Altri niega que la fábrica proyectada en Palas vaya a aumentar la eucaliptización de Galicia

“No será necesario incrementar la superficie de plantaciones”, alega, porque “se nutrirá de eucalipto excedentario” que ahora se exporta

Asegura que no producirá celulosa para papel, sino solo fibras textiles

Pancarta en contra de Altri en un puente sobre el Ulla, a su paso por Monterroso. |  // ULLOA VIVA

Pancarta en contra de Altri en un puente sobre el Ulla, a su paso por Monterroso. | // ULLOA VIVA / Xan Salgueiro

Xan Salgueiro

Xan Salgueiro

La fábrica que Altri proyecta en Palas de Rei precisará 1,2 millones de toneladas de eucalipto, según sus propias estimaciones. Entonces, ¿contribuirá a aumentar la eucaliptización de Galicia? “No, en absoluto –responde la empresa–. El eucalipto que se utilizará es el que ya se está produciendo. No será necesario incrementar la superficie de las plantaciones”. La planta se nutrirá de “eucalipto excedentario, que actualmente se está comercializando fuera de Galicia por falta de mercado interior”, añade la compañía, que incluso sostiene que “implicará un beneficio para el sector maderero, al poder vender esa madera en proximidad, reduciendo los costes de transporte”.

Es una de las respuestas a la batería de “preguntas frecuentes” que se puede encontrar en la web que Greenfiber –sociedad formada por la multinacional portuguesa Altri y la energética Greenalia– ha habilitado con información detallada sobre el proyecto Gama, para la implantación en el municipio lucense de una fábrica de fibras textiles a base de celulosa. Esta página es una de las medidas para informar a los vecinos que anunció el 20 de marzo tras suspender las charlas previstas en Agoada, Santiso y Antas de Ulla después de que se registraran protestas en las celebradas en Palas, Monterroso y Melide.

Greenfiber niega que vaya a utilizar esta materia prima para fabricar papel. “En esta planta se extraerá la celulosa de la madera para producir exclusivamente fibras textiles y/o fibras solubles que es la materia prima para aplicaciones textiles”, explica. “Son productos diferentes de la pasta de papel, con un proceso de producción distinto y, por tanto, sus impactos también son diferentes”, subraya.

La compañía empleará la madera de eucalipto para fabricar dos productos “de base celulósica y, por consiguiente, biodegradables”. Por una parte, “fibras solubles para aplicaciones textiles, que se venderán solamente a industrias del sector textil y que no sirve para las habituales industrias papeleras”. El otro producto que saldrá de la planta será lyocell, “una fibra textil con la misma base celulósica, 100% biodegradable, que no acarrea la generación de microplásticos que puedan llegar a ríos u océanos”, a diferencia de lo que sucede con otras fibras textiles de uso común, que ejemplifica con el poliéster.

Greenfiber tiene los ojos puestos en 366 hectáreas, de las 112 serían para una factoría que aprovecha la orografía para ubicar las instalaciones más voluminosas en las zonas más bajas y plantea un cinturón verde de 61 hectáreas para minimizar el impacto visual. El resto (193 hectáreas) se conservará como está ahora. El diseño está planteado para minimizar el impacto visual desde el Camino de Santiago, cuyo punto más cercano dista 3 kilómetros.

La planta está diseñada para “poder usar, no consumir –puntualiza–, un máximo de 46.000 metros cúbicos de agua al día”, una cifra que “solo existe para situaciones de emergencia o necesidad puntual”. En la primera fase contempla una captación máxima de 20.000 m3 diarios. En todo caso, “el agua será depurada antes de la devolución, cumpliendo rigurosamente con todos los parámetros exigidos en el Plan Hidrológico Galicia Costa 2021-2027”, lo que “garantiza que “no se afectará el estado actual del Ulla”, tal como reflejan los estudios de dispersión realizados. Además, prosigue, el agua retornada “no provocará una variación de la temperatura del río mayor de 3ºC por encima o por debajo”.

