“Supernanny”, al borde del castigo

Expertos instan a una reflexión profunda sobre el formato del programa al advertir que vulnera los derechos del niño, incluidos los de su intimidad personal y familiar

La psicóloga Rocío Ramos-Paúl, durante la presentación de “Supernanny”.

La psicóloga Rocío Ramos-Paúl, durante la presentación de “Supernanny”. / RTVE

El programa televisivo “Supernanny” regresa (o lo intenta) con polémica. La nueva presidenta interina de RTVE, Concepción Cascajosa, ha decidido suspender por el momento la promoción del programa después de recibir varias cartas pidiendo su cancelación o mostrando preocupación por su contenido y el Consejo de Administración estudiará la conveniencia del formato. Incluso la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, ha solicitado a RTVE la suspensión del programa hasta quedar acreditado que no se vulnera los derechos de los niños, incluidos los de su intimidad personal y familiar.

“Hay que ser muy cuidadosos cuando se trabaja con menores de edad en programas de estas características”, advierte Ricardo Fandiño, psicólogo clínico y coordinador general de la Asociación para a Saúde Emocional da Infancia e da Adolescencia (Aseia). “Hay una serie de normativas como la Convención Internacional de los Derechos del Niño, las leyes de protección del menor, el interés superior del menor... Todo esto tiene que estar muy cuidado”, insiste. Además, “si existe la intervención de un psicólogo, debe estar sujeta al código deontológico de nuestra profesión”.

Por otra parte, “hay que tener en cuenta que nos movemos en una sociedad digitalizada y que existe una huella digital; de aquellas imágenes que se difunden, en este caso de menores de edad, queda un registro, no sabemos si de por vida, pero sí durante muchos años”, expone: “Si no cuidamos muy bien estos elementos podríamos llegar a causar un sufrimiento emocional de los participantes, de forma inmediata o en el futuro”.

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RICARDO FANDIÑO - Coordinador general de Aseia

“Una cosa es promoción de la salud y otra, intervención psicológica especializada”

“Una cosa es realizar promoción de la salud emocional o psicológica y otra, hacer una intervención psicológica especializada”, apunta en cuanto al contenido. “No es lo mismo promocionar hábitos de alimentación saludable que tratar una TCA, así como no es lo mismo hablar de generar ambientes de convivencia saludables que intervenir con una familia con una niña o niño que presenta sintomatología de un trastorno de conducta”, puntualiza.

“La promoción de la salud responde a pautas generales, pero cuando hablamos de intervenciones en situaciones de alta conflictividad, de dificultades graves o psicopatología, esto requiere de una atención especializada e individualizada porque lo aplicable en cada caso puede ser muy diferente en función de un montón de elementos que hay que analizar”, advierte. “Lo que a veces puede pasar con este tipo de contenidos es que generen falsas identificaciones y falsas expectativas, ya que puede haber familias que crean verse reflejadas en lo que están viendo en un determinado programa de televisión, pero que, en realidad, no se corresponde con lo que a ellos les está pasando”, expone. “Los espectadores deben saber que a lo que asisten es a un programa y, en ese sentido, se trata de una realidad ficcionada, dramatizada, editada... Es fácil caer en generar espectáculo del conflicto, de las dificultades, y ahí creo que también hay un problema con la diferenciación entre lo que tiene que ver con la vivencia íntima, privada, de una persona y la puesta en público”, destaca: “Espectacularizar esto implica muchos riesgos”.

“Estamos hablando además de procesos que llevan meses, y a veces años, dependiendo de la problemática que estemos abordando” y este programa puede generar falsa expectativas de inmediatez. Por eso, insiste en que “se debe promocionar siempre la atención individualizada y la especialización de los profesionales dependiendo de la problemática que tenemos que abordar”.

“La sociedad no necesita la exposición pública de los menores”, indica la pedagoga Paula Suárez, presidenta de la Asociación COPEGAL (pro colexio de Pedagoxía e Psicopedagoxía de Galicia), que sitúa los programas de “Supernanny” y “Hermano Mayor” en el mismo plano, “con la diferencia de las formas”. “El primero no tiene esas metodologías tan agresivas y violentas, aunque es verdad que aborda el tema desde una perspectiva muy conductual, no es una metodología muy abierta ni muy protectora con el niño o la niña”, subraya. “De las veces que lo he visto, siempre entendí que primaba más el interés del adulto que el del niño”, expone.

