Educar a nuestros hijos

Pedro Regojo Otero

Pedro Regojo Otero

Educar a los hijos se hace en la actualidad cada vez más difícil.

Hace sesenta años, los matrimonios solían tener más de cinco hijos. Era fácil educar a los niños porque el padre y la madre ejercitaban su autoridad y los niños se iban puliendo al convivir con sus hermanos en casa y, después, en el colegio.

Ahora, los padres casi todos trabajan fuera de casa. Prefieren tener un perrito que un hijo. Algunos deciden no tener familia y otros, como máximo, un hijo.

Los hijos únicos son una cosa de ahora y de siempre. La mayoría de las veces, en aquel entonces, porque la mujer no se quedaba en estado.

Ahora los hijos únicos son expresa voluntad de los padres que no quieren tener más hijos.

Yo tengo la suerte de tener once hijos y treinta y cinco nietos. Y es frecuente, en algunas ocasiones como en Navidad, reunirme con todos los míos.

El tener un hijo único es un importante problema, pues tendemos a sobreprotegerlo, creando un hijo que cuando se enfrente con la realidad de la vida no estará preparado y sufrirá mucho, aprendiendo a base de golpes.

Cuando los dos trabajan fuera de casa no suele haber problemas económicos, que es uno de los motivos para no tener hijos. Su decisión es no complicarse la vida y vivir una vida mas cómoda.

Todos sabemos que el escoger lo mas fácil nos lleva a un destino más acertado y pleno.

Yo sé que tener hoy hijos, cuando se puede evitar, es un desafío, pero mi experiencia de años me dice que la felicidad no se consigue sin sacrificio y el amor, que es el secreto de la vida, no se logra sin trabajo ni esfuerzo.

A los hijos hay que educarlos en la filosofía del esfuerzo y le estamos dando mal ejemplo si escogemos el camino mas cómodo.

En la actualidad hay más oportunidades que hace sesenta años, pero también hay más competencia. La gente está más preparada. Recuerdo que hace sesenta años ser ingeniero o arquitecto era un seguro de vida. Hoy sobra de casi todo y que nuestros hijos sean fuertes y no blandengues es vital para afrontar los desafíos siempre difíciles en que nos desenvolvemos.

El ser fuerte por dentro nos hará que no nos derrumbemos ante la contrariedad que no faltará.

Ánimo, adelante como pasa con la buena cosecha: el grano de trigo tiene antes que morir.

*Miembro del Club 55