El hecho de que el agua se devuelva al río en vez de reutilizarla en la fábrica responde a “una cuestión estrictamente técnica: el embalse de Portodemouros presenta malas condiciones hídricas, debido fundamentalmente a las actividades ganaderas, que acaban contaminando el agua con nitrógeno, fósforo, etc. Esto significa que tenemos que sobrecargar nuestro tratamiento de agua para eliminar estos mismos productos. Por el momento, la tecnología no permite reutilizar más agua purificada, ya que la carga de tratamiento del agua para la fábrica es muy alta”.

La captación de agua exigirá 12,5 kilómetros de tuberías desde el embalse. “Todas las canalizaciones irán bajo tierra y, de manera preferente, por terrenos de uso público para minimizar las afecciones a propietarios privados”, con quienes pretende negociar individualmente, sin recurrir a expropiaciones.

La fábrica “no supondrá ningún impacto en la fauna ni la flora local, ni en la actividad agroganadera”. Aclara que “se han tomado todas las medidas necesarias para preservar especies autóctonas y de especial protección”, entre las que destaca la modificación del diseño de la planta, el traslado del punto de devolución del agua tratada a varios kilómetros de distancia o reservas dentro de la finca para especies singulares. Niega, igualmente, la afección a los bancos marisqueros de la ría de Arousa, puesto que el agua se devolverá al Ulla “depurada, con una calidad que no cambia el estado actual del río”.

“No hay posibilidad de que ocurran lluvias ácidas”

La emisión de gases es una de las cuestiones que más preocupan a los detractores del proyecto. Pero desde la empresa afirman que, a tenor del estudio de dispersión realizado, “no se prevé ningún impacto negativo en la atmósfera ni en el entorno que sea perjudicial para la salud humana o el medio biótico”. La energía de la fábrica se producirá a partir del vapor de alta presión generado en una caldera, que quemará los subproductos de la madera que no sirven para la producción de fibras, tal como recoge la propia web corporativa. Pero los gases generados por esta combustión “serán tratados antes de ser liberados a la atmósfera, garantizando tanto el estricto cumplimiento de todos los parámetros exigidos como las respectivas concentraciones”.

No obstante, en el mismo estudio se prevén “emisiones de azufre, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y material particulado”, para lo que se instalará una chimenea de 75 metros de altura. “El tratamiento previo de los gases garantiza que, en todos estos parámetros, las concentraciones están por debajo de las exigidas en las mejores técnicas disponibles de la comunidad europea”, señala Greenfiber. En cuanto a la altura de la chimenea, dice que “fue, precisamente, definida en base a un estudio de dispersión que garantiza la no afectación prejudicial a la salud humana o de los animales”. Sin embargo, algunas voces alertan de que los gases tóxicos provocarán una “lluvia ácida” en un radio de hasta treinta kilómetros. “No hay posibilidad de que ocurran”, aduce, porque “todos los gases serán debidamente tratados, garantizando no solo el cumplimento de todas las concentraciones que la ley exige, sino incluso yendo más allá en algunos de estos parámetros”. También descarta que la fábrica vaya a desprender mal olor, como las celulosas clásicas. “El proceso técnico es diferente al de las antiguas celulosas de papel. En esta planta se emplearán las más avanzadas tecnologías donde todos los gases olorosos serán captados para ser reutilizados en la producción de energía”.

Llamamiento de Vila de Cruces en contra de la planta

El alcalde de Vila de Cruces, Luis Taboada, se puso en contacto con su homólogo de la localidad coruñesa de Santiso para asistir a la caminata del próximo domingo, 7 de abril, en contra de la planta de Altri. Aprovechará para solicitar a los técnicos participantes que se acerquen al municipio para informar a toda la ciudadanía sobre las consecuencias que pueden derivarse de la creación de la planta. En todo caso, hace un llamamiento “a todos los concellos” para unirse en contra de la macrocelulosa. A las 10:30 horas saldrá un autobús desde A Cornella hasta la Finca de Quintas, donde, media hora más tarde, se iniciará la caminata en sentido inverso. La distancia es de cinco kilómetros por la zona donde está prevista la instalación de las canalizaciones de agua.

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