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PAULA SUÁREZ - Pedagoga y presidenta de Copegal

“La reflexión parte de entender que la televisión no está para educar”

“Lógicamente, también hay que tener en cuenta la exposición del menor”, subraya: “En educación es muy necesario que seamos respetuosos con la infancia porque son personas en desarrollo y uno de sus derechos fundamentales es el derecho a la intimidad”. Y añade una reflexión interesante: “Les advertimos y alertamos a los niños que tengan cuidado con las redes; sin embargo, cuando es el adulto el que tiene un problema y expone las actitudes de sus hijos en un programa como éste no nos lo cuestionamos porque lo vemos desde una perspectiva adultocentrista”.

“El interés supremo del menor es que se adopten medidas por parte de administraciones, instituciones y familias que protejan sus derechos; pero, en este caso, como consideramos que se protegen mejor restándole importancia a ese derecho –en este caso el de la imagen–, ya parece que los adultos lo estamos haciendo bien. La pregunta, al final, sería si estamos realmente protegiendo la intimidad de nuestra sociedad infantil”.

En este caso, “es un reality show donde se busca, a partir de un sufrimiento, generar audiencia y provocar impresiones emocionales en las personas para que nos sigan viendo e, incluso, alterar ciertos modelos educativos”, subraya. “La reflexión parte por entender que la televisión no está para educar y que los programas no pueden utilizar la palabra educación para convertir problemas importantes y graves de las familias en un espectáculo, porque eso debería formar parte de la intimidad de las familias. Si tienes un problema acude a un profesional, trabájalo, pero no te expongas en un medio, ni tú ni a tu hijo. Y, si lo haces, no expongas al menor”.

“Hoy en día se están transmitiendo otro tipo de formas de educar relacionados con la enseñanza respetuosa y, si hablamos de niños, lo primero que tiene que debe tenerse en cuenta es el respeto, porque es una persona que está en desarrollo”, advierte la pedagoga, a la que le agrada ver, ante la intervención de la ministra Sira Rego en el asunto, que “dentro de las instituciones se empiece a defender los derechos del menor”: “De todo esto también se puede sacar una reflexión de cómo se debe trabajar la educación en los medios”.

“La tele es un medio de comunicación que, muchas veces, nos acerca a una realidad fragmentada”, apunta la psicóloga educativa Alba Fernández. “Como recurso nos permite ampliar nuestro conocimiento del mundo, pero es importante verla con sentido crítico, no dando por hecho que lo que muestra es la verdad absoluta.” Y es que, en muchas ocasiones, la espectacularidad vence a las técnicas de conducta que, se supone, son la base del programa: “Bajo mi punto de vista, es importante arropar, validar las emociones de los peques, principalmente porque no saben identificar qué les pasa, todavía no tienen palabras para nombrar sus sentimientos”.

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ALBA FERNÁNDEZ - Psicóloga educativa

“La televisión, muchas veces, nos acerca a una realidad fragmentada”

“Por eso”, prosigue, “es muy importante acompañar, validar sus emociones para ayudarles a regular su respuesta”. De lo contrario “puede acarrear grandes consecuencias en etapas posteriores: desconexión con sus emociones, dificultades para expresarlas y regularlas, incluso instauración de un rol sumiso porque ha aprendido que no puede expresar malestar, lo que puede llevar a relaciones de dependencia en etapas posteriores”. “Me encantaría un programa que pusiera el foco en ayudar a los padres, y no en los niños”, añade.

“Muchas familias se encuentran desbordadas ante la crianza y por eso buscan de manera desesperada encontrar recetas y fórmulas para abordar las problemáticas del día a día. Esto sucede porque nadie nos enseña a ser padres y madres, aprendemos sobre la marcha. A base de ensayo y error”, indica la psicóloga Paula Rodríguez. “Aborda conflictos familiares comunes y ofrece estrategias prácticas que, supuestamente, mejoran la dinámica familiar, el problema es que las técnicas que se emplean se basan en los principios del conductismo, una corriente psicológica que cree firmemente que el comportamiento humano, incluyendo las respuestas emocionales y cognitivas, puede ser explicado y modificado a través de premios o castigos”, explica.

“Pero el ser humano no es un sujeto pasivo que responde sin más a asociaciones de estímulos y respuestas”, expone. “Cada persona es un mundo y ante una misma situación puede sentir o reaccionar de manera muy distinta a otra persona. Un niño puede reaccionar bien y aprender de un castigo, pero otro puede quedar marcado de por vida. Y, precisamente por este motivo, el conductismo se ha quedado obsoleto y desfasado. Por la falta de consideración al factor emocional humano”, opina.

