Entidades ecologistas exigen una alternativa a la “invasión eólica”
Varias organizaciones se concentraron en Xinzo y recogieron firmas contra dos nuevos proyectos que amenazan la comarca limiana
Decenas de personas se concentraron este domingo en la Praza Carlos Casares de Xinzo en contra de la “invasión eólica” y a favor de las montañas y el rural gallego. La protesta se desarrolló de forma simultánea en una veintena de localidades gallegas y contó con la participación de más de tres mil personas.
La movilización fue convocada por la coordinadora “Eólica Así Non”, con motivo de la conmemoración del Día mundial de las Montañas y el propósito de reivindicar ante las administraciones públicas la preservación de estos ecosistemas fundamentales para la vida. En este sentido, recuerdan que las montañas abastecen a la sociedad del 80% de sus recursos hídricos y acogen los hábitats y especies de mayor valor para la preservación de la biodiversidad y hacer frente al cambio climático.
Así, bajo el lema “Na defensa das montañas. Eólica Así Non. Temos alternativa”, los manifestantes clamaron contra lo que denominan una invasión que “pone en riesgo el equilibrio ecológico de nuestro territorio”. De hecho, recordaron que actualmente se encuentran en tramitación más de 300 proyectos eólicos en tierra y mar, a los que se sumarían otros casi 190 autorizados o en funcionamiento. Reclaman a la Xunta y al Estado un modelo energético “alternativo y diametralmente opuesto al que se está imponiendo”.
Recogida de firmas
En el caso de Ourense, los colectivos y entidades convocantes se manifestaron contra la “amenaza” de proyectos como el denominado “Mistral-Tramontana”, sobre la Serra do Larouco, en Baltar, o el de Lamas II para la ampliación del proyectos de Lamas de Feás, entre Aguioncha y Pena Loba en Calvos de Randín y Os Blancos. Aprovechando la concentración, instalaron mesas para la recogida de firmas contra ambas intervenciones.
Además de los proyectos en A Limia, las organizaciones recordaron que hay otros espacios “amenazados” en el Macizo Central, las montañas de Trevinca, Serra do Laboreiro y Ribeira Sacra. Denuncian que las torres de 200 metros de altura imponen barreras artificiales a la conectividad de los animales, además de causar “graves impactos” en los valles fluviales y en las salud de las personas que habitan en las aldeas próximas a los polígonos y que “están condenadas al abandono”.
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