El crimen machista de O Porriño fue, ayer, el fin brutal para casi treinta años de convivencia, de dos personas discretas, de las que los vecinos dicen que eran "muy buena gente" e incluso algunos se resisten a creer que detrás de las dos muertes exista un asesinato de género.

De Magdalena Moreira, a la que sus amigos y compañeros de trabajo conocían como "Maca" todo fueron elogios. "Una persona buena, excelente...", indicaban. Ayer, a las 09.21 horas seguía viva y envió su último mensaje de WhatsApp, una aplicación de mensajería electrónica que usó el domingo para decir a una persona cercana que estaba ilusionada pese a su divorcio y que "la vida sigue", según relató a FARO DE VIGO su comunicante.

Natural de Soutelo (Salceda), se casó en la parroquia de Chenlo (Porriño) con Tomás Romero, diez años mayor que ella, y el matrimonio era perfecto a ojos de muchos de sus vecinos, aunque otros apuntan alguna desavenencia pública en los últimos tiempos.

Por su parte vecinos de Mosende -parroquia vecina- relatan que el matrimonio no tenía convivencia desde hacía unas semanas, posiblemente porque ella se lo había comentado a alguna de las clientas del supermercado donde trabajaba en esta localidad.

Darío Domínguez, uno de los socios de establecimiento, adherido a Supermercados Claudio, señaló ayer que llevaba diez años trabajando en la empresa y era una más de la familia, pero no les había relatado lo que estaba pasando en su matrimonio "y yo me enteré y se lo pregunté, y le brindé todo nuestro apoyo, incluso le dije que podía vivir en nuestra casa una temporada porque tenemos cuatro habitaciones".

Tras romper la convivencia, Maca decidió alquilar un apartamento en Tui y en principio habría confiado en su ya ex pareja hasta el punto de quedar con él ayer.

Alguna vecina apunta que las malas relaciones con su pareja podrían ser la causa de su decaimiento emocional y otra destacó que una de las razones de la separación fueron los celos, posiblemente infundados del hombre.

Además de sus problemas familiares, Magdalena también prestaba ayuda a su madre y a su hermano en Salceda de Caselas, ambos enfermos. Según uno de los vecinos de Soutelo, parroquia en la que nació, "prácticamente a diario les traía comida", aunque también según este vecino la relación era tensa. "Era muy buena persona", dice otro vecino de Salceda.

Los compañeros de trabajo de Magdalena no podían contener las lágrimas ayer tras conocer la fatal noticia, el supermercado cerró "porque solo queríamos llorar".

Darío Domínguez relata que "llevaba 10 años aquí. Nunca tuvo ningún problema ni jamás le eché la bronca, tampoco nunca cogió una baja, creemos que aunque el médico le diese la baja venía a trabajar igual". "Se implicaba mucho en el trabajo", destaca Domínguez, quien no se explica qué pudo haber llevado a semejante tragedia.

Tampoco Jaime Portela, propietario de Construcciones Saramagal, sabe que pudo pasar por la cabeza de Tomás cuando el albañil decidió ayer abandonar su puesto de trabajo nada más llegar. Él acudió puntual al "chollo" en esta empresa y tras entregar las llaves de la obra (que se había llevado el viernes) indicó que marchaba "porque iba a firmar". Sus compañeros le veían bajo en las últimas semanas pero nunca dejó de cumplir y realizar el trabajo, pero ayer le vieron especialmente nervioso y lloroso en los pocos minutos que estuvo allí. Tras entregar las llaves se marchó porque solo acudió para hacer entrega de las mismas.

Su jefe, Jaime Portela, dice de él que era un excelente trabajador, lo mismo comentan otros vecinos de la zona, que afirman que aunque su profesión era la de albañil realizaba otros trabajos como podas y cuidado de árboles, "pues se adaptaba a todos los trabajos".