Entrevista | Pedro García Cuartango Periodista

“Galicia es la reserva espiritual de occidente”

Amigo de Domingo Villar, fue la última persona que vio con vida: “Le di un beso y me despedí de él. Sabía que no me estaba escuchando, pero le hablé. Y cuando salí, a los cinco minutos me dijo su mujer que había fallecido”

El periodista Pedro García Cuartango, en Baiona, donde veranea cada año

El periodista Pedro García Cuartango, en Baiona, donde veranea cada año / CRISTINA GRAÑA

Rafa López

Rafa López

Pedro García Cuartango (Miranda de Ebro, Burgos, 1955) es la prueba viviente de que la morriña no es un sentimiento exclusivo de los gallegos. El veterano periodista, reciente premio Luca de Tena por su destacada trayectoria profesional, añora Galicia y especialmente Baiona, donde pasa sus vacaciones de verano desde hace años. Al otro lado del teléfono, en Madrid, donde ejerce como columnista para “ABC”, el que fuera director de “El Mundo” (2016-2017) atiende a FARO en la mañana siguiente a las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo.

Cuartango asegura no sentirse cansado, pese a haber terminado la jornada de madrugada escribiendo la prestigiosa tercera de “ABC” con su análisis electoral. “Ha sido apasionante –destaca–. Mi interpretación es la que todo el mundo tiene, que Sánchez ha sido arrasado por el PP. Ha asumido todo el protagonismo en estas elecciones, las ha presentado como un plebiscito y ha perdido. Ha recibido un voto de castigo durísimo, y la coalición de gobierno está muerta. No hace falta ser analista político para darse cuenta”, señalaba el periodista burgalés sin siquiera imaginar que todo análisis quedaría en papel mojado –qué metáfora para la prensa diaria– tras el sorpresivo anuncio del presidente del Gobierno.

Pero conversar únicamente de política con Pedro García Cuartango sería un auténtico desperdicio. Apasionado de la lectura, sus columnas, repletas de referencias literarias y filosóficas, rebosan sabiduría y a menudo están transidas de cierto sentimiento trágico de la vida. En ellas suele reflexionar sobre lo inaprensible del presente y la pérdida, como la que sufrió estos últimos años con las muertes prematuras de sus amigos, los admirados David Gistau (1970-2020) y Domingo Villar (1971-2022). Cuartango acaba de publicar “España mágica” (Ediciones B), un libro de historia que recopila 45 enclaves arqueológicos vinculados a mitos y leyendas, y que tiene, como no podía ser de otra forma, un amplio apartado dedicado a Galicia.

–¿Cómo surgió la idea del libro de “España mágica”?

–Surge como una serie de artículos en “ABC”. Soy un apasionado de la historia y de los viajes, y conocía la mayoría de los 45 sitios que aparecen en el libro. Tenía mucha curiosidad por lugares que constituyen un enigma y empecé a leer, así surgió la idea de escribir este libro.

–Existiendo Google Maps, Instagram y todos los recursos e información que proporciona internet, ¿este libro es capaz de proponer aspectos desconocidos para el lector?

–Sí, porque es el resultado de una investigación. Estos sitios están muy poco documentados. Incluso en internet y redes sociales hay muy pocos datos sobre ellos. He tenido que hacer una labor exhaustiva de investigación, incluso hablando con vecinos del lugar. Lo que he hecho no es tanto lo que hizo Sánchez Dragó o lo que hizo luego García Atienza: no he intentado recopilar la superstición, la superchería, sino indagar qué hay detrás de las leyendas. En ese sentido es la “España mágica”: la magia eran las explicaciones que daban los primitivos pobladores de la península a los fenómenos que no podían comprender, como la fertilidad, los ciclos naturales o la muerte. Por eso tuvieron que acudir a la magia, que ha quedado recogida en estos monumentos, leyendas y mitos.

–¿Qué monumento o lugar de la España mágica le intriga especialmente?

–Me gusta mucho, por proximidad al sitio donde nací, San Pantaleón de Losa. Es una ermita en el norte de Burgos que está colocada en un sitio natural maravilloso. Está construida en una especie de rampa que vuela hacia el cielo. La ermita parece que va a despegar. Se dice que la sangre de San Pantaleón se licuaba una vez al año. También que estaba allí el santo grial, el cáliz de Cristo. Hay muchas tradiciones en torno a esa ermita. Este lugar y los símbolos que hay en sus paredes son totalmente enigmáticos.

–El tópico de la Galicia meiga y mágica, que concentra más lugares de este tipo, ¿responde a la realidad?

