Todas las caras de buscar hijos subrogados

Las ‘madres de alquiler’ viven el mismo proceso de apego químico que el resto

Todas las caras de buscar hijos subrogados

Todas las caras de buscar hijos subrogados / coco vecino

Ser madre o padre es una decisión personal para la que siempre se dice que nunca hay un momento más oportuno y que depende totalmente de algo tan fuera de control, el cuerpo. Un deseo, una aspiración que marca un modelo de vida para muchas personas, pero que no siempre es posible. ¿Qué ocurre cuando alguien quiere hijos y no puede tenerlos? Quienes se encuentran con este escollo en España pueden recurrir a la adopción y a diferentes técnicas de reproducción asistida como: inseminación artificial o fecundación in vitro. Pero cada vez son más las personas que consideran la gestación subrogada en otros países como una alternativa más, a pesar de los riesgos legales y de ser una práctica en constante tela de juicio a nivel ético.

“Nos metimos en esta odisea después de 14 años intentando ser padres con diferentes tratamientos de fertilidad que no salieron bien. Nos decidimos por la adopción, pero mi historial médico nos dejó fuera de esa opción. Ni nos planteábamos la gestación subrogada porque es un proceso duro, largo y caro. En países como EEUU o Canadá puede costar más de 200.000 euros. En Grecia solo tienen acceso los residentes, en Georgia no hay Consulado de España, no podíamos tramitar la nacionalidad del niño, así acabamos en Ucrania”, explica Pepi N., madre de un niño sano y feliz nacido por gestación por sustitución.

“Pasamos esta odisea tras 14 años de intentarlo y buscar la adopción”

Pepi N.

— Madre de un niño

“La gente no quiere escuchar ni a las familias, ni a las gestantes. Vivimos en un clima de crispación que no es bueno para nadie. Se oyen cosas como que los padres comitentes somos millonarios, tuvimos que pedir un préstamo que seguimos pagando. No es un capricho, es una decisión muy meditada y el proceso por el que pasamos incluye sesiones con psicólogos y preguntas complejas que si se le plantearan a otros padres comprenderían lo duro del proceso”, aclara. Es por ello que reconoce que una pareja “o se une más o te destroza”. Cree que es necesario regularla porque “en nuestro caso había flecos, pero por lo menos mi marido era el padre biológico y legal, capaz de tomar una decisión en caso de emergencia médica, por ejemplo”.

La descripción del proceso que realizaron es diferente al actual. Hace unos años el pasaporte del bebé se tramitaba por la Embajada de España en Ucrania. Desde allí se solicitaban pruebas de ADN con muestras de bebé y padres españoles que se enviaban por valija diplomática a un laboratorio de Madrid encargado del análisis. Con la confirmación de filiación el niño, como hijo de español, era español. “Ahora todo es más difícil”, dice con pesar. “Para mí, la mujer que trajo al mundo a mi hijo es la persona más importante de mi vida”, y se emociona al reconocer que tiene trato con ella y que cuando estalló la guerra creó un grupo por Viber para estar en contacto y ayudarla. “Mi hijo sabe de dónde viene, adaptada a su edad, conoce su historia y su identidad”, afirma. Y respecto a la gestante cuenta que le preguntó por qué lo hacía, “ella estaba divorciada y trabajaba, quería ayudar a otras mujeres y el dinero emplearlo en que sus hijas estudiaran en el extranjero”, explica asegurando que la transacción fue directamente a la cuenta de la gestante. “Nos atacan cuando lo que debería haber es una ley en la que participaran desde padres y gestantes hasta expertos de todos los campos, para garantizar los derechos de todas las partes implicadas”, concluye.

En España, al igual que en otros países donde tampoco se puede realizar esta práctica, hay padres por gestación subrogada, siendo Ucrania, por su presencia en el continente, el país al que más recurren los ciudadanos europeos. Niños nacidos al otro lado de la frontera Este y que luego son sacados del país e inscritos en los países de origen de los padres. Un tránsito nada sencillo y que depende de la normativa de cada país, dejando en muchas ocasiones, sin garantías legales, ni protección a ninguna de las partes implicadas, empezando por los bebés.

“Estoy seguro que en 10 años el problema demográfico traerá la ley sobre subrogada ”

Adrián Vázquez

— Europarlamentario (Cs)

Es por esto que la Comisión Europea cree necesaria la creación de un certificado de filiación que permita reconocer a ese bebé como hijo de los padres que han recurrido a la gestación subrogada. Con él se pretende “aportar claridad jurídica a todo tipo de familias que se encuentren en situación transfronteriza”, afirma la Comisión basando su propuesta en “el interés superior y derechos del menor”. Aprovechando esta corriente favorable para la regulación europea, el europarlamentario gallego Adrián Vázquez (Ciudadanos), quien además preside la Comisión de Asuntos Jurídicos en el Parlamento Europeo, ha instado al Gobierno comunitario a que regule la gestación subrogada en Europa.

“En la UE cualquier cambio que afecte al derecho de familia (competencia nacional) debe contar con el apoyo unánime del Consejo Europeo. El Parlamento Europeo tampoco puede hacer una ley desde cero. Pero sí que podemos intentar que la Comisión Europea haga una directiva sobre paternidad. Se entiende que afecta principalmente al colectivo LGBT y a lo que tiene que ver con la gestación subrogada. Y se trataría de que si hay un país que reconoce plenos derechos de padres y bebé en su Código Civil, entonces tenga que reconocerse en toda la UE”. Y pone como ejemplo de lo contrario a la normativa húngara, donde no se reconoce a los dos padres como tales, sino solo a quien ha realizado la aportación genética (esperma u óvulo). “Lo que significa que son niños sin todos sus derechos”, sentencia el gallego. “Tenemos un problema demográfico en Europa, por lo que estoy seguro de que de aquí a diez años llegará una norma que regule la gestación subrogada”, remata Vázquez. 

