A más de mil metros de altitud, entre las formas bellas y caprichosas de la montaña que configuran un paisaje de gran valor natural, el fuego corre más rápido y extinguir un incendio resulta muy difícil.

La pendiente dispara las llamas, las rachas de viento son más fuertes, la práctica inexistencia de pistas no ayuda al operativo de extinción –cambian los tiempos, y distancias de solo unos kilómetros pueden llevar muchos minutos– y la orografía sinuosa y escarpada obliga a actuar con cuidado a aviones y helicópteros.

Fuego y humo inundando la montaña. BRAIS LORENZO

En este territorio, además, el empleo atávico del fuego para limpiar o para generar pastos no ha desaparecido, y la protección de la Red Natura limita los aprovechamientos.

Los focos que puede originar una tormenta seca, como ha sucedido este verano, son más difíciles de alcanzar en una montaña que es casi inaccesible. Al diseño de partida de la naturaleza se suma el cambio climático. Con más calor y más sequía, el tiempo atmosférico supone un factor añadido de complejidad.

Un guardia civil en el pueblo de As Taboazas, en Chandrexa de Queixa, al que se acercó el incendio esta semana. BRAIS LORENZO

La progresiva despoblación de esta región, el interior del interior de Galicia, en la que la pérdida de habitantes en Montederramo, Chandrexa de Queixa, Laza o Vilariño de Conso se sitúa entre el 37 y 45% en lo que va de siglo, también puede influir.

Hay menos personas –y de mayor edad– y más abandono del entorno agrícola y forestal. También ha decrecido en el rural, por norma general, el paisaje de mosaico, con menos labrantíos alrededor de los núcleos y prados para el ganado, barreras naturales contra el avance de las llamas.

Vecinos y agentes en guardia, este pasado miércoles en As Taboazas, Chandrexa. BRAIS LORENZO

En un mes, las llamas han arrasado unas 10.000 hectáreas en el Macizo Central de Ourense.

El último frente, que afecta a Chandrexa de Queixa, Laza y Montederramo, ha devorado 2.100 hectáreas desde el martes, según los datos estimados de la Xunta, aunque mediciones del satélite Copernicus a las que hacen referencia fuentes de la extinción elevan el daño por encima de las 3.600.

A Montederramo entró por A Ferrería y ayer se encontraba en el entorno de O Teixedo. Sigue activo, “prácticamente perimetrado” y evolucionando “favorablemente a súa estabilización”, mantuvo Medio Rural a primera hora, a mediodía y al atardecer.

Vista del incendio del Macizo Central desde el pueblo de Santa Cruz, este pasado miércoles. BRAIS LORENZO

A mediados de julio, una tormenta prendió el macroincendio de Vilariño de Conso. Ardieron 7.000 hectáreas –según datos oficiales–, y el parque natural de O Invernadeiro resultó gravemente afectado. A principios de agosto se quemaron 120 en Castro de Escuadro, Maceda, la puerta al Macizo en la Serra de San Mamede. Entre San Xoán de Río, Castro Caldelas y Ribas de Sil, ayer quedó controlado un incendio de 20 hectáreas.

“La orografía y las condiciones de difícil acceso de la zona, así como vientos erráticos que cambian de dirección y corrientes ascendentes que tiran de las llamas de forma vertical por la montaña, dificultan mucho la extinción”, indica Eduardo González, bombero forestal.

“Si alcanzan una gran superficie su control es más complicado, porque es necesario repasar un perímetro amplio”

“Estos incendios salen con mucha intensidad y poder calorífico, e igual en cuestión de diez minutos ya presentan una extrema virulencia por las condiciones atmosféricas, meteorológicas y orográficas, que hace que incluso los medios aéreos no puedan contenerlos”, explica este especialista.

“Si alcanzan una gran superficie su control es más complicado, porque es necesario repasar un perímetro amplio”, añade.

