Entrevista | Jonatan Giráldez Entrenador del Barça femenino

“Trabajar algún día para el Celta es un sueño”

El técnico vigués clausurará en breve su etapa azulgrana, con diez de doce títulos posibles, para irse al Washington Spirit: “Ahora mismo, con 32 años, necesito retos que me exijan”

Jonatan Giráldez.

Jonatan Giráldez. / Luis Tejido

Armando Álvarez

Armando Álvarez

Jonatan Giráldez y su pareja, la taekwondista Olaia García, cursaban Ciencias del Deporte en Pontevedra hace doce años cuando decidieron mudarse a Cataluña. Una apuesta atrevida, de angustias y estrecheces iniciales, que concluye con el final feliz de los cuentos de hadas. Dos jornadas ligueras le quedan al vigués para clausurar su etapa al frente del Barcelona. Ha ganado tres Ligas, dos Champions, dos Copas y tres Supercopas como entrenador jefe, más las cosechadas como ayudante. En breve iniciará un nueva etapa en el Washington Spirit.

–Ya era difícil imaginar que alguien le preguntase un día: ¿cuál de las dos Champions prefiere?

–Pues mira, yo habría dicho que lo del año pasado fue el escenario perfecto. Una cosa es ganar la Champions y otra, hacerlo con remontada en una segunda parte memorable. Pero ya lo de este año ha superado cualquier tipo de expectativa que yo pudiese imaginar; por el escenario, por el desplazamiento masivo, porque tenía allí a prácticamente cuarenta familiares de Galicia que fueron a ver el partido y contra un equipo al que el Barca nunca había ganado en su historia. Es cierto que yo, como entrenador, solo había dipsutado dos partidos contra el Lyon, una final de Champions y un amistoso de pretemporada en Estados Unidos. Y además hacerlo de la manera que lo hicimos, desarrollando un buen juego... Fue un día redondo. Ni en mis mejores sueños había pensando en un fin de ciclo en el Barça así.

–En las declaraciones de los días previos, suyas y de sus jugadoras, sí era evidente ese anhelo especial por el Olympique de Lyon; la deuda que quedaba por saldar a toda una generación.

–Sin duda. Como entrenador y como asistente, yo le había ganado a todos los equipos en España y Europa. Solo contra uno no habíamos conseguido esa hazaña, en la historia. Y después de haber perdido dos finales contra ellas, en Budapest en 2019 y en Turín en mi primera final de Champions, hacía que fuese el rival a batir. Se dio todo para que fuese en San Mamés donde consiguiésemos por fin ganarle al Olympique de Lyon.

–Como entrenador jefe, le faltó la Champions un año para ganarlo todo; la Copa, por alineación indebida, al siguiente. Y en la tercera logra el pleno.

–Siempre me decían: “¿Qué se puede mejorar?”. Pues ganar los cuatro títulos. Y este lo hemos conseguido.

–En la reiteración de los títulos, ¿llega un momento en que no les concedes tanta importancia?

–¡Qué va! Y aparte, este año, te diría que hemos celebrado más todo. Hemos celebrado muchísimo los títulos nacionales. Hay una parte de mi mensaje que siempre va orientado a disfrutar, a dar valor a las cosas, no darlas por supuesto aunque la masa social dé por hecho que vamos a ganar. Sin ir más lejos, cuando llegué al Barça en la 18-19, a mitad de temporada, el equipo llevaba tres años sin ganar la Liga. No hace tanto. Que se disfrute todo lo que se gana porque es algo excepcional y nunca sabes en el futuro qué puede pasar. Es cierto que llevamos una racha espectacular de resultados. A nivel personal, estoy muy contento. Han sido tres temporadas maravillosas.

–Pero ganan la final de Copa a la Real Sociedad por 8-0 y el análisis general es que al Barcelona, en España, le faltan rivales. ¿Les llegan esos comentarios?

