El fuego causó graves daños materiales en Valdeorras, donde decenas de casas han quedado arrasadas, mientras Oímbra también se ponía en lo peor. Los vecinos y los profesionales de extinción lograron salvar las viviendas en peligro en tres incendios que entraron de Portugal y calcinaron, en conjunto, 3.300 hectáreas en este municipio de la ‘raia’ ourensana.
Las llamas llegaron al mismo umbral de varias edificaciones. Ardieron viñedos, sotos a pesar de que estaban limpios, plantaciones de pinos, castaños, colmenas, fincas y monte. Hubo problemas de luz y en las comunicaciones por teléfono e internet. El negro de la ceniza tiñe el concello, donde el miedo sigue en el cuerpo.
"Fue un fuego muy virulento, saltaba mucho"
“Hubo casas en riesgo en varios núcleos. Por suerte conseguimos salvar todas. Es un disgusto siempre que arde, pero en ese sentido es un alivio”, dice la alcaldesa, Ana Villarino.
“Fue un fuego muy virulento, saltaba mucho. Las llamas era inmensas, parecía que iban a tragarnos. El viento cambiaba de un lado a otro”.
Los vecinos se echaron a la calle para defender los pueblos. “La ola de solidaridad fue tremenda”.
“La situación fue complicada, estuvimos al límite, casi llegó a las casas”, resume Óscar, antiguo taxista y agricultor de Oímbra. Él y otros vecinos han ayudado con tractores, sulfatadoras y remolques con depósitos a refrescar la zona, para que el peligro no regrese.
