La botella gigante espera su futuro

El enorme envase de albariño que se concibió como un barco y que fue una habitación de turismo rural está depositado en el punto limpio

La botella, en el punto limpio de Cambados.

La botella, en el punto limpio de Cambados. / Iñaki Abella

La botella gigante de albariño que desde hace meses está depositada en el punto limpio de Cambados tuvo varias vidas, pero ninguna demasiado larga. La primera, fue un barco. En 1999 fue concebida como una embarcación, y su misión consistía en surcar las aguas del río Ulla para promocionar el año Xacobeo por la zona por la que discurre el camino Mar de Arousa. Pero la idea no cuajó, y la botella terminó poco después semiabandonada en la parcela de la estación depuradora de aguas del monte Treviscoso, en Vilanova.

En 2013, tuvo una nueva vida, todavía más efímera, pero sin duda más emocionante, cuando la restauraron con motivo del paso de la Vuelta Ciclista a España. La emisión de la carrera por televisión, con vistas aéreas y desde la propia carretera, era una magnífica oportunidad para presumir de los atractivos de la comarca, y los vinos Rías Baixas, representados por el gigantesco envase, son uno de ellos.

El proyecto a más largo plazo se lo concedió la técnica de Igualdad y emprendedora grovense Mónica Novas, que había abierto un alojamiento con encanto en Fofán, una apartada aldea del corazón de la comarca, que aunque pertenece a la parroquia de Armenteira (Meis), está más cerca de la de Covas (Meaño) y su mirador de San Cibrán.

Novas decidió que la botella podía ser un emblema de su proyecto turístico “Made in Fofán”, que ella describió como “agro chic house”, y reformó la botella por completo, convirtiéndola en una exclusiva habitación de 20 metros cuadrados, con capacidad para una cama grande y una supletoria, y una mesita con sillas donde disfrutar de una refrescante copa de albariño.

Corría el año 2017, y la botella lucía un aspecto completamente distinto. Repintada de verde por fuera, y de blanco por dentro, también hubo que hacerle una puerta, porque la escotilla anterior era muy poco práctica. En pocos meses, la botella se convirtió en un emblema del nuevo turismo rural de OSalnés, centrado en ofrecer a los viajeros experiencias auténticas y singulares.

El sueño de Mónica Novas duró casi seis años, y finalizó en julio de 2023, cuando a la emprendedora no le quedó más remedio que trasladar la botella. El artilugio estaba a 35 metros de distancia de un cruceiro en ruinas, y eso fue suficiente para que Patrimonio ordenase su retirada. Mónica Novas peleó la decisión en el Juzgado, pero perdió. En ese momento, empezó la nueva vida del envase, la actual, en la que permanece varado en el punto limpio del polígono industrial de Sete Pías. Novas se la cedió al Ayuntamiento de Cambados, y el alcalde, Samuel Lago, anunció que la dedicaría a enoturismo.

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