La semana en la que Galicia se volvió monzónica

La sucesión de borrascas que estos días han atravesado el territorio gallego deja registros de lluvia extraordinarios, en medio de un ambiente más cálido de lo habitual para esta época

Fervenza da Feixa en Redondela

Que llueva en Galicia en otoño es, en términos periodísticos, una no-noticia. Lo esperable. Pero que lo haga en la forma en que lo ha hecho esta semana sí está fuera de la norma. La sucesión de borrascas, unas con nombre y otras sin él, ha dejado cifras e imágenes de aquellas que se ven una vez cada década. Y todo ello en un ambiente muy cálido para esta época del año, como si de repente el territorio gallego se desplazase al trópico y viviese bajo un clima monzónico. Los meteorólogos ya apuntan al sospechoso habitual: el cambio climático.

Los datos extraordinarios se amontonan en las tablas. Ayer jueves, con la llegada de Aline, seis estaciones de MeteoGalicia registraron más de 100 litros por metro cuadrado en 24 horas: Forcarei (133), Fornelos de Montes (130), Amuidal-Avión (115), O Viso-Redondela (110,1), Pazos de Borbén (101,9) y Ponte Caldelas (100,1). A ellas se puede sumar el pluviómetro que la Agencia Española de Meteorología (Aemet) tiene en A Lama, con 118,2 l/m2. Salvo la localidad ourensana, el resto se encuentran en el prelitoral de las rías de Vigo y de Pontevedra, una de las zonas en las que más llueve cuando las borrascas atlánticas afectan a la comunidad.

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Que se diesen esos datos tan abultados en una jornada entra dentro de lo probable en Galicia. Pero lo cierto es que el martes, la borrasca Babet también hizo sobrepasar el centenar de litros por metro cuadrado. Fue en Muíños, en la Serra do Xurés, donde se anotaron 112,4 l/m2. Se quedaron cerca Cabeza de Manzaneda, con 96,7, y Fontecada, en Santa Comba —una de las estaciones que recoge más agua—, que alcanzó los 93,3.

El miércoles no se llegó a ese acumulado, pero la meteorología también deparó fenómenos fuera de lo común. A media tarde, una línea de inestabilidad llegada desde el océano propició trombas de agua espectaculares. Fue el momento en el que Santiago, tan hecha a la lluvia, se anegó por completo, con la rúa del Franco convertida en un canal veneciano. Se registraron 22,4 litros por metro cuadrado en solo 20 minutos, "una barbaridad que ocurre una vez cada década", según José Ángel Docobo, director del Observatorio Astronómico Ramón María Aller de la USC.

Esa misma masa de agua descargó todavía con más furia en la estación situada en el monte Vicaludo de Oia: fueron 42,5 l/m2 en 30 minutos. Suerte que esa es una zona de monte, sin urbanizar. Al final del día ese fue el punto con un mayor acumulado. 79,2.

En poco más de cuatro días, desde el lunes y hasta las 9:00 de este viernes, se registraron precipitaciones que cubren más de la mitad de la media histórica de todo el mes en prácticamente todo el territorio. En Santiago, por ejemplo, ya cayeron el 91,2 por ciento de los 150 litros por metro cuadrado que se podrían esperar este mes. En Vigo fueron 129,7 litros, de los 239 de la media histórica, la más elevada para este mes de todas las ciudades gallegas. En esta semana monzónica, Pontevedra se sitúa como la urbe más lluviosa: 172,2 l/m2, cerca ya de los 210 de su media mensual.

Hasta este viernes, cuando los termómetros bajaron de forma considerable, estos episodios de lluvias intensas se produjeron con temperaturas primaverales, de alrededor de 20 grados centígrados de máxima y muy escasa oscilación térmica, con mínimas de 16º.

Inundaciones en la zona de Sar, en Santiago

Inundaciones en la zona de Sar, en Santiago / Antonio Hernández

Causas

A falta de investigaciones específicas, los meteorólogos comienzan a apuntar al calentamiento del océano, una de las derivadas del cambio climático, como el responsable de que estos frentes atlánticos se carguen de tanta energía y descarguen de esta forma cuasi torrencial.

Galicia, que el 30 de septiembre cerró un año hidrológico más húmedo de normal, excepto en la comarca de A Coruña y el este de Lugo, comenzó el otoño con temperaturas plenamente estivales y una larga sucesión de jornadas de sol. En el puente de octubre se rompió el bloqueo anticiclónico, empezaron a entrar las borrascas y los termómetros cayeron, pero siguieron muy altos para la época del año.

"Una hipótesis muy probable [para estas lluvias tan intensas] es que las altas temperaturas oceánicas que nos rodean, principalmente en la vertiente Atlántica, lo han favorecido. Lo investigaremos", escribió en su cuenta de X el físico de la Aemet Juan Jesús González Alemán. La idea, con las especificidades mediterráneas, coincide con lo ocurrido con la mortal dana que este verano golpeó a Grecia y a Libia.

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