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PAULA RODRÍGUEZ - Psicóloga general sanitaria

“Esta clase de programas no deberían tener cabida en la parrilla”

“Por otra parte, no hay que olvidar que de la manera en la que se abordan los conflictos en el programa se podría estar dando una exposición excesiva de situaciones problemáticas en un formato de entretenimiento, lo cual podría generar una visión distorsionada de la crianza y el desarrollo infantil”, advierte Paula Rodríguez: “Es importante reflexionar sobre cómo se presentan estos temas en los medios y considerar el impacto que puede tener en la percepción pública. El programa explota la imagen conflictiva de los niños y hace espectáculo de ello y, a diferencia de otros reality shows, en éste los protagonistas son niños y son sus padres los que deciden que participen en él sin tener en cuenta que sus hijos no tienen la edad suficiente para ser conscientes de las consecuencias que pueden tener que se venda su intimidad y se haga pública. No soy la única que piensa que muchos de esos niños sentirían vergüenza o ira al ver cómo sus malos momentos quedan retratados para la posteridad en la televisión. Y más en el momento donde todo se vuelve viral”.

Además, “se está mostrando una imagen sesgada de sus vidas, ya que estos programas, y otros como “Hermano Mayor”, hacen hincapié en visualizar los momentos más conflictivos, dejando para el final los momentos más dulces, cuando en el día a día, a pesar de los problemas, también hay momentos bonitos”, afirma. Para la psicóloga, “hay muchos motivos por los que esta clase de programas no deberían tener cabida en la parrilla televisiva” y considera el formato como “una vulneración en toda regla de los derechos de los menores y del principio ético y moral que rige el ejercicio de nuestra profesión cuando tratamos con menores: la protección a la infancia”.

“Este programa no es la mejor manera de tratar el tema de la educación en los menores o de los problemas de conducta que puedan tener los niños con sus familias”, afirma Arantxa Rial, pedagoga y técnica de educación y apoyo familiar. “Se parte de una premisa en la que es el menor el que tiene los problemas de conducta cuando, en realidad, la premisa debería ser la de los problemas que tienen los padres a la hora de educar”, destaca: “El niño, en realidad, es una víctima”.

“Se focaliza el problema en el niño y no en las habilidades parentales de los progenitores”, comparte la también pedagoga y técnica de educación y apoyo familiar Isabel Ayán Burillo. “Tras visionar alguno de los casos de otras temporadas se ve claramente que hay carencia de habilidades”, destaca, al tiempo que apunta la necesidad de “crear espacios de ayuda para la crianza”.

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ISABEL AYÁN - Pedagoga y técnica de educación

“Se distorsiona la imagen de la infancia con estos modelos que pretender ser educativos”

“Estos problemas sí que existen, y en mucha mayor medida de lo que nos imaginamos, porque la sociedad actual no es la de antes. Muchas veces los padres no tienen ni el tiempo para dedicar a la crianza de sus hijos ni los recursos y herramientas para hacerlo y no hay recursos sociales que ayuden a paliar este tipo de situaciones; es algo que deberían plantearse los gobiernos, tanto a nivel nacional, autonómico o local”, sostiene Arantxa Rial.

“¿Qué van a pensar en el colegio los compañeros de los niños que salen en el programa cuando lo vean?”, se pregunta Isabel Ayán. “Se puede crear una estigmatización a los niños que no debería permitirse. Los niños tienen que estar al margen de estas situaciones. Estamos distorsionando la imagen de la infancia a través de esos modelos que quieren ser educativos pero que se convierten más en una imagen con unos fines lucrativos”.

En cuanto a preguntarles a los niños si quieren o no participar “está totalmente fuera de lugar”, dice Arantxa Rial: “Un niño, por muy maduro que sea, no tiene la capacidad suficiente para valorar la repercusión que puede tener en su vida participar en este tipo de programas. Esto tiene que ser responsabilidad de los padres, que no me parece que estén siendo lo suficientemente responsables porque están vulnerando todos los derechos de protección básicos del menor”.

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ARANTXA RIAL - Pedagoga y técnica de educación

“No podemos pensar que todos los problemas de conducta son algo patológico”

“Lo que tenemos que plantearnos es la necesidad de crear espacios donde los padres puedan acudir y, desde un planteamiento pedagógico, dar respuesta o acompañarlos en el proceso de crianza cuando lo necesiten”, destaca Ayán: “Hay que gestionar recursos para darles la ayuda necesaria a los padres para superar estas situaciones de crianza que, de lo contrario, sí que pueden derivar en problemas de trascendencia mayor”.

“No podemos pensar que todos los problemas de conducta son algo patológico. A lo mejor los niños no necesitan un psicólogo, sino que los padres necesitan un educador; sin embargo, parece mucho más aceptado que el niño vaya al psicólogo porque tiene un problema de conducta a que los padres reciban apoyo pedagógico porque tienen un problema de falta de habilidades educativas”, apostilla Rial.

