Entrevista | Alba García Médica de Urgencias en el Álvaro Cunqueiro

“Irme como cooperante a Kenia fue la mejor decisión que tomé en mi vida”

La ourensana recibió el galardón del Colegio de Médicos de ayuda a la cooperación

La médica ourensana Alba García.

La médica ourensana Alba García. / Iñaki Osorio

La ribadaviense Alba García decidió dar un giro radical a su vida en 2022. Médica de profesión, en ese momento trabajaba en el servicio de Urgencias del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO), después de formarse como especialista en el área de Familiar y Comunitaria. Dejó el puesto, hizo la maleta y se fue durante seis meses a Kenia como cooperante con la Fundación Pablo Horstmann. Su paso por el país africano la motivó a presentar un proyecto al premio de ayuda a oenegés del Colegio de Médicos de Ourense. García recogió ayer por la tarde el galardón, que permitirá reforzar la atención sanitaria infantil en un centro hospitalario keniata.

–¿En qué consiste el proyecto que presentó?

–Es un proyecto para el hospital público del condado de Lamu, que atiende a 150.000 personas. En un inicio, la Fundación Pablo Horstmann tenía un hospital pediátrico, en el que yo trabajé como cooperante, pero ahora ese servicio está integrado en el hospital público.

–¿Que permitirá?

–El 50% de la población es infantil, por lo que el 50% de las personas que entran en urgencias del hospital son niños. El proyecto es un triaje, lo que permite establecer a dónde tienen que ir los pacientes en cuanto llegan. Es decir, si tienen que ir a las consultas externas, a la sala de Urgencias, a la unidad de críticos...

–¿Cómo se le ocurrió?

–Cuando estuve trabajando allí pensé que lo mejor que podía hacer como médica de Urgencias era organizar un triaje y darle forma. Como ya conocía las instalaciones del hospital público, pensé en cómo hacerlo realidad, cómo podíamos hacerlo funcionar mejor, cómo lograr en esa atención identificar qué niños estaban en situación de desnutrición... Y claro, la cosa era cómo conseguir dinero para poner todo en marcha.

–¿Ahí pensó en esta convocatoria del Colegio de Médicos?

–La verdad es que no la conocía, pero pensando en cómo lograr el dinero vi que había salido esta ayuda del Colegio y que el año pasado habían premiado a dos personas.

–¿Cuánto supone el premio?

–Son en torno a 2.700 euros. El premio se resolvió en diciembre, por lo que el proyecto ya está en marcha. El dinero se utilizará tanto para crear las infraestructuras necesarias como para formar a profesionales de Enfermería, comprar el material... Lo más importante es la formación, para que el triaje siga en marcha por los propios sanitarios del hospital.

–¿Se plantea volver a Kenia?

–La verdad es que ahora la normativa del país ha cambiado y es más difícil, para poder ir allí hay que pasar un examen. Aun así, ya he hablado con la presidenta de la Fundación para decirle que si hubiese algo para mí allí movería cielo y tierra para irme. Ahora mismo estoy trabajando en el Álvaro Cunqueiro, y mis jefes me apoyan mucho, y también he visto la posibilidad de participar en otros proyectos de cooperación. Hay muchos lugares para ir, ¡el mundo es muy grande!

–La primera vez estuvo allí medio año.

–Sí, al principio pensaba en ir solo dos meses, pero la presidenta de la Fundación me animó a que estuviese seis, y así lo hice. Fue la mejor decisión que tomé en mi vida, tanto a nivel profesional como a nivel personal, estoy segura. Como médica, pasar consulta allí, el tipo de pacientes que vi... Fue una experiencia irrepetible, la mejor que tuve en toda mi vida y la mejor que tendré. Y eso que yo en Verín (donde se formó como especialista en Familiar y Comunitaria) fui muy feliz, pero la verdad es que no es comparable con esos seis meses en Kenia.

–¿Por qué decidió dejarlo todo e irse a Kenia?

–Porque mi padre murió y no podía tener hijos. Hay mucha gente que pasa por eso, por un duelo, por no poder tener hijos, y no sabe qué hacer con su vida. Piensas que el mundo se para, pero no es cierto, el mundo sigue girando. Por eso en esos momentos es importante saber que existe un mundo de posibilidades ahí fuera. Yo, en mi caso, trabajaba en Urgencias en Ourense, y decidí dejarlo. Dije “chao” al CHUO y me fui a Kenia.

–A nivel personal, ¿qué le dio esa experiencia?

–Yo me llevo el nivel de amor que me dieron, es lo mejor que me ha dado la cooperación, sin ninguna duda. Yo no soy pediatra, pero trabajaba con niños, y el nivel de amor que vi de esos padres y madres es increíble, pese al nivel de pobreza y de miseria que había. El hospital en el que estuve estaba muy cerca de la frontera con Somalia, que tiene una situación mucho peor. Un día llegó una familia que había venido desde Somalia a pie, el padre trajo a los dos hijos en un colchón para llegar al hospital. Y esto en un país como Somalia, en el que hay un grupo terrorista al que no le importa matarte. Ese amor tan grande, en medio de esa falta de medios y ese nivel de pobreza, me atravesó.

–Este premio es una forma de devolverles ese amor.

–Sí, pero bueno, ya te digo que puedo vivir 20 vidas, o más, y aunque lo intente no voy a ser capaz de devolver de ninguna forma el amor que me dieron las familias y los pacientes.

–¿Recomienda a sus colegas sumarse a la cooperación?

–Claro, que la gente se anime a ayudar, a cooperar por el mundo. En la jornada (la de ayer en el Colegio de Médicos) hablaremos varias personas con experiencia en cooperación, y es una forma de que los compañeros se animen y sepan un poco lo que se van a encontrar, que no es lo que te esperas. Al final ir a trabajar allí es como ir a una fiesta a la que no nos han invitado, es un reto muy grande hacer tu labor sin medios, hay que armarse de paciencia y no desesperar. Yo allí lo conseguí, y eso que soy una persona que no tengo nada de paciencia.

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