Aarón (17 años): "Si otros jóvenes conocieran el trabajo en la batea, les encantaría"

Un grovense de 17 años que juega en el Pontevedra juvenil transmite a otros adolescentes su pasión por el mejillón

Aarón Portela Portas, un grovense de 17 años que elige la batea para su futuro.

Aarón Portela Portas, un grovense de 17 años que elige la batea para su futuro. / M. Méndez

Manuel Méndez

Manuel Méndez

Con extraordinaria madurez, a pesar de tener solo 17 años, el grovense Aarón Portela Portas asume que “no todos los jóvenes servimos o queremos estudiar, por eso, si algunos como yo preferimos no ir a la universidad y empezar a trabajar, lo que hay que hacer es apoyarnos y respetar nuestra decisión”.

A su juicio, “lo importante es querer ser algo en la vida y luchar para conseguirlo, respetando siempre a los demás y teniendo las ideas claras”.

"Es una profesión con enorme futuro"

En su caso optó por dejar los estudios tras cursar la ESO “porque quiero ser bateeiro, y estoy orgulloso de ello, además de estar convencido de que se trata de una profesión con un futuro enorme”.

Aarón Portela Portas preparando sacos de reparqueo.

Aarón Portela Portas preparando sacos de reparqueo. / M. Méndez

Este meco representa ese relevo generacional que busca y necesita el sector miticultor en Galicia, donde cada vez es más complicado encontrar jóvenes que, como Aarón Portela, quieran seguir la estela de sus padres y abuelos.

Diego y Nuria

Con los pies en el suelo, la cabeza despejada y el firme apoyo de sus progenitores, Diego y Nuria, Aarón no oculta que le gusta divertirse, salir de fiesta con los amigos y, en definitiva, disfrutar de todas las ventajas que conlleva tener su edad.

Pero también es un hombre responsable que está convencido de que todos se merecen una oportunidad, tanto los que estudian como los que trabajan. ¡Sea el trabajo que sea!

Agotado

Aún estando visiblemente agotado, tras arrastrar días intensos de faena en las bateas, para atender los crecientes pedidos de mejillón que llegan desde Italia, el joven meco no deja de sonreír y sigue cumpliendo con sus otras obligaciones. Mejor dicho, con sus otras pasiones.

Y es que compagina el trabajo en los parques de cultivo flotantes y el muelle de descarga habitual, el de Porto Meloxo (O Grove), con las clases a las que asiste para sacar el título de patrón y así prepararse, más y mejor, para ser bateeiro.

Aarón Portela en el barco de la familia.

Aarón Portela en el barco de la familia. / M. Méndez

"Reparqueo"

Pero eso no es todo, ya que al laboreo diario en las bateas, en esta época del año también centrado en el reparqueo de sacos, añade sus intensos entrenamientos y los partidos de fútbol de cada fin de semana, ya que también es jugador de fútbol. Milita en el combinado juvenil del Pontevedra.

Cuando se le indica que quizás en la universidad estaría más cómodo, ya que no tendría que levantarse a las cinco de la madrugada para ir al mar, responde con una sonrisa: “Pero si haces las cosas bien y cumples con el trabajo de cada día en la batea, después tienes la tarde libre; es peor estar metido todo el día trabajando en un bar, un andamio o un comercio”.

Desde los nueve años

Para insistir en que decidió trabajar en la batea “porque los estudios no son lo mío y no me gustan”, pero también para destacar que “desde los nueve años, cuando empecé a acompañar a mi padre, veo que el cultivo de mejillón es algo apasionante; además soy consciente de que en casa hay una empresa fuerte de la que, en el futuro, quizás pueda hacerme cargo”.

Aarón y su familia en agosto de 2020, cuando se botó en Marín el barco "Jocar Tres".

Aarón y su familia en agosto de 2020, cuando se botó en Marín el barco "Jocar Tres". / Gustavo Santos

En cualquier caso, y de nuevo con humildad, reconoce que, de momento, es solo un aprendiz. “Del mismo modo que trato de formarme para ser patrón y me esfuerzo para jugar al fútbol con mi equipo, en las bateas trato de aprender a diario al lado de mi padre”, reflexiona Aarón.

"No es un trabajo, sino una pasión"

Es esto lo que lo lleva a decir que, “en realidad, la batea no es un trabajo, sino un pasión”. De ahí que al ser preguntado sobre si recomendaría el oficio de bateeiro a otros jóvenes responda sin dudar: “Claro que lo recomendaría".

El joven bateeiro grovense.

El joven bateeiro grovense. / M. Méndez

Lo hace al tiempo que aclara que, "personalmente, siempre me llamó la atención ver desde dentro cómo se hacen las cosas y seguir todo el ciclo de cultivo del mejillón, por eso creo que hay muchos jóvenes que si lo conocieran de cerca también les encantaría”.

Además, “aunque hay acciones que requieren de fuerza y sacrificio, todo está mucho más mecanizado y ya no es tan duro como cuando lo hacían nuestros padres y abuelos”, destaca.

El joven grovense subido a la grúa del barco.

El joven grovense subido a la grúa del barco. / M. Méndez

"Es un motor económico"

Aunque el resultado es el mismo, “un mejillón de calidad que es un producto de enormes propiedades nutritivas que vale la pena consumir y que, además, es fruto de un trabajo sostenible y tradicional que constituye un motor económico en Galicia, del que viven miles de familias”.

Buen alumno de su padre, que a su vez, lo fue de su abuelo, Aarón Portela Portas es conocedor del pasado, el presente e incluso el futuro que espera a este sector.

De ahí que, convencido de que “vale la pena”, insista en animar a otros como él a tomar el relevo y subirse al mundo de las bateas.

Suscríbete para seguir leyendo