Resumen del año

Tormenta total en la pesca

Caída del consumo, incremento de gastos operativos, subida de tipos y digestión de inversiones arrastran al sector a un escenario insólito: Grupo Fandicosta desaparece y Atunlo deja la conserva

El presidente de Fandicosta, Ángel Martínez Varela, con el ministro Luis Planas en Conxemar.

El presidente de Fandicosta, Ángel Martínez Varela, con el ministro Luis Planas en Conxemar. / Marta G. Brea

Lara Graña

Lara Graña

La industria pesquera cerró el ejercicio 2022 con un nuevo hito en ventas, empujada sobre todo por Grupo Profand y Wofco, con 5.100 millones de euros de facturación consolidada entre las principales operadoras. Pero entonces advertían ya, como analizó FARO, de la necesidad de recuperar márgenes debido a la importante subida de los costes operativos y financieros. No hubo espacio para esa remontada. El 2023 transitó por suelo empedrado, sobre todo en la segunda mitad del año, con una fortísima caída en la demanda de proteína marina y el endurecimiento en el acceso y renovación del crédito bancario. El sector había realizado importantes inversiones para incremento de capacidad, verticalización de procesos y valorización de producto –un esfuerzo superior a los 275 millones de euros en cinco años– y se topó con un encarecimiento de costes financieros del 70% de media. El vendaval se ha llevado por delante nada menos que a la gigante Grupo Fandicosta, ha obligado a Atunlo a abandonar el mercado de la venta a conserveras –la mitad de su negocio–, forzó renegociaciones de deuda (Iberconsa o Frime) y empujó también al preconcurso a la atunera Actemsa.

El golpe más severo lo ha encajado la compañía que preside Ángel Martínez Varela, acogida a la ley concursal desde mediados de octubre tras arrastrar tensiones de tesorería desde la mitad del año. El amparo judicial le ha permitido abordar un abrupto plan de reestructuración con el que se desprenderá de su buque insignia, la factoría de Moaña, cuyo traspaso se ha complicado al extremo y que la enfrenta peligrosamente a una liquidación. Todos los activos del grupo están sobre la mesa para saldar un pasivo financiero superior a los 70 millones de euros; ya se ha desprendido de la fábrica de Vilagarcía de Arousa –ha pasado a manos de Profand– y su exfilial argentina Pesquera Cruz del Sur pertenece ahora a la armadora Gandón. Martínez Varela, heredero de una saga que arranca en el negocio en el año 1904, ha achacado su callejón sin salida a la fuerte inversión realizada tras el incendio del año 2016, que encajó casi en solitario y sin subvenciones públicas.

El segmento del atún ha encarado sus propios demonios, además de los generales del sector, con un descenso en el consumo superior a la media y la difícil convivencia con la materia prima importada de Ecuador o China. Todos los proyectos de futuro diseñados desde la dirección de Atunlo se han ido al traste: intentará salvar el grupo sacrificando las factorías de lomos de atún precocidos, echando el cierre a sus instalaciones de O Grove y Santoña. Y con un plan de reestructuración que irá más allá y que ha puesto en evidencia las diferencias entre los accionistas: la viguesa Comercial Pernas (Coper), la armadora vasca Compañía Internacional de Pesca y Derivados (Inpesca) y la panameña Marpesca.

Al margen de la ejecución de los proyectos de ajuste de las empresas, tanto de las que están en preconcurso como de las que no, esta tormenta perfecta derivará necesariamente en una mayor concentración en la industria, ya sea por la caída de operadoras como por la debilidad de aquellas que no tienen presencia en origen y dependen de terceros. Todas, eso sí, han emplazado a la banca a suavizar sus posiciones para encarar el corto y medio plazo con garantías.