De mina de wólfram a joya del albariño

El prestigioso enólogo Xosé Lois Sebio elabora uno de sus elogiados vinos a partir de cepas viejas cultivadas en una antigua mina en la parroquia de Aios, en Sanxenxo

El viticultor Manuel Dadín y el enólogo Xosé Lois Sebio en la parcela A Mina.

El viticultor Manuel Dadín y el enólogo Xosé Lois Sebio en la parcela A Mina. / Viños de Encostas

Se cree que los primeros éxitos del mariscal Rommel, el zorro del desierto, en África se debieron al wolframio gallego y portugués que los alemanes utilizaban en la Segunda Guerra Mundial para endurecer las puntas perforantes de sus granadas antitanque y para reforzar los blindajes de carros de combate. A partir de 1941 se desató una fiebre del oro del wólfram, y entre las numerosas minas que se explotaron en Galicia (que en esos años llegó a aportar hasta el 69% de las exportaciones al Reich) se encontraba una parcela en la parroquia de Aios, en Sanxenxo.

Ochenta años después del conflicto bélico esos valiosos suelos de xistos alimentan en esa ladera las cepas viejas de las que resulta O Con, uno de los más elogiados albariños de los últimos años por su alta intensidad. Es una de las joyas del enólogo Xosé Lois Sebio, que tras trabajar en la Estación Fitopatolóxica de Areeiro, la Estación Enolóxica de Galicia y asesorar a bodegas de España, Portugal, Francia y Argentina, decidió poner en marcha su proyecto personal, basado en viñedos históricos, con prácticas de cultivos tradicionales, hasta conseguir embotellar el paisaje.

Sebio se enorgullece de que grandes viticultores, como Manuel Dadín en Sanxenxo, hayan confiado en él y le faciliten uvas que, por su edad y los especialísimos lugares donde proceden, no necesiten una gran intervención en bodega, transmitan exactamente su herencia histórica y se conviertan en caldos exclusivos.

En el caso de O Con, “es un albariño de viñas viejas. Mi empresa se llama Viños de Encostas porque trabajo viñas viejas en ladera. Tanto aquí en Rías Baixas como en O Ribeiro como en Valdeorras trabajo todo vinos en ladera” y de cepas históricas.

Viñas de la parroquia de Aios, en Sanxenxo, en las que se cultiva el vino O Con.

Viñas de la parroquia de Aios, en Sanxenxo, en las que se cultiva el vino O Con. / Viños de Encostas

Éstas fueron plantadas hace décadas en Aios “al lado de la capilla, antiguamente había la explotación de wolframio, que Franco suministraba por medio de submarinos” al Reich. Desde ese momento, la parcela se denominó A Mina, y Xosé Lois Sebio la encontró “catando una vez las barricas de un amigo bodeguero, que tenía una viña justamente al lado, que es vecino”. Era 2014 y el sabor le pareció “espectacular. Le pregunté de dónde salía ese vino y me dijo la zona”.

Ochenta años después de la fiebre del wolframio esos valiosos suelos de xistos que se explotaron para extraer el metal alimentan la ladera las cepas viejas de las que resulta O Con, uno de los más elogiados albariños de los últimos años

A partir de ese momento empezó a buscar vinos por esa zona. “Hablé con un vecino de él y llevo desde 2015 produciendo O Con desde esa parcela. Anteriormente lo había elaborado en otras parcelas de otro amigo bodeguero, pero me gustó esa zona tanto porque es supermineral, muy profunda” de la que puede obtener “vinos con agarre, muy salinos, que me parecieron muy diferentes” a los que se estaban elaborando en la D.O. Rías Baixas.

El hecho de que hubiese sido una antigua mina de wolframio, explica, aporta una serie de características muy especiales al vino que produce. “Son albariños más anchos de lo que suelen ser habitualmente. Suelen ser vinos finos, delicados, de poco esqueleto. Y esta zona tiene vinos con más esqueleto, más tensión, más profundidad y agarre en la boca”.

Como resultado, también son caldos longevos “que pueden dar un perfil diferente al habitual de la D.O. Rías Baixas”, más densos, persistentes y personales.

Y es que si algo caracteriza a los vinos que firma Xosé Lois Sebio es que no son precisamente comunes. “Intento siempre donde voy hacer vinos diferentes”, señala en este punto, “no voy a hacer lo mismo que los demás, que podrán hacerlo mucho más barato”.

O Con se trabaja en madera, con solo entre 3.000 y 4.000 botellas, dependiendo de la añada, de alta gama, la mayor parte de las cuales se dedican a la exportación. Son, se felicita su artífice “pequeñas joyas” de un enólogo que se propone hacer “paisajes en botella”

Así, siempre busca “parcelas espectaculares en cuanto a vinos, y también en paisajes impresionantes, sitios muy bonitos y a la vez donde se pueden sacar vinos excepcionales, con personalidad. Para eso voy, si no no voy a esos sitios”.

Es el único vino de Rías Baixas que elabora, recuerda, “porque solo quiero hacer cosas que sean realmente grandes”. Grandes como los con, las rocas costeras que dan nombre a este albariño. “Soy de Vigo y siempre me gustó mucho el tema de los con. Hay muchos toponímicos en las Rías Baixas así y me parecía que un vino marino tenía que hacer referencia a ellos”.

O Con se trabaja en madera, con solo entre 3.000 y 4.000 botellas, dependiendo de la añada, de alta gama, la mayor parte de las cuales se dedican a la exportación. Son, se felicita su artífice, “pequeñas joyas” de un enólogo que se propone hacer “paisajes en botella”.

Considerado uno de los genios de la D.O. O Ribeiro, varios de los vinos de Xose Lois Sebio figuran entre los mejor puntuados del mundo por los más importantes presciptores europeos y de Estados Unidos

Viñedos que cualquier otro enólogo desecharía por los altos costes de cultivo, un número limitadísimo de botellas, una búsqueda obsesiva de los mejores bancales y laderas, un talento finísimo desde la infancia para los aromas… Son algunas de las características que han hecho que varios locos maravillosos sitúen a los vinos gallegos entre los mejores caldos del mundo.

Entre ellos ocupa un lugar de honor Xosé Lois Sebio, considerado uno de los genios de la D.O. O Ribeiro, y varios de cuyos vinos figuran entre los mejor puntuados del mundo por los más importantes presciptores europeos y de Estados Unidos.

No es en todo caso un éxito que busque activamente. Explica a este respecto que no suele mandar vinos “a catar, por ejemplo a Parker (Robert Parker uno de los críticos más influyentes del planeta) ni nada de eso. Es lo que ellos cogen por ahí y deciden catar o presentar, pero sí he sacado puntuaciones muy altas. La última vez entre más de 200 vinos el mío estaba el tercero más valorado y los otros dos que tenían mejor puntuación eran de añadas antiguas”.

Esta valoración unánime de la crítica “hace que esté muy contento, es un espaldarazo a lo que hacemos, al trabajo serio y con la sola pretensión de hacer grandes vinos y nada más”.

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