–Claro que llegan. Nos preguntan. Esto da para mucho debate. De la Real Sociedad, sin ir más lejos, se opinaba lo contrario la temporada pasada. Nos costó la vida ganar en el estadio Johan Cruyff. Íbamos perdiendo 0-1 y remontamos en los últimos minutos. Cuando ganas por goleada, todo se magnifica y se hacen esos comentarios de que no hay nivel suficiente. Salen esos titulares. Nos ha pasado también con la Supercopa. Hicimos un partido magnífico, ganamos 7-0, pero en Liga empatamos el partido contra el Levante. A lo largo del año hemos tenido resultados igualados. La clave, para mí, es el trabajo que hemos hecho durante toda la temporada; ser capaces de llegar con 26 efectivos para poder jugar las finales de la Champions y la Copa de la Reina. Para mí no son partidos puntuales en los que eres superior a tus rivales. Importa cómo planificas, cómo entrenas, cómo preparas los partidos para que el equipo pueda ser lo más consistente posible durante nueve meses de competición, que es una de las cosas más complicadas que hay en el mundo del fútbol.

–Da la sensación de que una parte al menos de la España futbolística reclama que el Real Madrid esté a la altura del Barcelona; que se reproduzca la misma dicotomía que en la Liga masculina.

–Realmente es una segunda temporada en la que acaban segundas. Están haciendo las cosas mejor que otros equipos. Si no, es imposible que tú acabes una competición regular en segunda posición. La realidad también es que nosotros hemos ido mejorando. No es sólo un tema de invertir. Obviamente llevan solo cinco años. Es muy poquito tiempo como para poder pedir cosas que ahora mismo el Barça ya ha demostrado como equipo a batir en España.

–Con todo lo que está pasando en el Barça a nivel institucional, especialmente en lo relativo al equipo masculino de fútbol, que es el motor del club, desde fuera parece que el equipo femenino se ha convertido en el oasis de felicidad al que se aferra su afición.

–Estar en el Barcelona requiere que tienes que ganar títulos, tienes que maravillar, tienes que jugar bien… en todas las secciones. Y claro, se ha dado una situación de que este año no ha habido títulos en el equipo masculino y en otras secciones ha costado también un poquito más. Con las temporadas que hemos hecho en los últimos años, pues sí; ahora mismo es el equipo referencia.

–Desde mediados de diciembre se sabe que usted se mudará al Washignton Spirit a final de temporada. Creo que a usted no le ha gustado cómo se ha gestionado esta situación en determinado sentido.

–Lo expliqué en diciembre, en una rueda de prensa muy sincera, muy honesta, de hablar con el corazón. No me gustó en su momento que saliese antes de que yo se lo pudiese explicar a las jugadoras. Como profesional, seguí los procesos: informar a la gente que está inmediatamente por encima de mí para que al menos estén al corriente de la situación y a partir de ahí, que cuando yo tome la decisión se lo pueda transmitir al staff y por supuesto a las jugadoras. Todo se precipitó porque salió una noticia y a raíz de ahí era cuestión de días que yo saliese a dar explicaciones de lo que había sucedido. Y lo hice de la manera más sincera posible. Al final, estas cosas no están bien vistas; se suele esperar muchísimo, demasiado desde mi punto de vista. No sé por qué. Lo que estás haciendo es decir que la temporada siguiente no vas a continuar trabajando en el mismo sitio. ¿Por qué se va a tener que dejar de trabajar como estabas haciendo? Eso sería dudar de tu profesionalidad. Así es como lo pienso yo. Siempre he afrontado los trabajos sabiendo que el tiempo es caduco y mi día a día siempre ha sido el mismo. Nunca he escatimado y nunca he hecho de menos. Al contrario, en el momento que comuniqué que me iba a ir, lo que quería era poner todo de mi parte. Que me tachasen de no ser profesional hubiera sido una losa muy grande para mí.

–De la reacción que tuvo la plantilla a la noticia, poco que decir; las pruebas están ahí.

–Por mi manera de trabajar, de relacionarme con ellas en el día a día, soy una persona muy transparente para lo bueno y lo malo. Cuando trabajas y hablas de mantener unos criterios de profesionalidad, unos valores, unos principios, unas líneas rojas que no se cruzan, eso no depende del futuro de cada uno. Es como si una jugadora decide irse y en los últimos entrenamientos ya no entrena al cien por cien. Es algo que no entra en mi cabeza. Siempre hemos hablado desde la naturalidad de lo que debemos hacer en el día a día. Cuando entrenas al cien por cien, estás mucho más cerca de conseguir esos objetivos. Y mi manera de gestionar siempre ha sido la misma; decir las cosas buenas y también las cosas que no son tan buenas, y luchar por un objetivo común, que era ganar el mayor número posible de títulos. Me enorgullece haber conseguido los cuatro títulos después de una temporada difícil por la decisión que tomé. Refuerza mi idea de que las cosas se pueden planificar con tiempo, aunque sea decir que no vas a continuar en el equipo.