Un frente de fuego en el Macizo Central. BRAIS LORENZO

"Hay veces en que debemos ir agarrados a la manguera para bajar o subir, porque es imposible caminar“

"La orografía en estas zonas es complicadísima, con una gran pendiente. Hay veces en que debemos ir agarrados a la manguera para bajar o subir, porque es imposible caminar. Con una mochila extintora como la que llevamos, de veinte kilos, el esfuerzo es mucho mayor”, señala Cristóbal Medeiros, de la BRIF de Laza, que acumula varias jornadas en la extinción del incendio de Laza, Chandrexa y Montederramo.

"Cuando el fuego coge un cañón entre laderas, se come la ladera en minutos"

Las pendientes no solo complican la tarea y multiplican el desgaste de los bomberos forestales, sino que también aceleran las llamas.

Los incendios avanzan a favor de la pendiente. Salvo que el viento sople en contra, lo natural es que el fuego suba ladera arriba. Sobre todo cuando coge un cañón entre laderas, lo hace de forma explosiva, se come la ladera en minutos”, indica.

La mayoría de la superficie afectada por las llamas en el Macizo Central es monte bajo, matorrales de escasa altura pero que tejen una gran continuidad de combustible que nutre el incendio.

El fuego en varios puntos en Chandrexa de Queixa. BRAIS LORENZO

"El acceso para brigadas y medios terrestres es muy complicado, o tardan en llegar horas"

“Cuando hay fuego aquí también suele haber en otros sitios, a veces no hay medios aéreos, porque ya es de noche o están en otro lugar, y el acceso para brigadas y medios terrestres es muy complicado, o tardan en llegar horas. Además, en el Macizo Central el viento se multiplica por diez. Una vez que coge fuerza el incendio es muy complicado de apagar”, dice el alcalde de Montederramo, Antonio Rodríguez.

Un bombero forestal. BRAIS LORENZO

“No es fácil meter una brigada y es complicado poder llevar una motobomba al Macizo Central”, dice el de Chandrexa, Francisco Rodríguez. La aldea de As Taboazas estuvo en peligro el miércoles y hubo que activar la situación 2. La lluvia que trajo la tormenta fue un bálsamo.

Antes de ese alivio del cielo, el operativo se resintió porque los medios aéreos tenían muy complicado atacar el incendio debido a la densa humareda. “No se veían ni las llamas”, recuerda el regidor.

El satélite muestra el daño en el Invernadeiro

7.000 hectáreas, según la Xunta, devoró el fuego en julio en Vilariño de Conso, en el Macizo Central. Un mes después, la administración no ha concretado cuánta superficie del parque natural fue calcinada. Entre la mitad y dos tercios, calculaban la alcaldesa y bomberos. El satélite muestra un gran daño.

La cicatriz del incendio de Vilariño de Conso, de 7.000 hectáreas según la Xunta, en el parque natural del Invernadeiro. COPERNICUS SENTINEL

Otros incendios sin extinguir

El incendio que puso aldeas en peligro y arrasó 680 hectáreas en O Irixo, Lalín y Dozón está estabilizado desde antes de las 21 horas del viernes. Se da por controlado el de Boborás y O Carballiño, presuntamente originado tras el paso del tren, y que también amenazó casas (120 hectáreas).

Se avanza hacia la extinción en Carballeda de Valdeorras (440) y San Xoán de Río (20).

Verín, con 2.000 hectáreas calcinadas este verano, pide la zona catastrófica

El pleno de Verín acordó este viernes, por unanimidad, pedir la declaración como zona afectada gravemente por una emergencia de protección civil, con el fin de recibir ayudas estatales para recuperar el territorio afectado por el fuego.

El 3 de agosto, un incendio aparentemente intencionado, que comenzó en una decena de puntos, arrasó 600 hectáreas. El 18 de julio, Verín resultó afectado por uno de los tres frentes que entraron de Portugal a Oímbra. En lo que va de verano las llamas han calcinado 1.931 hectáreas en Verín.

El Concello agradece la labor de los profesionales y los voluntarios que lucharon contra el fuego. “Grazas a todos eles evitouse que o desastre fose moito maior”.