–Claro que responde a la realidad, y está plasmado en las páginas del libro. La única comunidad que tiene un capítulo es Galicia. Y no solamente porque yo ame a Galicia y la conozca, sino porque en Galicia se conserva un importante legado celta que se puede ver fácilmente: desde la rapa das bestas, que se vincula al culto de los caballos de los celtas, a la ceremonia en torno al orujo, que yo creo que obedece a viejas tradiciones druídicas; y el culto a los muertos y a la tradición de las meigas a las que usted se ha referido. Todavía veo en las aldeas de Galicia puertas de casas rurales en las que hay ramos de hierbas para proteger al hogar de las meigas. Esa tradición ancestral de origen celta se ha preservado muy bien en Galicia y eso justifica que tenga un lugar preferente en Galicia.

–Vincula el juego de la oca al Camino de Santiago.

–Sí, lo descubrí hace relativamente poco tiempo. Hay una teoría que dice que las casillas del juego de la oca, con la cárcel, el puente, la posada, el pozo... son una especie de metáfora y guía del camino de Santiago. Una guía en clave que elaboraron los templarios. Probablemente en el siglo XII o comienzos del XIII. Hay varios hechos que abonan esa teoría. El principal es que el nombre de la oca aparece en muchos lugares del camino, por ejemplo, Villafranca Montes de Oca. Y hay muchas ocas representadas las ermitas las iglesias y los hospitales que jalonan el camino. Creo que es una teoría plausible que merece ser investigada, pero lo dejo ahí, es una simple sugerencia. No saco conclusiones dogmáticas, evidentemente.

El periodista Pedro García Cuartango, en Baiona, donde veranea cada año.

El periodista Pedro García Cuartango, en Baiona, donde veranea cada año. / CRISTINA GRAÑA

–¿Con qué lugar mágico de Galicia se queda?

–Es muy difícil la elección, pero diré un sitio relativamente desconocido, que es uno de los primeros que descubrí: Santa Mariña de Augas Santas. Está muy cerca de Allariz, en Ourense. Hace bastantes años visité el lugar. Hay una iglesia consagrada a santa Mariña, que fue decapitada, y del lugar donde le cortaron la cabeza brotaron unas fuentes de agua milagrosa. En el pueblo hay tumbas adosadas a los muros de las casas. Por lo tanto, la muerte forma parte del entorno cotidiano de los pocos habitantes que quedan. Hay también, a unos kilómetros, una ermita templaria muy curiosa con una gruta fascinante y un entorno natural maravilloso. Me parece increíble y creo que es un lugar poco conocido en España y también en Galicia.

–¿Qué le parece la relación que hay en Galicia con la muerte, un tema del que suele reflexionar en sus columnas?

–Siempre me ha parecido una peculiaridad de Galicia. El culto a la muerte forma parte de las tradiciones cristianas, pero en Galicia está muy arraigado. San Andrés de Teixido tiene una peregrinación importante, pero está también Santa Marta de Ribarteme, en la que los enfermos que se han curado son paseados una vez al año en torno a la iglesia dedicada a Santa Marta, que era la hermana de Lázaro. Es una tradición muy curiosa. También en O Corpiño, en Lalín, existía la tradición de exorcizar a los endemoniados. Esas viejas tradiciones han subsistido quizá porque Galicia ha tenido menos desarrollo industrial que el resto de la península y se han conservado más las costumbres rurales. No sé por qué, pero en Galicia existe esta relación tan especial con la muerte.

De repente, una noticia de impacto cae como una bomba en mitad de la entrevista: Pedro Sánchez anuncia la convocatoria anticipada de elecciones generales, y el periodista no puede evitar comunicárselo a su colega entrevistado. El Cuartango más filosófico da paso al analista político y su valoración a bote pronto: “Me sorprende mucho –confiesa–. Yo había escrito en mi artículo que a Sánchez le quedaban seis meses para recomponer su estrategia. Esto me parece un suicidio. Si se proyectan los resultados de las municipales no va a poder gobernar. La campaña se va a llevar a cabo en un clima de absoluta desmoralización. Yo pensaba que iba a romper el gobierno de coalición, pero adelantar las generales no, todo lo contrario. Pero vamos a seguir, porque me van a llamar del periódico para que escriba”.

"Les digo a mis amigos en broma que podría hacer una guía sobre las rías bajas”

–Descubrió Galicia hace 15 años. ¿Le queda mucho de esta tierra por conocer?

–Me queda la parte norte, Ortigueira. El resto lo conozco. He caminado mucho por los senderos de Galicia, sobre todo de las Rías Bajas. Les digo a mis amigos en broma que podría hacer una guía sobre ellas. Me he topado muchas veces con restos de castros celtas, con iglesias en los cruces de los caminos, con cruceros, aldeas remotas... lugares maravillosos donde ha sobrevivido el pasado. Lo digo en broma, y también en serio, que Galicia es la reserva espiritual de occidente. Lo creo firmemente.

–“No vuelvas al lugar donde una vez fuiste feliz”, dice el proverbio. Usted no lo ha cumplido...