“Es una invasión a la intimidad de menores que puede tener consecuencias a largo plazo. Nunca deberíamos exponer a un menor en redes o formatos audiovisuales”, advierte la psicóloga y formadora Diana Rodríguez. Recordando el anterior formato de “Supernanny”, destaca que “el éxito consistía en hacer al niño único responsable de sus malvados actos (los padres se quitaban responsabilidad, en una díada bueno/ malo), cuando esto no es así; además no se validan sentimientos ni existe una conexión empática con el menor”, afirma.

Aportaba “fórmulas mágicas universales para el cambio, cuando siempre deberíamos personalizar las intervenciones”, afirma. Además, realizaba un “adiestramiento por condicionamiento (premio/castigo), cuando a nivel pedagógico hemos evolucionado y sabemos que otros métodos educativos son mejores para respetar la salud mental de nuestros pequeños, ya que dichos métodos conductistas generan ansiedad, estrés y picos de cortisol”. Finalmente, recuerda que ofrecía “rápidos resultados”: “En un programa de una hora ya se obtienen éxitos, cuando esto es falso”.

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DIANA RODRÍGUEZ - Psicóloga y formadora

“Es una invasión a la intimidad que puede tener consecuencias a largo plazo”

Para Diana Rodríguez, se trata de un formato –en el caso de que siga la misma línea del anterior– donde “se vulnera el respeto por el menor”. “En uno de los programas se enseñaba a dormir con el método Estivil, se ponía una valla al niño para no salir de la habitación y no se atendía a su llanto, incluso si vomitaba. Lo único que le enseñamos con estos métodos es la sensación de abandono y de que nadie cubrirá sus necesidades, desencadenando apegos tóxicos y personalidades ansiosas”, advierte. En el programa de “Supernanny”, según Diana Rodríguez, “no se valida al menor, ni sus pensamientos, ni sus emociones, ni sus necesidades... No se trabaja en equipo, sino desde la firmeza mal entendida, el autoritarismo rancio y el rol vertical en el que el menor no tiene voz”.

“Tenemos muchos profesionales maravillosos con una visión más sana como Carlos González, con la crianza natural, o Jane Nelsen, con Disciplina Positiva, por ejemplo. Ellos deberían de ser nuestros referentes como padres o educadores, ya que su metodología conlleva la formación de adultos sanos y niños felices”, destaca.

Berrinches televisados ¿por su propio bien?

En España, el programa se estrenaba en su primera etapa en una Cuatro recién nacida que se adentraba en la telerrealidad con programas como “Callejeros”, “21 días” o “Hermano Mayor”. “Supernanny” pasó por nuestras pantallas durante casi 9 temporadas (según datos de RTVE) en una televisión experimental, ubicada en un contexto más laxo con las leyes de protección de menores todavía sin desarrollar, y su irrupción no supuso ningún malestar. Ahora pretende regresar en un nuevo entorno y contexto social, donde el control de imagen de los menores está a la orden del día y la difusión de mensajes y vídeos en internet, mucho más.

Vuelve ahora de la mano de TVE (o esa era la intención), un paso sorprendente de la televisión pública que solo ha agravado más la enérgica reacción de los espectadores. Y es que España no es el primer país que decide recuperar este polémico formato en los últimos años: en Portugal el programa solo tardó una semana en ser cancelado en 2018 tras una investigación de la Fiscalía, que determinó que la cadena que lo emitía tenía que mantener el anonimato de los menores; en Francia, el programa fue acusado de “violación de los derechos de los niños” y humillación a los mismos.

“¿Te imaginas que tus berrinches de la infancia estuvieran en la televisión para siempre? Los niños tienen derecho a la privacidad y a NO ser memes virales. Un día estás jugando con tus Legos y al siguiente todos tus compañeros ven en la tele cómo tirabas la sopa o pegabas a tus padres. Necesitarás años de terapia”. Así reaccionaba en X (antes Twitter) la cuenta @Maestradepueblo, a la que seguían miles de usuarios escandalizados por la noticia. Todos se remitían a los dos mismos motivos: la pornografía emocional por encima de la pedagogía, y la sobreexposición de la imagen de los menores, especialmente en un momento en el que corren como la pólvora en las redes sociales.

Algunos de los usuarios se pusieron en contacto con la defensora de la audiencia de TVE, María Escario, que solicitó a los responsables de la cadena valorar la conveniencia de emitir el programa. Además, la presidenta interina de RTVE, Concepción Cascajosa, también recibió una carta de la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, en la que le solicitaba la suspensión del programa “hasta que quede acreditado que no se producen vulneraciones de los derechos de los y las niñas”. A toda esta polémica se ha unido el revuelo causado por el tatuaje de un Sol Negro que lucía en el brazo uno de los padres protagonistas en el tráiler de la temporada y que algunos espectadores atribuyen a un símbolo de ideología nazi.

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