El atentado con coche bomba que cambió la defensa de la Comisaría de Ourense

Se cumplen 36 años de la acción violenta del Exército Guerrilheiro do Povo Galego Ceive que se saldó con un herido y seis coches destruidos

En el museo de la Comisaría de Ourense guardan parte de la metralla y una fotografía de Pili Prol del coche bomba.

En el museo de la Comisaría de Ourense guardan parte de la metralla y una fotografía de Pili Prol del coche bomba. / Iñaki Osorio

En la planta baja de la Comisaría Provincial de Ourense hay un museo con reliquias que habla del pasado, del presente y también del futuro del cuerpo. Entre todo el material del que forma parte un museo envidiable, hay una efeméride que todavía recuerdan los agentes de la Comisaría. Concretamente, en una de las cristaleras guardan un trozo de metralla de un coche bomba, una foto de cómo quedó el turismo y una etiqueta explicativa de la fecha.

El próximo mes de junio se cumplirán 36 años del atentado con coche bomba que el Exército Guerrillheiro do Povo Galego Ceive perpetró contra el edificio policial, cuatro años después de su inauguración. Aquel ataque violento cambió la defensa del edificio policial. La explanada sirvió durante cuatro años para que propios y ajenos aparcaran los turismos que iban al edificio, sin embargo aquel ataque estableció un perímetro de seguridad que todavía se mantiene a día de hoy.

La hemeroteca recuerda que el 5 de junio de 1988 explotó un turismo frente a la Comisaría de Policía de Ourense, destrozando seis vehículos que estaban aparcados y resultando herido un policía de guardia de carácter leve. Las crónicas lo describen como algo seco, estruendoso y fuerte y que se sintió en diferentes puntos de los barrios anexos.

Era un Renault 11 de color blanco, como muchos en la época. Estaba aparcado con el maletero mirando hacia la Comisaría. Por aquel entonces, en la explanada que servía de aparcamiento la costumbre era estacionar el vehículo en el borde más cercano al edificio, en el extremo opuesto cerca a la rotonda de Mestre Vide y otra hilera de turismos en el centro. El coche bomba se situaba en el centro del parking y de él solamente quedó el chasis, el parabrisas fue a parar cerca de los edificios y el techo voló hasta una zona ajardinada.

Autoría y daños

En los días previos había caído la cúpula del Exército Guerrillheiro con abundante material que indicaba la acción de una campaña terrorista, según la autoridades. Los detenidos fueron apresados en distintas localidades de Ourense con 120 kilos de explosivo de gelamonita, precisamente el que días después se utilizó frente a la Comisaría. Tras las detenciones, los que estuvieron en la cárcel denunciaron “malos tratos” por parte de las autoridades, en palabras de su abogado defensor, Nemesio Barja, tras la declaración de ellos ante el juez. Especificaron que les colocaron las esposas muy ajustadas, tanto que alguno de los detenidos dijo que “no siento las manos”. Los días posteriores a la caída de la cúpula, formada por Alfredo Santo, Juan Arias, Manuel Álvarez, María del Pilar, fueron jornadas de crispación, tensión e incluso los propios detenidos iniciaron una huelga de hambre en la cárcel de Pereiro de Aguiar, ante el traslado a Madrid para que fuera la Audiencia Nacional quien llevara el caso.

En ese escenario se produjo, días después, el atentado que derivó en cristales rotos de la fachada principal de la Comisaría, pese a ser vidrios de seguridad; la puerta del polideportivo anexo también fue testigo físico de la metralla; y materiales del turismo dañaron la pared, aunque sin graves consecuencias.

Justo el día de la explosión los guerrillheiros detenidos cumplían el cuarto día de huelga de hambre, pero finalmente fueron trasladados a Madrid. El Exército tardó en reconocer la autoría de un ataque terrorista, que contenía entre 25 y 30 kilos de explosivo gelamonita. El delegado del gobierno en Galicia, Domingo García Sabell, dijo que “es un petardo que produjo varios desperfectos que no tiene mayor consideración”. Autoridades de la época señalaban que “fue una llamada de atención, más que un atentado a gran escala, por el artefacto, tipo de reloj, no contenía metralla y otros elementos de mayor alcance destructivo”.

Desde aquel 5 de junio de 1988, el Cuerpo de la Policía Nacional decretó que se prohibiera aparcar turismos para evitar acciones violentas como aquella.

Suscríbete para seguir leyendo