–Supongo que muchos le habrán preguntado, y más desde el pasado sábado, cómo es posible dejar el mejor equipo del mundo.

–Es una pregunta muy recurrente y normal, también. Este año nos dieron en la gala del Balón de Oro ese reconocimiento. Estoy muy contento de que me vaya siendo el mejor equipo femenino del mundo. Pero lo he explicado muchas veces: soy una persona inquieta, que considera que todavía tiene mucho que aprender y mejorar. Estar en otra liga, con otra afición y otro staff, me obligará a moverme de mi zona de confort. Intentaré hacerla más grande. Me va a sacudir, seguro. No significa que en el Barcelona esté cómodo o relajado pero moviéndome me va a estimular mucho más. Ahora mismo, con 32 años, lo que necesito son retos y tener esa sensación de que cada día estoy exigido. Aquí, habiéndolo ganado todo, sabía que era un momento que tarde o temprano iba a llegar. Felizmente me ha salido una oportunidad para que reanude mi periplo en tierras americanas tan pronto acabe esta temporada.

El proyecto de la liga americana transgredirá los cánones del fútbol

–En la prensa catalana se ha llegado a pronunciar su nombre en las quinielas de sustitutos para Xavi. ¿Le ha sugerido algún tipo de reacción?

–Evidentemente que me llegó por diferentes vías; más que nada porque tengo familia y amigos que me escriben y leen las noticias. También es verdad que ha coincidido en un tramo profesional muy exigente para mí. Nos estábamos jugando las castañas. Teníamos dos finales importantes. En estas últimas semanas he intentado estar lo más alejado posible de todo el revuelo mediático. No me aportaba nada para poder ganar la final de la Champions. He intentado mantener la atención constante en lo que dependía de mí, que era prepararme lo mejor posible esos partidos para poder ganarlos. Ahora, visto con perspectiva, pues mira; es cierto que se habló de mí, que se hablo del nombre de Jonatan Giráldez, pero es algo que no deja de ser anecdótico.

–Ahora que llega la mudanza, es tiempo de recapitular: qué aventura la suya y de su pareja, Olaia Rodríguez, que llegaron a Cataluña con apenas 20 años, sin ningún contacto. Se irán, entre otras cosas, con un hijo, Cíes.

–Ya te digo. Son esas cosas que dan sentido a ser valiente, a salir de tu casa, a emigrar… También habla de cómo somos los gallegos. Muchos de nosotros y de nuestros antepasados hemos tenido que emigrar a otros lugares para buscar un futuro mejor. En nuestro caso, decidimos volar en 2012. Creíamos que aquí se iban a dar las circunstancias para formarnos en lo que más nos gustaba. Entre suerte, trabajo y compromiso, yo he tenido la oportunidad de hacer durante muchos años lo que más me gustaba, que es vivir del fútbol. Y estar en el mejor equipo del mundo y acabar esta temporada con los cuatro títulos; diez de doce en mi etapa como entrenador. No puedo pedir más. Estoy muy orgulloso de mí y de Olaia, que me ha ayudado muchísimo. Irnos siendo padres, con nuestro hijo nacido en Barcelona, da sentido a toda esta experiencia, que ha sido maravillosa.

–Y como ejemplo precisamente de que los gallegos sabemos mantener nuestra identidad a la vez que nos adaptamos. Usted se va, a hablar inglés, sabiendo ya gallego, castellano y un perfecto catalán.

