Raúl Rodríguez bajó desde su casa a la del matrimonio fallecido en cuanto oyó los alaridos del hijo que encontró sus cadáveres. Llegó el primero, y vio los cuerpos de Magdalena y Tomás en el suelo del garaje. Una escena que apenas miró pero que se le ha quedado grabada. "Ella estaba boca abajo con un boquete en la espalda, mientras que Tomás estaba boca arriba, con el pecho destrozado. Estaban los dos muertos", dice entre lágrimas este vecino.

Raúl vio llegar a Tomás al chalé sobre las 9.15 horas en un vehículo Seat Ibiza blanco, y veinte minutos después lo hacía Magdalena en un Peugeot 306. El vecino no oyó discusión alguna, pero se marchó a rehabilitación, aunque cuando regresó a su domicilio -en un alto frente a la vivienda del matrimonio fallecido-, unos canteros que trabajan allí le comentaron que nada más marcharse, sobre las diez menos cuarto de la mañana, habían oído ruidos como de disparos, si bien Raúl no quiso preocupar a Juan, un hermano de Tomás Romero que vive justo enfrente de éste.

La versión de los canteros apunta a que primero oyeron tres tiros seguidos, inicialmente creían que la grúa que manejaban había sufrido alguna avería, y después de unos segundos, otro. En este sentido se sospecha que Tomás disparó tres veces a su mujer antes de suicidarse.

La separación de la pareja pilló por sorpresa a sus allegados, e incluso a sus hijos. "Nunca pensamos que un matrimonio que se llevaba tan bien acabase así", aseguran, pero lo que más incredulidad causa es que Tomás fuera capaz de matar a su mujer: "Para eso no estábamos preparadados, no eran de discutir mucho, bueno algo más en los últimos tiempos, pero podría calificarse de un matrimonio ejemplar", sostienen sus vecinos, todavía incrédulos ante lo ocurrido. "Lo peor es para sus dos hijos, a ver como superan lo ocurrido", insisten en la zona.