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Un año entre ondas "que veñen e van"

La tercera ola fue en Galicia más grave que la primera: los tres primeros meses del se saldaron con cerca de un millar de muertos. La protección de las vacunas amortiguó el impacto en decesos de la quinta oleada

Un año entre ondas "que veñen e van"XOÁN ÁLVAREZ

Galicia ha pasado un año entre ondas (epidémicas) que vienen y van, aunque solo a la cuarta, en la pasada primavera, cabría llamarla “ondiña” por su levedad. La comunidad, que había salvado el primer año de la pandemia con unas cifras relativamente bajas en comparación al la mayoría de las autonomías, comenzó 2021 con un trimestre nefasto en el que murieron por coronavirus 932 personas.

Esa letal tercera ola, impulsada por las fiestas navideñas, es el principal motivo por el que 2021 ha sido prácticamente igual de trágico que 2020 en cuanto a mortalidad: en ambos se han notificado alrededor de 1.400 decesos.

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Galicia echa el cerrojoVídeo: Agencia ATLAS / Foto: Brais Lorenzo

Ese ha sido el aspecto más negativo. En lo positivo, un proceso de vacunación que comenzó prácticamente con el año natural y en el que Galicia, como un campeón dominador, no ha abandonado el liderato en ninguna jornada.

En su discurso de Fin de Año de 2020, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez, Feijóo, advirtió contra el error de pensar que la mayor crisis global de salud pública en más de un siglo terminaría con la llegada de la vacuna. El tiempo le ha dado, desgraciadamente, la razón.

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El año empezó con un empeoramiento de los indicadores y la amenaza de la variante inglesa, luego llamada alfa, más contagiosa, y que comenzaba a detectarse en España. Casi un calco de lo que llevamos viviendo desde hace unas semanas con ómicron. Y de igual forma cerramos 2021 con restricciones en la hostelería y protestas del sector, igual que empezó el año.

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Lo ocurrido a principios del pasado año, una explosión de contagios tras la Navidad y Fin de Año, que obligó a endurecer las restricciones, es un aviso para estos días. Galicia notificaba el 9 de enero 914 casos en 24 horas, el máximo hasta entonces. Como en casi todas las olas, el contagio entre jóvenes doblaba a principios de enero al de los mayores de 65 años, y luego se trasladó a la población más vulnerable. El 25 de enero, la escalada de contagios obligó a limitar las reuniones a convivientes y a cerrar el comercio y la hostelería a las 18 horas. El pico de casos activos no se alcanzaría hasta el 30 de enero. La saturación hospitalaria obligaba a trasladar enfermos entre áreas sanitarias.

El 21 de febrero arrancaba la vacunación de 200.000 gallegos mayores de 80 años y se avanzaba en la desescalada, aliviando la hostelería y eliminando cierres perimetrales.

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La comunidad vivió una primavera relativamente tranquila, con una cuarta ola que para no pocos epidemiólogos no merece ni siquiera tal denominación. Esa “olita”, como la definiría Fernando Simón, apenas rebasó la cota de 3.100 casos activos en toda Galicia a comienzos de mayo, cuando concluyó el segundo estado de alarma.

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VIDEO | Esto es lo que pasa cuando vas al Ifevi a vacunarteMarta Clavero

Ya se acariciaba la nueva normalidad cuando los contagios empezaron a incrementarse justo al inicio de la estación veraniega, igual que había ocurrido un año antes. Sin embargo, la curva de esta quinta ola iba a ser mucho más empinada que la segunda. El verano empezaba en Galicia con más de un millón de personas vacunadas, pero quedaban sin inmunizar los jóvenes, a los que pronto se señaló como impulsores del brusco incremento de transmisión. Los viajes de fin de curso estaban detrás de multitud de brotes en las comunidades mediterráneas que pronto se diseminaron por toda España. El 25 de junio, el macrobrote de Mallorca dejaba infecciones en alumnos de Vigo, Pontevedra, Lugo y Ourense. Además de estos eventos de supercontagio se apuntaba ya la influencia de la variante delta, cuya mayor transmisibilidad respecto a la variante anteriormente dominante, alfa, se estimó luego en un 40%-60%. Dos días después de San Xoan dejó de ser obligatorio llevar mascarillas en el exterior. “Las mascarillas dejan paso a las sonrisas”, dijo Carolina Darias, aunque muchos gallegos siguieron poniéndoselas. Se criticó el tono triunfalista de la ministra cuando comenzaba una nueva explosión de casos. Volvían las restricciones a algunos concellos, mientras el ocio nocturno regresaba a medio gas. Pocos días después, la Xunta decretó que habría que presentar certificado de vacunación o PCR negativa para entrar en pubs y discotecas, aunque las nuevas restricciones no contemplaban cierres perimetrales ni toques de queda.

La quinta ola fue abundante en casos pero mucho más leve en cuanto a fallecimientos gracias a las vacunas. En los tres meses de verano fallecieron en Galicia por COVID 197 personas, menos de la cuarta parte que en enero y febrero. Más del 87% de la población total gallega está ahora vacunada, lo que resta dramatismo a los máximos de casos que se están registrando en esta sexta ola, pero no permite que nos relajemos ni pensemos que el final de la pandemia está próximo.

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