Treinta núcleos de la capital vierten en fosas sépticas públicas sin conexión a la depuradora

Tras un pretratamiento primario o biológico, las aguas resultantes van al río o terrenos colindantes | Además, en puntos como Velle o Untes se producen vertidos directos sin mediar proceso alguno

Sistema de retirada de fangos y restos en la EDAR de Reza. |   // IÑAKI OSORIO

Sistema de retirada de fangos y restos en la EDAR de Reza. | // IÑAKI OSORIO / M.J.A.

M.J.A.

La renovación de la red de abastecimiento y saneamiento de Ourense es uno de los grandes proyectos pendientes desde hace décadas y que arrastran sucesivos gobiernos en la ciudad. El estudio encargado por el gobierno local para conocer la viabilidad económica y financiera del servicio de abastecimiento de agua potable y saneamiento del Concello de Ourense dejó a la luz dos cuestiones claves: que más del 50% de los 1.000 kilómetros de tuberías de agua potable o saneamiento están obsoletas y que la renovación de todo el entramado costará unos 60 millones de euros a las arcas municipales.

Además, ese estudio saca a la luz –sin hacer ningún análisis al respecto, ya que su objetivo era meramente económico–, que hay 33 de núcleos de la periferia de la ciudad, que se sirven de otras tantas fosas sépticas públicas para verter sus aguas residuales y fecales, pues no están conectados a la red de saneamiento de la capital.

Es decir, que esas fosas se incluyen dentro de las dotaciones de la red pública de saneamiento, pero no están conectadas a la Estación Depuradora de Aguas Residuales, EDAR, de Reza. Así que, tras un pretratamiento primario o biológico, el agua va directamente al río, riachuelos o terrenos del entorno.

En estos momentos, esas 33 fosas sépticas de la red pública de saneamiento abastecen a otros tantos núleos ubicados en Santa Mariña, Sartédegos, varias en Zaín, Velle, As Tres, Casar do Mato y Ceboliño.

También hay sistemas de depuración primaria mediante fosas sépticas, según este estudio del propio Concello, en puntos como en O Lagar, O Viso, Os Viros, Paradela, Requeixo o Saceda. Solo en Untes, hay 5 fosas sépticas de este tipo que dan cobertura a núcleos de 20 a 40 habitantes cada una, que tienen también un tratamiento biológico. E igual que ocurre en Velle, aguas restantes van directas al cauce del río Miño, terrenos o riachuelos.

Solo una de las fosas sépticas que dan abasto a zonas de Velle, da servicio a unas 200 personas, que suponen el 30% de esa la población y tiene una capacidad de 200 metros cúbicos. Es decir, que es la de mayor tamaño de las 33 fosas para núcleos de la ciudad no conectados a la estación depuradora de Reza que es la que hace el más completo tratamiento de aguas y fangos. Otro de los problemas es que esa está en una zona no accesible para los equipos.

Esta situación es común a otra fosa séptica que da servicio a 30 vecinos de San Tomé y tiene 100 metros cúbicos de capacidad, a la del núcleo de Turei y a otras cuatro que tampoco son accesibles a equipos en Casixova, O Viso y Os Viros.

Obras de renovación de la red en Rairo. |   // IÑAKI OSORIO

Obras de renovación de la red en Rairo. | // IÑAKI OSORIO / M.J.A.

Con todo, el problema más grave son los núcleos de viviendas o viviendas aisladas que siguen vertiendo directamente sus residuos al entorno. De hecho, desde hace años, varios núcleos de Velle y Untes vierten al río. Un convenio firmado por Concello y Confederacion Hidrográfica Miño-Sil este mismo año, por un coste de tres millones de euros, debería de iniciar con urgencia los trabajos, para erradicar un problema ambiental impensable en el siglo XXI.

Erradicar el fibrocemento

Por otro lado, el estudio de la red avala que, bajo el subsuelo de Ourense, circulan más de mil kilómetros de tuberías subterráneas, de los que 503.000 metros son tuberías del agua potable y, de estos, 73.000 son de este material.

Aunque las obras que se hacen en la ciudad se están aprovechado para renovar ya esos tramos de tubería obsoleta, el fibrocemento, es un material prohibido en la UE desde 2001 por sus riesgos para la salud. No es un problema exclusivo de la ciudad, si no que es general en toda España pues, durante el la expansión urbanística de los años 60, 70 y 80, era muy habitual utilizarlo por su ligereza y precio bajo. Desde el 7 de diciembre de 2001 está prohibido por ley fabricarlo en la Unión Europea.

Las tuberías que circulan por el subsuelo urbano están ya muy deterioradas pues en la mayoría de los casos tienen más 40 años. El problema mayor es la retirada, pues desprende partículas de amianto que está comprobado que son cancerígenas, por lo que hay que seguir unas estrictas medidas de seguridad. Según los expertos, no ha lugar para la alarma generalizada, pues estas tuberías de fibrocemento, o los depósitos de agua de este material no revisten problema para la salud siempre que se encuentren en buen estado.

Retirar esos 73 kilómetros de tuberías de fibrocemento de la ciudad es de todos modos, el apartado más costoso del estudio y la zona que precisa una inversión mayor es la de O Couto, explica la firma madrileña que hizo este trabajo de costes de la renovación. De hecho es tal la antigüedad de la red de agua potable y fibrocemento en este barrio, que habría que hacerla en dos fases e invertir una partida de ocho millones de euros.

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No hay fechas para la mejora y conexión de la red de saneamiento, o para la renovación de esos tramos tuberías de agua potable, con reventones consecutivos, e incapaces por su antiguedad, de liberar el agua de tormenta, lo que provoca graves inundaciones de bajos y negocios en zonas sensibles como el casco viejo.

Lo único que queda claro tras la realización el pasado año de este estudio, es que el Concello, ante los altos costes de explotación de la red de abastecimiento de agua y saneamiento, va a duplicar el precio del recibo. Así lo adelantó el alcalde en un pleno a principios de año.

En el caso del recibo para uso doméstico, que es para consumos de hasta 20 metros cúbicos al mes como máximo, el precio según barajó el gobierno local pasaría de los 0,4502 euros metro cúbico actuales a los 0,8896. No se habló por ahora de ellos, pero el estudio en cuestión detectó que los costes de explotación del servicio habían sido de -2.722.624 euros, es decir un -44,04% de gastos que de ingresos.

Con estas cuentas, los ingresos no cubren los costes derivados de la gestión y propuso esa subida del recibo. El Concello tendrá que resolver antes uno de sus lastres, la renovación del servicio de abastecimiento y saneamiento, que caducó ya en 2018 y que le supone más de 7 millones de euros anuales, 70 millones si se hace el cálculo a 10 años.

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