–No, porque si no, no volvería a Galicia, y tengo la necesidad compulsiva de veranear en Baiona todos los años. Este año, Dios mediante, volveré a hacerlo. Tengo alquilada la casa donde voy a veranear en Baiona. Es algo que forma parte casi de mis necesidades vitales. Pasar un mes allí, andar por el camino, pasear por la costa, ir al puerto a dar una vuelta, charlar con la gente... Sobre todo en esos días lluviosos en los que una neblina cubre la bahía. Para mí es un ejercicio de nostalgia y algo de lo que no puedo prescindir. Sigo pensando que Baiona es un paraíso. Al menos para mí lo es.

"Tengo la necesidad compulsiva de veranear en Baiona todos los años. Para mí es un ejercicio de nostalgia y algo de lo que no puedo prescindir”

–Acaba de mencionar un término clave, “nostalgia”. Como sabe, “nostalgia” es una palabra construida a partir del griego nóstos, ‘regreso’, y álgos, ‘dolor’. ¿La nostalgia duele, reconforta, o ambas cosas?

–Las dos cosas. La nostalgia puede llegar a ser incluso autodestructiva, hay que dosificarla, pero es necesaria para vivir, sobre todo a partir de una determinada edad. Yo lo vinculo a mis señas de identidad. Tengo mucha nostalgia por Miranda, mi localidad natal, pero también por Galicia, por los bosques gallegos, por los caminos, por el mar, por esa sensación tan apacible que me produce estar en esa tierra. En cierta forma, como Miranda, Galicia es mi patria. No sé por qué, no lo puedo racionalizar, pero me siento muy bien en Galicia. Siempre he soñado con comprarme una casa. No sé si será posible, pero tengo muchas raíces en Galicia y, por supuesto, esas raíces se afianzaron con la relación que mantuve con mi querido y entrañable amigo Domingo Villar.

"La nostalgia puede llegar a ser incluso autodestructiva, hay que dosificarla, pero es necesaria para vivir, sobre todo a partir de una determinada edad”

–Del que se acaba de cumplir el primer aniversario de su muerte, el 18 de mayo de 2022. ¿Le duele volver a los lugares donde fue feliz con Domingo Villar, como Playa América?

–El año pasado fueron unas vacaciones raras. Cuando llegué, a principios de agosto, y fui a la playa, me encontré que ya no estaba Domingo. Noté la tristeza de su ausencia en el lugar donde solíamos estar los dos. Estaba su familia, su mujer, pero no él, y me produjo una sensación de tristeza y de pérdida. El verano pasado no fue lo mismo. Hicimos una excursión muy bonita a Tirán, el 4 de agosto, en el último barco, para conmemorar su memoria. Fuimos su familia y amigos y arrojamos unas flores al mar. Fue muy emotivo y lo recordamos mucho.

Cuartango, en la mesa de Domingo villar de la taberna Eligio, en Vigo, el día en que falleció.

Cuartango, en la mesa de Domingo villar de la taberna Eligio, en Vigo, el día en que falleció.

–Fue la última persona en ver con vida a Domingo Villar.

–No tenía billetes para ir a Vigo, al hospital Cunqueiro. Llegué al hospital, no sé qué día, y allí estaban su mujer y sus amigos. En la uci. Me dijeron si lo quería ver. Les dije que sí. Le di un beso y me despedí de él. Sabía que no me estaba escuchando, pero le hablé. Y cuando salí, a los cinco minutos me dijo su mujer que había fallecido.

"El año pasado fueron unas vacaciones raras. Cuando llegué, a principios de agosto, y fui a la playa, me encontré que ya no estaba Domingo Villar. Noté la tristeza de su ausencia en el lugar donde solíamos estar los dos”

–Se define como pesimista y agnóstico. ¿Hubiera preferido ser optimista y tener fe?

–Nadie elige cómo es [sonríe]. No sé si esto es genético o cultural, pero yo soy como soy. Soy muy pesimista. Y soy agnóstico. Dicen los teólogos que la fe es un regalo de Dios, y a mí Dios no me ha dado ese regalo. Me declaro agnóstico porque no sé qué hay más allá. Y soy pesimista, pero un pesimista que quiere transformar la realidad, que no se conforma con aceptar los hechos tal y como vienen. En cualquier caso, uno es como es, y a una determinada edad es imposible cambiar.

–¿Los periódicos, la prensa tradicional, sigue teniendo influencia en la vida política?

–He escrito que los periódicos han dejado de tener influencia, han dejado de ser el cuarto poder. Es lo que pienso, sería cínico que dijera lo contrario. Los cambios tecnológicos, las redes sociales y los nuevos hábitos de lectura han provocado una especie de cataclismo en la prensa tradicional, que está viviendo una profunda crisis y que necesita reinventarse.

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