El naval gallego recobra el trono de España en pedidos con pesqueros y oceanográficos
Acaricia el 40% de toda la carga de trabajo y toma el liderazgo por primera vez tras el crac de Barreras
Los encargos, sin contar los ya firmados en enero, para trece países distintos
El Saputi es un buque pesquero construido en 1987 por el astillero noruego Vard Langsten, alargado después hasta los 76 metros y especializado en gambas y rodaballo. Es la insignia del grupo canadiense Qikiqtaaluk Fisheries Corporation (QFC), que fue la primera empresa de la región Nunavut en explorar la pesca comercial en alta mar. La corporación tiene hoy un extenso portfolio de actividades, todas centradas en revertir sus beneficios entre la población inuit, y en constante renovación. La división pesquera, de hecho, pronto incorporará una unidad para hacer compañía al Saputi: llevará en el casco el nombre de Saputi II y es ya la construcción número 736 de Construcciones Navales Paulino Freire (Freire Shipyard). Es uno de los siete contratos firmados por los principales astilleros privados gallegos el año pasado, con una carga de trabajo equivalente a cerca de 100.000 toneladas de arqueo bruto compensado (compensated gross tonnage, CGT). Representan el 39% de la cartera del naval de España y devuelve a la industria de Galicia al primer puesto del país después del rocambolesco crac de Hijos de J. Barreras.
FARO ya avanzó que, a cierre de 2023, las unidades contratadas suponían un negocio superior a los 700 millones de euros. El Ministerio de Industria aporta ahora un mayor detalle y cifras comparativas con el naval privado de Asturias y País Vasco. En concreto, los astilleros de las rías de Vigo y Pontevedra sellaron el 77% de los nuevos contratos (expresados en CGT), y ese 39% del peso de la cartera. Asturias, con Gondán y Armón, quedó en segunda posición (37%); País Vasco, con Balenciaga, Zamakona y Murueta, en la tercera (23%). La recuperación del primer puesto para Galicia ha sido posible gracias en todos los casos a pedidos de última generación, principalmente para la industria pesquera y para la renovación de flota oceanográfica de todo el mundo. De hecho, la carga de trabajo en Vigo y Marín se reparte para 13 países distintos. Además de España –solo dos encargos–, las embarcaciones en construcción llevarán pabellón de Nueva Zelanda, Islandia, Países Bajos, Portugal (Azores), Australia, Senegal, Islas Caimán, EE UU, Reino Unido, Francia, Canadá e Islas Malvinas.
Sin tener en cuenta los contratos ya cerrados durante el pasado mes de enero –a cargo de Armón Vigo, para Argentina y la Polinesia Francesa–, el equipo que dirige Santiago Martín es el que tiene una agenda más completa. En los relativos solo a 2023, la nómina de encargos asciende a tres. El primero es un oceanográfico que será bautizado como Anna Weber-van Bosse, encargado por la Royal Netherlands Institute for Sea Research (NIOZ). La botadura está programada para el próximo mes de octubre; la entrega, para otoño de 2025. Con diseño de la oficina técnica C-Job Naval Architects, tendrá 75 metros de eslora. También puso en vigor el contrato para la mayor patrullera oceánica de la Guardia Civil, que reemplazará a la vetusta Río Miño y que ha contado con un presupuesto de 35 millones de euros. Otro oceanográfico, en este caso para el Governo Regional dos Açores, completa esta nómina de nuevos pedidos de Armón.
Su vecino Freire Shipyard también hizo gala de su enorme expertise en unidades de investigacion oceanográfica con la adjudicación de un pedido para el Institut Français de Recherche pour l’Exploitation de la Mer (Ifremer), de 40,3 metros de eslora. Puso también en vigor el arrastrero de última generación para Qikiqtaaluk Fisheries Corporation y otro buque para la británica Briggs Marine, que realizará trabajos de inspección, servicio y reemplazo de marcas de navegación y amarres costeros pesados. En la otra ría, Nodosa continúa su consolidación en el segmento de los grandes arrastreros, con una unidad de 79 metros para la neozelandesa Talley’s Ltd. Su parque de pesca –la maquinaria ha sido contratada con Carsoe, como la del Saputi II– permitirá la elaboración de filetes, así como harina y aceite de pescado a partir de los descartes. Lucirá el nombre Voyager.
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