Más allá de la fundamental cobertura jurídica, el conflicto que genera esta práctica es mucho más profundo. Tiene que ver con los Derechos Humanos, la ética y la pobreza. Y todo empieza por el término que se emplea para referirse a ella, y que, inevitablemente, denota los matices de opinión sobre el asunto de quien emplea la expresión. Entre los términos más empleados están: gestación subrogada, gestación por sustitución y vientre de alquiler.

“El derecho a tener hijos es una falacia, un argumento capcioso y un ‘fake’”

María Lameiras

— Investigadora de Salud UVigo

“Esto no va de opiniones, va de argumentos basados en evidencias científicas para considerar que se trata de un ‘vientre de alquiler’. Hablar de gestación subrogada es blanquear un nombre que implica comprar el vientre de una mujer para que otra persona pueda tener el hijo al que cree que tiene derecho. Se da una identificación entre ‘mi deseo’ y ‘mi derecho’. Pero lo cierto es que el derecho a tener hijos no existe. Hay que activar la conciencia crítica, estamos en el momento de los argumentos. El derecho a tener hijos es una falacia, un argumento capcioso y un fake”, sentencia investigadora experta en temas de sexualidad, salud y género, María Lameiras, al preguntarle por ello.

EE UU, Canadá, India o Ucrania, son algunos de los principales países donde hay posibilidad de tener un hijo por gestación por sustitución de manera regulada y a través de empresas ‘sanitarias’ que proveen de madres gestantes a las personas que buscan ser padres. Son también ejemplos de las diferencias socioeconómicas entre unos lugares y otros, pero para los investigadores sociales consultados, esto es independiente porque si hay la posibilidad de abrir una agencia y una clínica cuyo negocio se fundamente en esta práctica, las mujeres que acuden como aspirantes a gestantes se caracterizan por estar en distintos umbrales de vulnerabilidad. Es decir, que el perfil que buscan las corporaciones que mueven este negocio, no es el de una mujer con independencia económica y un estatus cultural alto. Sino mujeres, madres en muchos casos, que necesiten el dinero y vean la opción de alquilar su vientre como una ‘salida’ a su situación real, ya que cobran por ello (un porcentaje sobre el total desembolsado por los padres solicitantes, el resto se constituyen como beneficios de la empresa que gestiona este tipo de partos).  

“No importa que no guste la expresión vientre de alquiler, lo importante es entender que no es una manera de gestación asistida”, subraya la profesora de la UVigo. “Se trata de encargar un niño y lo que tiene que quedar claro es que la mayor parte de las mujeres (vientres de alquiler) que participan en este negocio suelen ser mujeres que no tienen recursos. Estamos en una sociedad donde nos aprovechamos de los países pobres porque no tienen de qué vivir. Es una cuestión clarísima de injusticia que se completa con que en determinados países las personas tienen menos oportunidades para defenderse. Y la base de todo está en el modelo de capitalismo neoliberal donde todo se mercantiliza, colocando a las mujeres y a los niños como productos, a través de los vientres de alquiler y en otro nivel la prostitución y la pornografía”, afirma Lameiras.

Y remata diciendo que “hay una romantización de los vientres de alquiler basada en premisas falsas. Y la peor de ellas es creer que se tiene derecho a tener un hijo con el cuerpo de otra persona”. Y explica que es el mismo argumento que el que se reproduce en la prostitución, “cuando un hombre accede a la prostitución lo hace porque cree que tiene derecho a tener sexo”, dice categórica.

“Alquilar tu vientre como fuente de ingresos entra en la lógica de la dominación”

Jorge García

— Profesor de sociología de la USC

Para el sociólogo e investigador de la USC, el profesor Jorge García, “este fenómeno no lo podemos ver de otra forma que no sea un vientre de alquiler. No cabe duda que hay un interés detrás del que no se habla y es el de mercantilizar la vida de los niños. Nadie se pregunta si esos niños quieren ser vendidos”, apunta el sociólogo. Y dirige también la atención hacia la madre gestante. “Alquilar tu vientre como una fuente de ingresos entra en la lógica de la dominación. Es una especie de colonización de países pobres”, afirma el investigador social.

“Es considerar al ser humano como algo y no alguien”

Ángel Guerra

— Presidente de Agabi

Por su parte, el doctor en Biología y presidente de la Asociación Galega de Bioética (AGABI), Ángel Guerra, apunta que “un hijo no es un deseo, es un don”. “Desde la Asociación comprendemos el deseo de una pareja por tener un hijo, pero usar esta práctica supone contribuir a la mercantilización del cuerpo de la mujer, normalmente mujeres pobres o en riesgo de pobreza”. Y añade que, desde el punto de vista de la Filosofía, “considerar al hombre como algo y no alguien”, apelando también la dignidad que se le confiere a las personas y que hay que respetar.

Asimismo, valora que las cuestiones éticas, como las dudas sobre la práctica de la subrogación, “no son asuntos morales porque están exentas de creencia religiosa”.

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