenemos un problema como sociedad cuando preferimos al que calla porque no molesta que al que se expone debatiendo, que puede ser mucho más enriquecedor.

–¿Ha tenido consecuencias?

–Sí. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Gijón ya me dijo que no me iba a programar por defender la oficialidad del asturiano. Fíjate tú hasta qué punto molesta una opinión... Que te censuren por defender la oficialidad del asturiano es como que te censuren por defender el voto para las mujeres; no por ejercerlo de una forma violenta, sino simplemente por defender la posibilidad de que haya una oficialidad.

–¿Y cómo lo lleva con los puristas de la tradición?

–Los puristas de la tradición son como el coco: todo el mundo les tiene miedo, pero nadie sabe quiénes son, y nunca aparecen.

–¿Su romería podría parecerse a una rave como las que en ocasiones se celebran en España?

–La tradición también utilizaba el baile como forma de expresión colectiva, de liberación de toda la asfixia de la sociedad. El movimiento del cuerpo es muy liberador. Cuando no sabes cómo decir las cosas o no puedes decirlas, el baile extenuante es una forma de liberarte.

Suscríbete para seguir leyendo