Entrevista | Carmen Posadas Escritora

“Me gustaría espiar la biblioteca del Vaticano”

La autora publica una novela sobre las mujeres que se dedicaron al espionaje y muestra su fascinación por dos gallegas: La Balteira, que defendió el trono de Alfonso X, y Araceli González

La escritora Carmen Posadas.

La escritora Carmen Posadas. / Carolina Roca

Carmen Posadas (Montevideo, 1953) conoció el espionaje de cerca con 19 años, mientras vivía en la embajada uruguaya en Moscú, a donde habían destinado a su padre, y su residencia estaba plagada de micrófonos y personal que no se esforzaba en ocultar su cometido. Años más tarde, cuando estuvo casada con el exgobernador del Banco de España Mariano Rubio también fue objeto de investigación por parte de los servicios de inteligencia. Ahora la autora de doce novelas, más de quince libros infantiles, dos biografías y varios ensayos, relatos y guiones de cine y televisión ha publicado Licencia para espiar, una novela donde relata la historia de las mujeres que se dedicaron a ese peligroso arte.

– ¿Por qué se decidió a indagar en la historia de mujeres espías?

– Primero porque siempre me he considerado una espía en el sentido de que me encanta observar sin ser vista, soy de las que me gusta ser observadora más que ser el centro de atención. Por otro lado, en la época en que mi familia vivió en Rusia conocí muchos espías que ni siquiera se tomaban la molestia de ocultarlo.

Usted no conoció este mundo por el cine, sino que su primer contacto fue en los años 70 en Moscú, cuando a su padre le destinaron a la embajada llena de micrófonos, ¿cómo vivió esa experiencia?

– Los rusos tenían la obsesión del espionaje, entiendo que hubiera espías en la embajada de Estados Unidos pero no sé que secretos nucleares esperaban encontrar en la de Uruguay. Aun así, estábamos rodeados de ellos, yo sabía perfectamente que la cocinera era una espía, el que me servía el café con leche por la mañana, también, y había un señor que se ocupaba de sacar la nieve del tejado de la embajada que se dedicaba a poner micrófonos; por cierto, era bastante chapucero: estabas comiendo y de repente veías debajo de un cuadro que salía un micrófono. La KGB a partir de los años 30, en la guerra y después de ella había sido bastante eficaz porque había conseguido infiltrar en los servicios secretos ingleses cinco agentes que durante años pasaban información a Moscú, pero creo que en los 70 ya se habían relajado y funcionaban mal.

También fue espiada durante su matrimonio con Mariano Rubio, exgobernador del Banco de España. ¿Qué se siente?

– Si en la Unión Soviética era pintoresco, en esta otra ocasión sentía que estaban velando mi intimidad. Circulaban por todos lados dosieres, te elaboraban uno en el que supuestamente contaban todos tus movimientos, pero la mitad de las cosas eran mentira que, al estar mezcladas con verdades, te producían un desasosiego, una sensación muy incómoda.

– ¿Es cierto que a su hermana le ofrecieron ser espía?

Sí, hay que decir que existen distintos tipos de espionaje. Lo que yo recojo en el libro es lo mismo que recoge, por ejemplo In Fleming en su obra: las misiones y operaciones más llamativas. Pero hay un espionaje mucho más gris, más burocrático y tiene que ver con la gente que está enfrente de una pantalla durante doce horas contra el ciberespionaje o escuchando conversaciones y eso es lo que le ofrecieron a mi hermana cuando intentaron reclutarla aquí en España porque hablaba muy bien ruso y al principio quedo fascinada, hasta que se enteró de que su misión era estar sentada delante de una mesa escuchando horas y horas Radio Moscú. Eso no es nada glamuroso, pero es parte del espionaje y muchas veces se obtiene información interesante por estos medios. Ella lo rechazó.

"Hay mujeres espías que han tenido misiones importantísimas y han pasado inadvertidas. Nosotras tenemos más intuición y discreción; los hombres son más vanidosos”

– Detrás de este libro hay una labor de documentación, ¿cómo se tiene acceso a una información que trata de ser ocultada?

– Tengo un amigo que trabaja en el CESID al que le pedí libros rigurosos sobre el arte del espionaje. Lo primero que hice fue leer todos estos textos que, por cierto, son aburridísimos, ¡cómo es posible escribir algo tan tediosos sobre algo tan interesante! Entonces hice una historia cronológica del espionaje llegando al presente pero me di cuenta de que era una labor inabarcable, así que decidí partirla en dos y hablar solo de mujeres, primero porque de ese modo suprimía la mitad del trabajo y, segundo, porque las misiones de las mujeres son menos conocidas precisamente porque son buenas espías y el objetivo de ese trabajo es que nadie se entere.

