Beatriz Fernández: “Pedirme que me desnudara para fotos me afectó mucho”

Explicó que la mayoría de fotógrafos son profesionales pero que una minoría “abusan de su poder” para lograr desnudos de modelos no recogidos en contrato o manosearlas

Beatriz Fernández fue presentada por Carla Lourdes. |  
 // MARTA G. BREA

Beatriz Fernández fue presentada por Carla Lourdes. | // MARTA G. BREA / mar mato

Mar Mato

Mar Mato

Acudir a una sesión de fotos como modelo profesional de ropa interior y acabar con los pechos manoseados por un fotógrafo que jadea de excitación; encontrarse con un cliente para una supuesta campaña de modelaje que acaba poniéndose sobre ti con movimientos libidinosos; llenarse por la noche de croissants, galletas y chuches para provocar el vómito de todo ello horas después y no sentirse satisfecha con tu propio cuerpo pese a ser la protagonista de destacadas campañas publicitarias como modelo son algunos pasajes del libro “Desfiladero” (SUMA), de la modelo Beatriz Fernández, que ayer presentó en Club FARO. Allí, reconoció que en algunas sesiones de trabajo el “pedirme que me desnudara para hacerme fotos fue algo que me afectó muchísimo”.

Tras ser presentada por Carla Loudes aclaró que la mayoría de los fotógrafos son gente muy profesional pero una minoría no. Los de este último grupo “a través de la manipulación te piden que te desnudes en ambientes en los que no tendrías que hacerlo realmente. Como te sientes insegura por estar en situaciones muy vulnerables ellos echan mano de ese abuso de poder pidiéndote cosas que son una humillación”, denunció .

“Piensas que tienes que hacer lo que te dicen si quieres trabajar de modelo. Me afectó muchísimo lo de desnudarme. Me preguntaba ¿cómo fui capaz?”, se cuestionaba ayer dejando entrever que se sintió culpable en su día por la situación cuando realmente quien había obrado mal había sido el fotógrafo.

Ese episodio le acontece en “Desfiladero” a Lucía Callado, ula protagonista, una joven española de 1,74 metros de altura que un día decide emprender su carrera como modelo que da el salto a Milán donde se encuentra que su cadera de 92 centímetros no encuadra en la agencia que la ha contratatado y que le pide que adelgace dos kilos.

“De lo negativo de la moda, nadie habla. Lo bonito y lo bueno está en redes sociales todos los días. Me parecía que era algo que tenía que hacer”, señaló en alusión a escribir sobre el lado menos amable de dicho sector.

“El dinero que me pagaban por una campaña me hacía pensar que no tenía derecho a decir que yo estaba mal. Pensaba en que había personas que tenían que trabajar un mes entero para ganar lo que yo percibía en dos días de trabajo. El tema económico pesaba más en mí que el éxito. Pero no compensa”, reflexionó ante el público.

De ahí que un día lo dejara cancelando sus contratos con agencias de modelos para iniciar una nueva senda de curación. “Me pasé tres años viviendo de los ahorros. Pero mi prioridad era yo. Había aprendido que el dinero no me aporta la felicidad, ni la calma conmigo misma, el bienestar. Ahora voy por el camino del bienestar, de conocerme a mí misma”, ratificó la joven escritora que finalmente volvió a ser modelo pero desde otras coordenadas.

Por supuesto, tuvo que acudir a terapia donde le costó percatarse de que llevaba años sufriendo Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA).

Al respecto, indicó que “Los TCA son los trastornos peor tratados en la salud mental”. En su caso, estos episodios los revivió mentalmente tiempo después mediante flash de la memoria que le hacían incluso ponerse a temblar cuando los recordaba o intentaba escribir sobre los mismos. Fue a través de “un diálogo interno” con e que se fue dando cuenta de lo que le había afectado.

Para Beatriz Fernández “la moda no causa TCA. Los causan los complejos, traumas, pero la presión, la exigencia de ese mundo son factores desencadenantes”.

Por último, la modelo y escritora reconoció: “Me costó año y medio reconocer que había sufrido abuso sexual”.

Una modelo con la talla 34 a la que en Milán pidieron que adelgazara más

Beatriz Fernández nació en 1990 en Jerez. En estos últimos años, estudió la carrera de Podología, realizó un máster de Cirugía y desarrolló una carrera como modelo.

A lo largo de siete años, trabajó para diferentes marcas destacadas en Nueva York, Miami, París y Milán.

En su Instagram, podemos ver varias fotos de estos últimos años y en una captada en Milán señala que utilizaba la talla 34 pero en las agencias de modelos le pedían que adelgazara más.

En su libro “Desfiladero”, donde se incluye realidad y ficción, en el capítul 40 –titulado “Era mi oportunidad... y no fui”– relata la protagonista que “ahora peso cincuenta y seis kilos, dos más que cuando llegué a Nueva York y cinco más que cuando vivía en Milán. Es raro. Porque en Milán creía que no estaba tan delgada, pero esta mañana vi mis fotos del año pasado y me impresionaron muchísimo. ¡Estaba delgadísima! ¿Cómo no me di cuenta? (...) Matteo no me ha pedido que adelgace, solo que me mantenga, Pero siento por dentro una presión horrorosa. Esta última semana me está costando muchísimo controlarme con la comida. Sobre todo por las noches. No sé qué me pasa. Es como si se apoderaran de mí y aunque me digo que no debo comer muchos hidrados, no puedo evitarlo. Y luego me siento mal. Con una rabia terrible hacia mí misma. (...) Me tengo que cuidar con la alimentación. Pero te juro que a veces no puedo”.

En 2020, Fernández –cuya pareja actual es el músico Ryden– empezó a desmitificar la moda a través de las redes sociales, hablando de trastornos alimenticios, de la dificultad para mantener la autoestima, de dismorfia corporal. En “Desfiladero” recoge todos estos temas así como el abuso sexual sufrido por ella y compañeras.