Gallegos a la vanguardia

“En España hay talento, lo que falta es inversión”

La bióloga Alicia L. Bruzos investiga los cánceres transmisibles en bivalvos con una prestigiosa beca Marie Curie en la Universidad de Caen, en Normandía

Alicia L. Bruzos y Murphy, en Mont Saint Michel, en Normandía

Alicia L. Bruzos y Murphy, en Mont Saint Michel, en Normandía / Cedida

Sandra Penelas

Sandra Penelas

Su estreno en los treinta no podía ser mejor. La prestigiosa revista Nature Cancer se hacía eco hace apenas un mes de los hallazgos sobre la transmisión de esta enfermedad en berberechos realizados durante su etapa en el laboratorio de Genomas Móviles de la USC y, desde este verano, lidera su propio proyecto gracias a una codiciada beca Marie Curie en la Universidad de Caen, en Normandía. “A los veinte todavía estás aprendiendo, pero esta década es la mejor porque ya empiezas a saber cómo funciona el sistema y a disfrutar de la ciencia. Ahora lo difícil será conseguir mi propio laboratorio. Y si fuese en Galicia sería un sueño”, anhela la bióloga y bioinformática Alicia L. Bruzos (Lugo, 1993), cuyo expediente incluye importantes instituciones de Corea del Sur, Reino Unido o EE UU.

Ella es una de las pocas investigadoras en el mundo que estudia los cánceres transmisibles por agua, un área muy reciente –no fueron descubiertos hasta 2015– e implantada en Galicia por José Tubío a su vuelta de Cambridge. “Estudié Biología en Santiago y cuando acabé el máster de Bioinformática en Barcelona y buscaba laboratorio me pareció tan sorprendente que la enfermedad pudiese saltar de un animal a otro, incluso después de muerto, que no lo dudé”, recuerda.

Así que inició su doctorado en la UVigo y, cuando Tubío se trasladó a la USC, ella lo siguió a su nuevo laboratorio en el CiMUS. Su tesis, merecedora de cum laude, desvela la genética de los cánceres contagiosos en berberechos y almejas. “Hay muchos animales marinos que han ayudado a descubrir mecanismos biológicos claves en el ser humano. ¿Por qué no lo iban a ser también estos bivalvos tan gallegos?”, reivindica con humor.

Desde septiembre de 2021 hasta este año, Alicia trabajaba en un laboratorio de medicina de precisión en The Francis Crick Institute, en Londres. Y ahora lo hace a pie de mar, en la estación marítima que la Universidad de Caen tiene en Luc-sur-Mer.

“Durante la tesis estudié la genética de estos cánceres, qué mecanismos hacen que sean contagiosos. Y ahora mi enfoque es diferente y me centro en cómo el animal se defiende de la enfermedad. Elegí este destino porque estoy a pie de playa, mejor imposible, y porque formo parte de un grupo con experiencia en la biología de organismos acuáticos”, explica.

"No puedo decir que estudiar el cáncer en berberechos lo vaya a curar en humanos. De hecho, seguramente eso no llegue a pasar. Pero sí que puede ayudarnos a entenderlo"

Su investigación es básica, pero puede arrojar luz sobre la metástasis en humanos: “La transmisión del impulso nervioso se descubrió estudiando el calamar y la fagocitosis, esencial en nuestra defensa contra patógenos, en estrellas de mar. Entendemos el ciclo celular en gran parte gracias al erizo de mar y en medusas se encontró una proteína fluorescente que se utiliza en laboratorios de todo el mundo para estudiar alzhéimer y otras enfermedades. No puedo decir que estudiar el cáncer en berberechos lo vaya a curar en humanos. De hecho, seguramente eso no llegue a pasar. Pero sí que puede ayudarnos a entenderlo. La metástasis es la culpable de la mayoría de muertes y es un proceso muy similar a lo que ocurre en el mar, cuando las células cancerígenas viajan de un berberecho a otro y lo contagian”.