– ¿Cuáles son los requisitos para que te recluten si eres mujer?

– Se lo pregunté a una espía que se acaba de jubilar y que me costó mucho que accediera a darme información. Me contó que te contactan dependiendo del perfil que busquen en ese momento. En su caso querían universitarias que hablaran idiomas. Te someten a vigilancia durante un tiempo porque tienen que comprobar cómo es tu entorno familiar, tu forma de ser, si tienes algún flanco débil (no puede ser ludópata, por ejemplo). El entrenamiento dura unos dos o tres años y luego empiezas a trabajar como espía, bien en un trabajo burocrático o sedentario o bien participando en operaciones como puede ser infiltrarse en bandas terroristas.

– ¿Y qué puntos fuertes tiene una mujer espía que no tenga un hombre (usted habla de mano izquierda)?

– En general, las mujeres tenemos más intuición, sabemos guardar mejor un secreto, estoy convencida, a los hombres de vez en cuando se les calienta la boca porque son más vanidosos, de hecho, en el libro hay ejemplos de mujeres que ha tenido misiones importantísimas en un momento dado y luego han pasado a tener una vida de ama de casa abnegada que solo hace tartas de manzana y toca el piano, y sus operaciones se han conocido al cabo de los años no porque ellas lo hayan contado, sino hubieran pasado completamente inadvertidas.

– ¿En este trabajo, como en otros, se puede decir que detrás de un buen hombre espía se encuentra una gran mujer espía? Dicen que la gallega Araceli González, esposa del agente Garbo, era realmente la espía y fue él quien se llevó todas las medallas.

– Precisamente pensaba en Araceli, aunque creo que los dos eran buenos espías, no le vamos a sacar mérito a él. En Inglaterra ocurría con muchos matrimonios: él era la fachada y ella la que estaba detrás. Esto ha ocurrido también en otros campos como la literatura, donde la mujer escribía y el marido firmaba.

– Otra gallega sobre la que se ha especulado si era espía es Carolina Otero, La Bella Otero.

– Escribí un libro sobre ella y creo que me lo sé todo de ella; y creo que esta mujer, que fue amante de siete reyes y archimillonaria, es un poco el reflejo de lo que pasaría un poco más adelante con Matahari. No creo que haya sido espía pero la identificaban mucho con Matahari, incluso se vestían igual, hay fotos de ambas con el mismo atuendo.

– ¿Qué personas le han impactado más por lo que descubrió de ellas o por ser su historia más cercana a una vida de película?

– Todas tienen vida de película. Descubrí a La Balteira, un personaje gallego que era completamente desconocido para mí, una mujer inteligente y libre que ayudó al rey Alfonso X El Sabio a mantenerse en el trono. Tendrían que hacer una película de su trayectoria ya. También de Malinche, de la que sí se han hecho películas basadas en su faceta de amante de Hernán Cortés pero no en cómo ella manejaba la información clave para que su marido conquistara el imperio azteca. O de Wallis Simpson, la esposa de Eduardo VIII, que ha pasado la historia como protagonista de la historia más romántica del siglo XX y se habla poco de cómo ella se movió con Hitler para mantener a su esposo en el trono. Otra que me impactó es Joséphin Baker, cantante casi coetánea de Matahari pero a diferencia de ésta – que era una nulidad como espía –, ayudó muchísimo a La Resistencia espiando para los franceses en contra de Hitler e hizo tan buena labor que está enterrada en el Panteón de Héroes de Francia.

– ¿Es el oficio más antiguo de la historia o ese “mérito” corresponde a otro que se suele mencionar como tal?

– Esos libros tan sesudos que me tragué coincidían en decir que el espionaje es la profesión más antigua del mundo, más incluso que la que tenemos por tal. Y además es lógico que así sea porque saber es poder y el ser humano desde los albores ha necesitado información, tenía que saber desde donde estaban los pastos más fértiles o donde había una fuente de agua a qué hacía el enemigo, todo ese tipo de información era muy necesaria para mantenerte vivo, ni más ni menos.

– ¿Qué le gustaría espiar?

– Lo tengo claro, me gustaría entrar en el biblioteca del Vaticano porque ahí sí tiene que haber secretos, vete tú a saber qué información interesantísima guardan; por supuesto, no dejan entrar a nadie, así que si pudiera elegir, sería ese lugar.

– ¿Los mejores espías del presente no son de carne y hueso?

– Está el ciberespionaje, pero a pesar de que es cada vez más importante y los medios tecnológicos permiten que no espíen a todos, siempre tiene que haber una cabeza pensante que no puede ser una máquina.

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