El próximo 13 de noviembre se cumplen nueve años de la catástrofe del petrolero Prestige, que partió en dos frente a la costa gallega y provocó la peor marea negra de la historia. Se calcula que más de 10.000 voluntarios ayudaron a recoger el chapapote que llegó las playas. Desde el Gobierno central y autonómico se distribuyó todo tipo de material de trabajo para la limpieza del fuel, como trajes de agua, botas, mascarillas, palas, horquillas y capachos. Y parte de ese material que se envió a O Morrazo ha aparecido ahora abandonado y sin usar en una nave del Concello de Moaña.

El concejal de Servicios, Ángel González, asegura que podría haber unas 3.000 botas, unas mil palas, otras tantas horquillas, mascarillas para protegerse de las emanaciones del fuel, unos 200 capachos de plástico para recoger el chapapote y un millar de trajes de agua. Todo el material se encuentra apilado en dos esquinas de la nave y cubierto de polvo.

Parte de las botas se encuentra en bolsas de plástico, algunas ya abiertas, sobre una veintena de contenedores blancos llenos también de katiuskas. Otras permanecen en cajas de cartón rotas, mezcladas con las mascarillas. Sin cubrir se encuentran las palas y las horquillas, apiladas junto a una pared, lo mismo con los capachos –unos 200–, mientras que los trajes de agua, que son de poca calidad, se encuentran en una habitación cerrada bajo llave.

La sorpresa del alcalde, el popular José Fervenza, ha sido mayúscula y ha empezado a trabajar en un inventario de todo lo que existe con el fin de darle alguna salida: "En la situación de crisis en la que vivimos, no se puede permitir que pase esto". Fervenza reconoce que cuando llegó a la alcaldía en junio alguien de su entorno le avisó de que en la nave había botas que se estaban usando. Y le extrañó que desde el anterior gobierno le llegara una factura por compra de katiuskas cuando ya las había. Lo que se encontró al inspeccionar el local fue todo el material abandonado del Prestige. "No podemos permitir que se estropee. Hay que tomar una decisión y si alguna administración lo reclama, será devuelto. Pero nos deben decir qué hacer con todo esto. Si nadie lo reclama, el Concello podría quedarse con algunas botas de reserva para el personal que trabaja en los diferentes departamentos de Obras y Servicios, y repartir el resto o sacarlo a la venta", comenta el alcalde.

Fervenza asegura que las palas y las horquillas abandonadas son de un material muy bueno. "No es normal que pase esto porque todo este material se compró con dinero público y a lo largo de todos estos años nadie se preocupó", se lamenta.