José Casal, diario de una represión

El dirigente socialista y sindicalista de Vilaboa fue condenado por “auxilio a la rebelión” tras el golpe de 1936. Sufrió cárcel en el penal de San Simón, donde inició un manuscrito

José, Belarmino y Rogelio

José, Belarmino y Rogelio / FdV

José Casal, dirigente sindical en 1936, fue ingresado en el penal de San Simón el 15 de octubre de ese año del golpe de estado militar. “Llegamos a la isla a las 6 de la mañana, fuimos los primeros. Buen día de sol”, escribió en su diario, un cuaderno escolar con las tablas de cuentas en la contraportada. En su manuscrito, José Casal recoge sus vivencias en el campo de concentración fascista y también apuntes sobre las de otros compañeros de represión que sufrieron, o en algunos casos murieron, en aquel infame presidio.

También Bienvenido Lago Cid recoge en su diario –escrito en la isla y plasmado en “Aillados”, libro de Antonio Caeiro, Juan A. González y Clara María de Saa–, otras vivencias en la isla. “Fusilan a Pardo, Oubiña, Navia, Mondragón y Otero. Salen para Pontevedra Dámaso, Lemos, Lucho, Quintela y otros más, hasta quince. Van también Muñiz, Alexandre y Montenegro a firmar sentencia. Temporal”, como recoge Xosé María Álvarez Cáccamo en los textos del libro publicado por la Diputación de Pontevedra.

Álvarez Cáccamo explica que “ni José Casal ni Lago Cid pretendieron minimizar la vivencia del terror. Los planos de detalle de sus crónicas fortalecen la construcción del texto de la memoria íntima a partir de la experiencia sensorial y emocional, que, no obstante, no estorba la certeza del dato cabal, fechas, lugares, nombres de las víctimas y de los verdugos”.

También el libro de Luis Bará “Non des a esquecemento. Relatos do xenocidio fascista en Galiza, da resistencia e da solidariedade” relata los efectos del golpe de estado de 1936 en la comarca de Pontevedra.

Alberte Blanco Casal escribe, en su aportación a “Diario de José Casal”, que el compromiso político de los Casal venía de lejos. Los integrantes de la familia ya habían participado en la creación de la primera Sociedad Agraria y la posterior federación municipal en 1903. Rogelio, el primer presidente de la agrupación de Juventudes Socialistas de la parroquia, colaboró en el intento de asalto al cuartel militar de Figueirido durante la revolución de 1934, protagonismo que compartían Xosé y Belarmino como dirigentes sindicales del naval de la UGT y de la Sociedad de Agricultores.

“Este activismo político y social los puso en el punto de mira de los fascistas, que tras el golpe de estado de julio de 1936 intentaron pasearlos, como a muchas otras personas, pero una extraordinaria buena suerte y la ayuda de alguna gente conocida del bando contrario lograron evitar la tragedia”, expone Blanco Casal, quien también en su libro “Memorias da brétema” publicado en 2018 por Círculo Rojo recoge testimonios de esta etapa de heroica dignidad de las víctimas del golpe de estado de Franco.

En el diario escrito en un cuaderno escolar, José Casal narra que a partir del 18 de julio de 1936 empezó a sufrir persecución por asuntos políticos, teniendo que presentarse por ello en el cuartel de la Guardia Civil de Moaña “un día sí y otro no”. Cierto día –sigue Casal– “el sargento me invita a ponerme a sus órdenes y a colaborar con ellos y que no me pasaría nada y yo le dije que de eso nada, antes muerto que avergonzado. En los primeros días de agosto aparecen dos fulanos jóvenes en un coche preguntando por mí en el astillero de Francisco González, donde estaba trabajando. Me presenté me hicieron varias preguntas y me dijeron que tenía que acompañarlos a Moaña, serían las 5 de la tarde, al cuartel”.

“Por aquellos días ya empezaron a desaparecer varios compañeros como Fernández e Chuquiño de Domaio y otros conocidos, y palizas y aceite de ricino”, sigue Casal. Las acusaciones presentadas: ser presidente de Juventud Socialista, secretario de la Sociedad de Agricultores, interventor en elecciones, presidir manifestaciones y otras actividades.

El 8 de septiembre a las 11 de la mañana llega una cuadrilla de falangistas de Moaña, “al mando del cerebro alemán Bruno, con un acusón de Domaio, Paredes, que era el que daba los nombres de los que a mí me preguntaban; me cortaron el pelo al cero, registraron la casa, se llevaron dos anillos de oro, unos cuantos pocos duros, porque no había más, y otras cosas de valor para mí y me dijeron que al otro día me presentase en Moaña con cierta cantidad de dinero y los nombres de todos los que tenían bicicleta. Casilda llorando con el pequeño en brazos, el alemán le dice que se marche, si no le cortaba el pelo también, y con un carabinero viejo conocido el señor Vázquez le decía que si me guiase por lo que me dijera el sargento no me pasaría nada”. Ahí comienzan las vivencias de represión de José Casal, que apunta en su cuaderno un total de 37 noches en la prisión normal de Pontevedra, 21 en la cárcel, 190 en el Lazareto, una noche a la estación de Venta de Baños y otra en la provincial de Pamplona, un total de 1.208 en el fuerte de San Cristóbal y otra más en tren, lo que hacen un total de 1.459 noches detenido.

“Casi todos los acusadores murieron, desgraciadamente, como merecían, y algunos miserables aún quedan gozando de sus rapiñas y yo con la conciencia tranquila y asqueado de tanta hipocresía e injusticias sigo en mi puesto como siempre trabajando honradamente”, concluye su diario José Casal.

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