–Hay gente que no lo ve con buenos ojos y es algo que me parece básico; enriquecerte culturalmente y tener esa decencia de esa adaptación, de ese pequeño esfuerzo. El idioma es parte de la cultura del sitio en el que estás. ¿Por qué no empaparte? ¿Por qué no aprenderlo? ¿Por qué no crecer? Para mí es un crecimiento personal increíble poder ir a cualquier pueblo de Cataluña y comunicarme con cualquier persona mayor que a lo mejor tiene dificultades para hablar cualquier otro idioma. Como me ocurre con mi abuelo en Galicia. Tener esta riqueza me gusta. Estando aquí desde 2012, con toda la gente que he conocido, con lo bien que nos han tratado a mí, a Olaia, a Cíes, qué menos que hacer un esfuerzo para mejorar y adaptarme a esta tierra que tanto me ha dado y a la que siempre estaré tan agradecido.

–Otra historia gallega: irse a hacer las Américas; a Washington y con la idea de que esa etapa dure.

–Allí la pretemporada comienza en enero y la temporada acaba a mediados de octubre, más la NWSL hasta el 15 de noviembre. Tengo contrato hasta 2026; dos temporadas y media. Es un mercado futbolístico que históricamente había sido la mejor liga del mundo. En los últimos años ha bajado porque otras ligas, como la inglesa o la francesa, han crecido. Pero ahora mismo están inmersos en un proyecto que creo que va a transgredir totalmente los cánones del fútbol. Hay una inversión en televisión de 300 millones de dólares para los próximos cinco años. Es una barbaridad. Cuando inviertes tanto es para que tu producto se pueda vender en todo el mundo. Los equipos están reforzándose con entrenadores y entrenadoras, con jugadoras de reconocimiento mundial y también con pequeñas normas; se ha ampliado de cinco a siete el número de jugadoras que no sean estadounidenses. Se está internacionalizando mucho más la liga, subiendo el nivel competitivo. Será una de las mejores del mundo sin lugar a dudas.

–Habrá seguido usted, como siempre, a su Celta. Y con un Giráldez en el banquillo.

–Tuve la suerte de poder saludarlo hace unas semanas que estuve en Vigo. Estoy contentísimo porque es un perfil de entrenador que viene de la casa, que seguramente tenía menos cartel o nombre que otros con más trayectoria nacional o internacional. Que lo haya hecho tan bien y que hayan salido las cosas también da valor a otros entrenadores que vienen trabajando desde hace años en la base y que son igual de buenos que otros con más caché. Aparte que es Giráldez y todo queda en casa aunque, que yo sepa, no tenemos ningún parentesco. Me hace mucha ilusión que sea una persona normal, un entrenador normal, que se lo ha trabajado muchísimo. Le ha proporcionado un gran rendimiento al Celta con esas cinco victorias, con esa permanencia y acabando en una meritoria 13ª posición, por encima del Sevilla. Como vigués y como celtista, estoy muy feliz.

Estoy contentísimo por Claudio; es un perfil de entrenador que viene de la casa

–Usted ya ha dicho siempre que se siente entrenador de fútbol, sin etiquetas. Quizá, algún día, otro Giráldez en el banquillo de Balaídos.

–Nunca se sabe. Y con todo lo que me ha pasado en la vida, estoy yo como para decir que no. Qué va, qué va. Soy de Vigo, soy del Celta, y es un orgullo que lleve tantas temporadas en Primera División. Trabajar algún día para mi equipo es un sueño; el sueño de cualquier persona que desde pequeño ha ido a Balaídos.

–Y se ha creado el equipo de As Celtas. ¿Qué le parece el proyecto?

–Cuando se hizo el relevo en la presidencia, se escuchaba a gritos que ya iba a haber por fin Celta femenino. Era algo necesario, un reclamo popular. Y ahora mismo, por el punto en el que estamos de crecimiento del fútbol femenino, se debía hacer. Personalmente, una de las cosas que más me gusta es que no se compra una plaza en una división que ya te permita optar a ganar títulos. Para mí eso hubiera sido demasiado precipitado, demasiado rápido. Se ha aliado con otro equipo para una plaza que implica que en los próximos años tendrán que crear una estructura de trabajo, de fútbol base, de fútbol semiprofesional y seguramente después de fútbol profesional. Esos pasos, a la velocidad que toque, sin precipitar las cosas, podrán permitir estar algún día en la máxima división española, que me imagino que es uno de los objetivos que tendrá Marián Mouriño.

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