Se cumplen los peores pronósticos del marisqueo: “Ante tanta desesperación no sabes qué hacer”

La elevada cantidad de almeja muerta por el exceso de agua dulce en el fondo de la ría de Pontevedra hace peligrar la campaña navideña y el próximo año

El sector vuelve a la “ribeira” tras casi un mes de parón

Una mariscadora carga con sus aparejos, ayer lunes en la playa de Cabeceira, en Poio.

Una mariscadora carga con sus aparejos, ayer lunes en la playa de Cabeceira, en Poio. / RAFA VAZQUEZ

Tenían una pequeña esperanza, y de hecho esperaron para salir a la ribeira varios días más, pero los peores pronósticos del marisqueo del fondo de la ría de Pontevedra se han cumplido. El exceso de agua dulce debido a las constantes lluvias y temporales ha provocado una mortandad de los bivalvos irrecuperable por la baja salinidad. “Hubo mucho lloro por la impotencia”, resume la patrona mayor de la cofradía de Lourizán, Carmen Vázquez Nores. “Está todo el mundo muy bajo de moral”, afirma, asimismo, Elena Padín, vicepatrona de la cofradía de Raxó.

Las palabras de las portavoces de las mariscadoras que han regresado a la labor tras varias semanas de paro de la actividad desde el 18 de octubre evidencian el duro momento por el que pasa el sector. Peligran la campaña de Navidad e incluso el próximo año, ya que la almeja tiene un ciclo de crecimiento que se está viendo muy afectado.

“Se encontró mucha almeja muerta, la gente no fue capaz de traer las cuotas, así que muy mal. A la hora y pico muchas ya estaban volviendo”, explica a FARO Vázquez Nores.

Hay que recordar que la cuota máxima por persona y día está fijada en diez kilos, “pero hoy (por ayer) muchas volvieron con solo tres”. Si habitualmente llegan a la lonja unos 1.000 y pico kilos, este lunes fueron poco más de 300.

Tan mala es la situación que se encontraron las mariscadoras que hubo que cambiar de las zonas 4 y 5 a otras del banco marisquero. Confiesa que no recuerda una época tan mala como esta: “Es demasiada agua dulce. Hace un par de años nos pasó algo similar, pero al final se pudo trabajar sin problema ninguno; sin embargo, esta vez no”.

“No podíamos esperar por el buen tiempo porque no va a venir y tampoco va a parar de llover. Teníamos que ir para ver lo que había. La gente está desesperada porque no tiene rendimiento económico. Había que abrir para ver cómo estaba todo. Al final el agua dulce lo llevó todo, incluso una zona que teníamos llena de almeja y de semilla”, informa.

Sorpresa generalizada

De foma muy similar se expresa Elena Padín Gómez, patrona de la agrupación de mariscadoras y vicepatrona de la cofradía de Raxó, en Poio. “No contábamos con tanta mortandad porque la semana pasada había ido con el rastrillo el técnico de la lonja y nos mostró unas fotos y había algo muerto, pero hoy (por ayer) fue algo increíble. Algunas estaban con el alimento atravesado de haber comido hace pocos días”, confiesa.

“Pensábamos que el tiempo nos iba a dar una tregua, pero la verdad es que está siendo igual”, añade.

Mariscadoras ayer por la mañana en Campelo, Poio.

Mariscadoras ayer por la mañana en Campelo, Poio. / RAFA VAZQUEZ

Las mariscadoras de Raxó estuvieron trabajando en la zona de Campelo, “donde había muchísima almeja”, aunque mucha de ella muerta, claro. Pese a ello, y seleccionando una por una, lograron todas la cuota de los diez kilos por persona. “Costó más que de costumbre, ya que no podían vaciar el gancho en el capacho directamente”, apunta Padín Gómez.

Toda esta situación implicará, considera la vicepatrona, “que lo más seguro es que haya que bajar las cuotas para esta campaña navideña”, con el consiguiente perjuicio económico que eso supondrá.

Solicitar las ayudas

La preocupación en el sector es muy grande y no es para menos, ya que cuando los cierres no se deben a toxina no hay, a priori, ayudas. “Hay que hacer informes biológicos de lo que había antes y lo que hay ahora y a ver qué nos acepta la Consellería do Mar con todo lo que se presenta”, explica Carmen Vázquez Nores.

Hubo mucho lloro de impotencia, porque es nuestro futuro. No solo es la campaña de Navidad, sino que pierdes todo el año que viene. Teníamos unas perspectivas muy buenas. La gente te pide ayudas, pero ¿qué posibilidad les das? Ante tanta desesperación no sabes qué hacer”, manifiesta.

“Estamos muy bajos de moral porque perdimos estos días de mariscar para no mover la playa, pero resulta que está igual. Este era un mes de ganar dinero, porque estábamos teniendo un precio muy bueno”, concluye Padín Gómez.

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La japónica es la especie que más afectada se está viendo por el agua dulce en la ría. La fina menos, porque está más enterrada. Esto pone de manifiesto la gravedad de la situación, ya que, tal y como indica la patrona mayor de Lourizán, “la almeja japónica es una almeja muy dura, y fue de la que más encontraron muerta”. La ría no es capaz de contrarrestar las corrientes y la salinidad es muy baja. De este modo, el marisco se estresa, ya que con una salinidad por debajo del 20% no es capaz de alimentarse y termina perdiendo peso.

A ello se suma que en invierno no hay fitoplacton como en otras épocas del año. “El marisco no crece así sin más”, recuerda Carmen Vázquez Nores, que señala que “un año te tarda una japónica, que tiene más fácil crecimiento, la fina suele tardar más, dos años, a veces hasta tres”. Respecto al berberecho, también es un bivalvo que necesita su tiempo y que se está viendo seriamente afectado por esta agua dulce. “Fueron aguas muy calientes, desovaron y estaba débil”, indica la patrona mayor, también mariscadora.

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