Tribuna Libre

De raíces y alas, ¿por qué practicamos el autoodio?

De raíces y alas, ¿por qué practicamos el autoodio?

De raíces y alas, ¿por qué practicamos el autoodio? / Pilar Lucas

Pilar Lucas

Conviene arraigar. Arraigamos especialmente en la infancia. La niñez determina la identidad de nuestra patria chica. Los días de esa etapa de ojos de pequeños, de ojos  de asombro al nuevo mundo establecen una ligazón sentimental para siempre. En pugna con el dicho “ Uno no es de donde nace sino de donde pace”. También. Echamos raíces donde posteriormente vivimos, máxime si se nos acoge de forma amable. Y luego están las alas, esas que nos izan sobre el suelo y nos llevan a tiempos y espacios distantes, donde también calmamos la sed de saber, de conocer.

Y por ello, fuera de fronteras que marcan muros impenetrables, se puede querer a la patria chica (en mi caso, un humilde pueblo agrícola del norte de Cáceres). Se puede y se debe querer y respetar la cultura del pueblo que nos acoge en nuestra vida laboral (Galicia y Pontevedra, personalmente). Y ello no está reñido con la inclinación sentimental por España, esa España camisa blanca de mi esperanza cuyo devenir nos duele. Y por el mundo todo.

Pensaba yo en estos días de tanta agitación política en la conveniencia de aparcar radicalismos, de acercar posturas, de evitar crispar, de moderar y moderarse por el bien común.

El Estado español tiene un gran potencial. Historia secular. Patrimonio cultural extraordinario y variado. Buena gastronomía...

¿Por qué el autoodio? ¿por qué las batallas encarnizadas entre dos Españas?

Viene de largo el enfrentamiento entre la España tradicionalista y la progresista. Románticos y realistas se alineaban en el bando liberal o conservador. Claro que se puede discrepar y hasta bueno es el debate; pero no debemos dejarnos llevar por fanatismos de un signo u otro.  La sensatez y el progreso como horizonte deben de regir las actuaciones por encima de banderías abstrusas. Apena oír contar a opositores a profesores que en Canarias se recibía a los peninsulares con pancartas con la leyenda “Fuera godos”.

Apena ver cómo las guerras de las lenguas imposibilitan poder acceder a plazas en Comunidades bilingües si se va desde las monolingües pues el primer examen de idioma ya no da opción a quien no lo sabe; en lugar de dar un plazo razonable para aprender la lengua del pueblo que acoge.

Apena ver que las monolingües en castellano se ven forzadas a sacarse de la manga el as de los años censados para favorecer con puntos a los oriundos para defenderse de los procedentes de otras comunidades que se blindan.

Cada villano en su rincón. Filosofía de la cueva con gruesos muros que evitan que circule el aire y la mezcolanza, tan beneficiosa.

Hay un régimen de Autonomías con un alto grado de competencias. Deberíamos no prestar tantos oídos a los radicales excluyentes ,llevados por fanatismos que no hacen sino desestabilizar a una mayoría cuya aspiración mayor es vivir en un Estado de progreso, concordia, bienestar y paz, de unidad desde el respeto a la pluralidad. Tenemos diferencias y eso enriquece. Pero, sin duda, es más lo que nos une, ser humanos, que lo que nos separa, radicalismos de fronteras y banderas.Luchemos para que ninguna de las dos o más Españas nos hiele el corazón, Don Antonio.

*Profesora de Literatura

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