“Los hijos no quieren seguir con los furanchos”

Antonio Juncal asume la presidencia de la Federación de Furancheiros de Pontevedra

Antonio Juncal sirve unas tazas de vino en su furancho de Vilaboa.

Antonio Juncal sirve unas tazas de vino en su furancho de Vilaboa. / FDV

En plena temporada de furanchos, abierta el pasado 1 de diciembre y que se extiende hasta el 30 de junio, la Federación de furancheiros y viticultores de Pontevedra eligió en asamblea a su nuevo presidente, Antonio Juncal, de Vilaboa. Sustituye en el cargo a Guillermo Martínez y con las mismas prioridades de solucionar la falta de relevo generacional y el intrusismo

Antonio Juncal, que regenta un furancho en Toural en Vilaboa, asegura que empezó con la actividad entre 2010 y 2012. Sus padres y sus suegros tenían viñas que trabajaban y vendían el vino por los bares, pero dice que cuando se prohibió su distribución sin etiquetar, se encontraron con que había que dar salida a la producción. Juncal se hizo furancheiro, una actividad en la que continúa y desde la semana pasada es el nuevo presidente de la Federación de Furancheiros y Viticultores de Pontevedra, sustituyendo en el cargo al también vilaboés Guillermo Martínez, que lo asumió durante los seis últimos años.

Como su antecesor, Juncal reconoce que los furanchos están amenazados, sobre todo, por la falta de relevo generacional: “Los hijos no quieren seguir con las viñas; ellos tienen otros trabajos y cuando regresan a la casa familiar, no quieren estar atendiendo un furancho”. Asegura que las viñas requieren un mantenimiento durante todo el año y el problema de esta falta de relevo generacional, es que se abandonan los viñedos y se pierden los derechos de plantación.

Los furancheiros de O Morrazo, una comarca con gran actividad de este tipo de locales, sobre todo, en Cangas, con más de una treintena de establecimientos que abren a lo largo de los siete meses de temporada, alertan de este problema y de que se pierdan los derechos de viñedos. Esta crisis ya tiene fiel reflejo en Moaña, en donde a pesar de que son famosos sus furanchos de San Martiño, que no lo son estrictamente porque se abren fuera de temporada, en noviembre, ya prácticamente no quedan: pueden abrir dos o tres en el municipio; y Bueu, en donde la asociación de viticultores San Martín cuenta con 64 socios, se va manteniendo con 15-20 furanchos, aunque también va a menos como el propio municipio de Vilaboa, entre siete u ocho.

Redondela sigue siendo el municipio con más furanchos en la provincia, según fuentes de la Federación, si bien no disponen de una estadística como tampoco del vino vendido.

Tras el decreto de la Xunta que reguló la actividad de los furanchos en 2012, la actividad vivió momentos de paz, sin guerras con la hostelería, como así quiere Juncal que siga, pero reconoce que ellos también tienen que resolver un problema de intrusismo que también les amenaza. Asegura que sin querer romper esa paz con la hostelería, hay bares que abren haciendo uso del nombre de furancho y venden de todo. Recuerda que en el furancho solo se puede vender vino y agua, nunca refrescos, además de que las tapas están definidas en el decreto de 2012, del que asegura que en líneas generales funciona bien, aunque sí que se le podría hacer ya algún retoque.

Este intrusismo, en el que los concellos tienen mucho que decir como responsables del control, será otro de los asuntos que vayan a tocar en la Federación de Pontevedra. Ahora afrontan la época del Entroido, aunque al contrario de lo que pudiera pensarse, Juncal asegura no es de las épocas en que más de estos establecimientos abren.

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