Alicia y el equipo de Tubío lograron secuenciar el genoma del cáncer transmisible en berberechos tras analizar unos 7.000 ejemplares de toda la costa atlántica europea. Y a la investigadora todavía le sorprende la repercusión mediática del hallazgo: “No me lo esperaba, de repente tenía llamadas y mensajes de mis amigos del instituto y del colegio. Nunca me lo habría imaginado. Y esto me hace pensar que la ciencia en España interesa, lo que no entiendo es por qué no le exigimos como sociedad a los políticos que inviertan en un buen sistema. Es cierto que ha mejorado, pero estamos lejos de ser una potencia”.

Recogiendo bivalvos para su investigación

Recogiendo bivalvos para su investigación / Cedida

Y no será por la valía de los científicos, añade. “Los laboratorios de España no tienen nada que envidiar a los de EE UU, Corea o Inglaterra. Hay talento y gente capaz de liderarlos. Lo que falta es inversión para comprar equipos y pagar al personal para que no se vaya. Yo nunca pensé que sería parte de esa fuga de cerebros de la que se hablaba hace años”, lamenta.

Aún así, ella no renuncia a regresar en algún momento. “Aunque tengo bastante claro que probablemente tendré que seguir en el extranjero un tiempo y, si es posible, montar mi laboratorio antes de volver porque en Galicia no hay demasiadas oportunidades para que lo haga la gente joven”, añade.

Con sus directores de tesis, José Tubío y Seila Díaz

Con sus directores de tesis, José Tubío y Seila Díaz / Cedida

La pandemia ayudó a “visibilizar” el papel de los científicos, aunque no lo suficiente: “Se entendió muy bien que las vacunas llegaron tan rápido por toda la investigación que ya existía. Pero necesitamos reforzar ese mensaje y que la gente se sume a nuestra reivindicación. A lo largo de los siglos se ha demostrado que invertir en ciencia sí vale la pena a largo plazo. Los gobiernos no deben pensar a corto plazo”.

Alicia habla con pasión de la importancia de la ciencia y de sus investigaciones, pero, en realidad, ella quería ser maestra, como su madre. El entusiasmo de sus profesores de Biología en el instituto le hizo escoger esta carrera y, con los años, cuando tuvo la oportunidad de dar clase en la universidad, descubrió que el esfuerzo le producía mucha afonía, revela entre risas.

“Tuve la suerte de criarme con una madre feminista y de tener más mujeres referentes. y me gusta devolver esto a la sociedad ayudando a las niñas a ver que la ciencia también es para ellas y que pueden llegar arriba”

Aún así, sigue alimentando esta vocación a través de una intensa actividad divulgativa para dar a conocer su trabajo y también inspirar vocaciones entre las más jóvenes: “Hay que romper estereotipos. Tuve la suerte de criarme con una madre feminista y de tener más mujeres referentes y me gusta devolver esto a la sociedad ayudando a las niñas a ver que la ciencia también es para ellas y que pueden llegar arriba, donde quieran”.

Alicia, que comparte nombre con su abuela y su madre, siempre la tiene muy presente: “Mi padre murió cuando yo tenía 4 años y ella nos sacó adelante, a mí y a mi hermana pequeña, Beatriz. Le dediqué la tesis porque sin ella, sin los esfuerzos que hizo, no habría llegado adonde estoy”.

Con su madre y su hermana

Con su madre y su hermana / Cedida

Su nuevo destino, a 20 minutos de Caen, le evoca mucho a Viveiro, donde se crió hasta que las tres se trasladaron a Santiago para facilitar sus estudios universitarios. “Es maravilloso porque me recuerda a mi infancia. Vas a pie a todos lados y te conocen en la panadería. Esto es un lujo”, presume divertida.

Viajera empedernida desde que hizo un intercambio de verano en Francia con 16 años, ya ha visitado más de 30 países en cuatro continentes, además de participar en una campaña ártica dentro del proyecto Sea Women Expeditions auspiciado por la ONU. “Cuando era joven me propuse conocer tantos países como años tuviera y ya hace tiempo que me pasé”, admite riéndose Alicia, que tiene en Murphy, su mascota de 8 años, el mejor compañero en su periplo científico.

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